

“LA SOCIEDAD DEL CANSANCIO” –
de Byung-Chul Han
SINOPSIS
En este ensayo, Byung-Chul Han expone una de sus tesis principales: la sociedad occidental está sufriendo un silencioso cambio de paradigma: el exceso de positividad está conduciendo a una sociedad del cansancio. Según el autor, toda época tiene sus enfermedades emblemáticas. Así, hay una época bacterial que toca a su fin con la invención del antibiótico. A pesar del manifiesto miedo a la pandemia gripal, ya no vivimos en la época exclusivamente viral. La hemos dejado atrás gracias a la técnica inmunológica. El comienzo del siglo XXI, desde un punto de vista patológico, no sería ni bacterial ni viral, sino neuronal. La depresión, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), el trastorno límite de la personalidad (TLP) o el síndrome de desgaste ocupacional (SDO) definen el panorama patológico de comienzos de este siglo. Estas enfermedades no son infecciones, sino estados patológicos que siguen a su vez una dialéctica, pero no una dialéctica de la negatividad, sino de la positividad, hasta el punto de que cabría atribuirles un exceso de esta última.
MIS IMPRESIONES
Hace muy poco me leí y hice unas IMPRESIONES de otro de los recientes libros del filósofo surcoreano más influyente de la actualidad, radicado en Alemania, Byung-Chul Han “INFOCRACIA”, ahora este de “La Sociedad del Cansancio”, que me lleva a confrontar análisis y conceptos sobre esta sociedad en la que estamos inmersos plagada de excesos: de positividad, de estímulos y hiperuniformidad que nos acerca a una nueva versión de 1984 de Orwell, con un nuevo fenómeno de la autoexplotación en la que esta sociedad está inmersa, razón y causa del proceso de cansancio permanente actual. Han hace uso del mito de Prometeo para explicarnos sus conceptos y teorías.
En la era de la explotación del S XVIII, XIX y XX, el amo explota al esclavo, ahora yo soy mi propio jefe, el trabaja para si mismo, él se exige un motivo de éxito que probablemente no pueda lograr y actúa como su Jefe y, por otro lado, es su propio esclavo. Es una sociedad que nos condena a una combinación perfecta entre autoexplotación, diversión infinita y nuevos depresivos.
En la era moderna el sujeto se entendía como una suerte de revolucionario, que iba a cambiar todo el proyecto de la humanidad, e iba a instalar el paraíso en la tierra a partir del conocimiento de la ciencia y de la transformación política, que no iba a venir desde el estado, sino desde un sujeto ilustrado conocedor de la ciencia y portador de una misión que lo trascendía. Cambiar el mundo desde su inteligencia.
El siglo XX con sus guerras mundiales, sus bombas atómica, con la llegada de la sociedad de consumo y la “hipercomunicación”, arrincona a ese sujeto que soñaba con querer cambiar el mundo, a un lugar de mero consumista, a un trabajador que cumple un determinado horario y con los pequeños consumos cotidianos, colecciona una felicidad que no será la paradisiaca, pero por lo menos le cierra como proyecto de vida.
En el siglo XXI, este proyecto cambia totalmente, ya que el sujeto que simplemente trabajaba para poder tener algunas diversiones hoy es un sujeto de rendimiento, es decir entiende la vida como un siempre sí, como una permanente positividad, como una aniquilación de la negatividad y eliminación del no se puede, para dar paso al si se puede. Byung Chul Han, habla en sus libros, de las enfermedades neuronales de la actualidad. Hoy tenemos trastornos por déficit de atención, hiperactividad, depresión, burn out, como consecuencia directa de querer poder y no poder lograr lo que se quiere. Nunca hubo tanta gente depresiva y a la vez, nunca hubo tanta positividad. Nunca la humanidad tuvo tantos mensajes tan positivos como en la actualidad, abunda la autoayuda, abundan los oradores motivacionales, las buenas vibras, pero cada vez estamos más desesperados, más cansados y deprimidos.
Byung-Chul Han hace referencia a Michel Foucault y su pensamiento con respecto a la sociedad disciplinaria, cuyo diagnóstico, era un siglo XX lleno de hospitales, cárceles de cuarteles, psiquiátricos, es decir instituciones de poder, que garantizaban la productividad de una sociedad industrial que disciplinaba al que no era normal, que excluía al distinto. Hoy en el siglo XXI, observamos otro tipo de lugares, gimnasios, oficinas, grandes centros comerciales, lugares que demuestran no una sociedad disciplinaria sino de rendimiento. El hombre siempre necesitó de los juegos físicos para distenderse, de ahí que los griegos vivieran la gimnasia como una forma de distensión y de regreso a la filosofía. La filosofía, como se sabe, nace entre otros lugares, en gimnasios, pero en la actualidad, los gimnasio son lugares con disciplina militar, se habla de rutinas, de romper marcas, se incorpora dentro de un lugar de distensión, la misma disciplina del rendimiento que se tienen en lugares que no son de distensión. Surge una combinación perfecta entre el rendimiento, la motivación permanente y por último, la disciplina aplicada incluso a lo que debería distendernos.
Una de las citas que más me llamo la atención, fue aquella en la que hace referencia a lo que enuncio Hannah Arendt en “La Condición Humana” acerca del homo laborans. Para Arendt el acto mismo de nacer ya es una acción y, vivir en el mundo es accionar. Han dice que el sujeto de rendimiento actual tiene otras condiciones, que él denomina homo laborans tardomoderno tiene tanto ego, que se cree su propio jefe, como aquel que es dueño de su destino, se cree libre para ejercer su trabajo solo, crea lo que él llama una marca personal, y se siente realizado cuando en realidad está auto explotándose. “Ahora uno se explota a sí mismo y cree que está realizándose”. Desde luego que la necesidad laboral es constitutiva del ser humano, necesitamos trabajar, pero el exceso de trabajo conlleva la aniquilación de otras actividades completamente humanas: el ocio. Se le tiene terror al tiempo vacío, sentimos la necesidad de llenar el tiempo con actividades. La vida contemplativa que nos proponía Aristóteles, quedo completamente desplazada por un sujeto que se ufana de ser su propia marca personal y que argumenta no tener tiempo. La combinación entre exceso de trabajo, exceso de expectativas, la imposibilidad de decir que no, la abundancia de motivación y autoayuda y las infinitas posibilidades de poder proyectarse en una marca personal, dan como resultado un sujeto de rendimiento cansado, que termina en un cuadro de depresión y no sabe porque está deprimido.
El multitasking, … es una de las características que salta a la vista al contemplar a este sujeto de rendimiento. (Ejemplo de multitasking – 4 actividades a la vez, en un momento de distensión mientras tomas un café en un Starbucks). Han la llama “la necesidad de estar haciendo muchas cosas a la vez, porque sentimos que con única cosa perdemos el tiempo”. Han dice que esta necesidad de estar haciendo muchas cosas a la vez es un retroceso en la evolución humana. El hombre primitivo necesito del multitasking en la vida primitiva para poder captar en la vida primitiva cuando teníamos múltiples amenazas de la naturaleza, pero el avance de la humanidad se dio por la concentración, por no atender a muchas cosas a la vez sino, por atender a única cosa a la vez. De hecho, la filosofía nace precisamente por un ocio, que se concentra en pensar un único tema: El Ser, La Verdad, La Fisis… No es comprensible ni admisible una filosofía que esté haciendo cinco cosas a la vez. Lo potente de la condición humana es la concentración.
Hoy asistimos a un trastorno mundial por falta de concentración, por culpa de multitasking. ¿Tenemos algún tipo de escape a esta sociedad? ¿Tenemos alguna forma de responder a semejante escenario?
- Recuperar el NO. Comprender que no TODO se puede. Convivir con la idea de que somos limitados. El NO existe, no todo es un sí. No siempre debes decir que si, decir que no, es parte de la vida cotidiana y no todo es siempre positividad.
- Diferenciar lo disciplinario de lo distendido. Cuando necesites disciplina por una cuestión laboral, está bien realizar esa disciplina. Pero trasladar ese mismo esquema disciplinario a las diversiones, a los momentos del gimnasio, a los momentos de distracciones, o compartiendo o divirtiéndote con los amigos, es confundir lo que debería reintegrarnos y recrearnos con lo que necesitamos hacer desde la disciplina.
- Ser conscientes de que la diversión es la otra cara de esta sociedad de autoexplotación. El sujeto de rendimiento necesita desesperadamente divertirse, es por eso por lo que el mercado más grande del mundo es el mercado del espectáculo, el mercado de la diversión. Si el sujeto de rendimiento no comprende que la diversión es aquello que le permite continuar en este esquema de autoexplotación y depresión, no comprenderá que esa diversión que debería recrearlo termina siendo alienante.
- Recuperar el tiempo festivo, el tiempo ocioso. Recuperar aquella idea aristotélica de la necesidad de una vida contemplativa. La contemplación no significa de ninguna manera estar tirado, sin hacer nada, sin pensar en nada, sino una observación activa de aquello que es lo realmente importante de la vida: El abrazo con los afectos, el momento con los amigos, la reflexión personal, la búsqueda de un sentido. Eso es vida contemplativa, eso es recuperar el tiempo de fiesta. Si llenamos todo el tiempo de ocio con series, con consumo digital, no lograremos encontrar una distensión a una existencia cada vez mas exigente.
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Author: jaca