
Vine a vivir a Santander en 1997 y adquirí mi vivienda en un barrio del sur de la ciudad, un noveno con incomparables vistas a la bahía, posiblemente por mis orígenes sureños.
El barrio de Castilla – Hermida era un barrio de aluvión, nacido irracionalmente y sin planificación urbanística al norte del Puerto de Santander, en los años 50 y 60 del siglo pasado y poblado por gentes que vinieron de toda la antigua provincia de Santander, otras regiones españolas y, durante los últimos años, con inmigrantes latinoamericanos y africanos, en definitiva, un barrio de segunda para los STV (santanderinos de toda la vida).
Al barrio le faltaba todo y los pisos eran de los más económicos en Santander. Durante muchos años el barrio vivió su anodina existencia de barrio dormitorio maltratado por las administraciones locales, autonómicas y especialmente por la Autoridad Portuaria.
Me integré en la única Asociación de Vecinos existente “Los Arenales” para luchar por nuestros derechos y en especial contra la acumulación de toneladas de carbón, al aire libre, que acumulaba el Puerto de Santander y que en días de viento sur se convertía en nubes de polvo negro que inundaba nuestros hogares, nuestros pulmones y otorgaban un tono fúnebre a todas las fachadas de Marques de la Hermida. La lucha fue dura y llena de incomprensiones, manifestaciones, cortes de tráfico y sanciones gubernativas por alterar el orden público en una ciudad dormida y casposa.
Después de muchos años aquella lucha la ganamos y el carbón desapareció de nuestras vidas pero aún quedaban muchos objetivos como la conexión con la el resto de la ciudad, la creación de un polideportivo, la construcción de un paseo marítimo, con espacios deportivos e infantiles, que dignificara la cutrosa entrada a Santander, con un carril bici que nos posibilitara llegar en bicicleta a las playas, la creación de un pulmón verde en La Marga con espacios infantiles, la organización de la recogida de basuras y la creación de un centro cívico que dinamizara la vida cultural del barrio.
Mi querido barrio, quien te ha visto y quien te vé. Hizo falta la llegada de un alcalde joven y dinámico que cogió el toro por los cuernos y se volcó con nuestro barrio. Primero, convenció al Gobierno de Cantabria para que colaborase en la implantación de un nuevo sistema de recogida subterránea de basura, la llamada recogida neumática, posteriormente convenció a la Autoridad Portuaria para la creación de un paseo marítimo de primera, con carril de bici que nos permite a los vecinos, no solo llegar en bici a las playas sino que nos acerca a nueva montaña, el Sardinero y el magnífico Parque de las Llamas.
Pero además con presupuesto, ajeno al Ayuntamiento, acertó en el diseño de un Parque de la Marga, eliminando muchos metros cuadrados de cemento y creando un auténtico pulmón verde y habitacional para niños y mayores en lo que era un espacio frio y deshabitado.
La obra mas espectacular realizada ha sido la pasarela con ascensores que nos conectan en 5 minutos con la calle Alta, por encima de las vías del tren. Un equipamiento que es utilizado por miles de ciudadanos aproximando nuestro barrio al núcleo central de Santander y permitiendo a los vecinos del centro de Santander venir a pasear por nuestro paseo marítimo en pocos minutos.
De las viejas reivindicaciones del barrio tan solo falta la creación de un centro cívico. Hace unos días el Alcalde de Santander nos presentaba a los vecinos y medios de comunicación el proyecto para crear uno de 1.500 metros cuadrados, en el edificio de tabacalera situado en la bifurcación de Marques de la Hermida con Antonio Lopez.
Como asunto pendiente para el futuro tenemos la unificación de las vías de Feve y Renfe situadas al norte del barrio que posibilitaría la creación de un gran parque sur que convertiría a nuestro barrio en la envidia de toda la ciudad
Ademas en estos años la instalación de la Biblioteca Regional en el barrio nos ha cambiado radicalmente la vida a los 20.000 habitantes de Castilla-Hermida y su entorno.
Y lo que, egoístamente, es mas importante, nuestros pisos se han revalorizado significativamente en paralelo con el desarrollo urbanístico del barrio que ha pasado a ser un barrio de primera de Santander.
Iñigo de la Serna pasará a la historia como el alcalde que provocó el ascenso a primera de un barrio al sur de Santander