
Nuestros partidos políticos juegan con los más débiles. La realidad no es cuestionable, ni los datos que los avalan,. Las interpretaciones torticeras que los políticos hacen de ellos, no tienen credibilidad. La hipocresía y el fariseismo reina en la clase dirigente. Recientemente los directores de centros de dependientes han denunciado la realidad que los dependientes y sus familiares están viviendo en España.
Mientras los partidos aseguran los sueldos de miles de alcaldes, diputados provinciales y senadores, los más débiles siguen desprotegidos al amparo de una ilusionante Ley de Dependencia que no cumplen.
En España es habitual que no se cumplan las leyes, personalmente podría poner varios ejemplos, por lo que no debería extrañarnos que la de dependencia sea una más.
Muchos políticos tertulianos en radio y televisión se llenan la boca enorgulleciéndose de nuestro “Estado de Derecho”, y es que lógicamente este Estado asegura sus puestos de trabajo, a final de mes cobran religiosamente sus sueldos y los sus derechos están reconocidos e incluso asegurados con dietas y complementos específicos, que el resto de los vulgares ciudadanos tenemos que ganarlos día a día con el sudor de nuestra frente y el padecimiento de nuestros mayores y familiares con capacidades diferentes.
A todos los partidos les pido que, si quieren volver a ganar el respeto de todos los vulgares ciudadanos, deberían eliminar miles de ayuntamientos, todas las diputaciones provinciales y el Senado tal y como les han indicado las instituciones europeas y esos miles de cargos electos que “sirven” a la comunidad deberían convertirse en vulgares ciudadanos productivos para la sociedad, de esta forma se eliminarían personajes que se tocan “las narices” en sus cargos representativos.
Evidentemente los funcionarios, tras hacer una regulación que cifrara los absolutamente necesarios, deberían ser recolocados en servicios productivos, en los órganos del Estado y autonómicos para que siguieran ejerciendo su labor.
Esta reorganización permitiría, sin lugar a dudas que la Ley de Dependencia no fuera papel mojado para miles de dependientes, que mueren en la espera de que los recursos de la Ley llegue a permitirles tener una vida digna, tras muchos años de cotizaciones que de nada les valen cuando más lo necesitan. También con esta reforma, sin duda, se generarían recursos para que las personas con capacidades diferentes fueran atendidas y promocionadas en esta sociedad hipócrita y farisea que juega con los más débiles, con la aquiescencia de los partidos políticos.