Que hacer para conservar tu matrimonio

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  • Ajustar expectativas. Ello pasa por eliminar las idealizaciones tan extendidas y ejemplificadas en los mitos del príncipe azul o en el de la media naranja. Hay que ser conscientes de que la perfección no existe. Por otro lado, es preciso aceptar a la otra persona tal cual es, sin ánimo de cambiarla.
  • Complementación. El objetivo nunca debe ser que la pareja sea idéntica, sino que sea un complemento y compañero/a de viaje que contribuya al crecimiento personal y conyugal.
  • Evitar el reproche. Es importante tratar de ser asertivos al expresar aquello que molesta de la otra persona y dejar el espíritu competitivo a un lado, pues una relación nunca debe ser una lucha de poder en la que alguien es superior al otro. En este sentido, la humildad es una virtud fundamental.
  • Establecer unas pautas de convivencia mínimas. Es necesario dialogar e implementar ciertas directrices respecto de hábitos, costumbres y conductas que afectan a aspectos esenciales del matrimonio, tales como el reparto de tareas domésticas o la crianza de hijos. Ello contribuirá a una convivencia familiar sana y equilibrada.
  • No dejar que la monotonía se cuele en casa. No debe confundirse la monotonía con la rutina. La primera es una clara amenaza para el matrimonio, mientras que la segunda lo dota de un cierto orden. Hay que procurar mantener viva la llama del amor, a pesar de los momentos difíciles. Algunas formas serían: no olvidar expresar el afecto, disponer de un «tiempo de pareja sagrado», fomentar una comunicación basada en el respeto, no esperar la llegada de fechas señaladas para sorprender al otro, intentar hacer cosas diferentes, etc.