“Los 90 fueron una locura”. Entrevista a Borja Crespo @ElTioCreespy @kikeinfame

Uno de los grandes divulgadores del medio es, sin duda, Borja Crespo. Un hombre multitarea que divide su tiempo entre su pasión por el cómic, el cine y la música. Desde su etapa en Subterfuge a la gestión de festivales, la historia de Crespo es la de toda una generación que hemos seguido (seguimos) con admiración su trabajo. De Cortocuentos a Neuroworld, del FANT al GRAF, recorremos la trayectoria de uno de los nombres imprescindibles de nuestro amado medio.

Pregunta: Para conocer tu historia es preciso conocer el contexto en el que surge, los años 90, una época en la que se reivindican los subgéneros, de la serie B a la serie Z, pasando por el gore o el porno. ¿Cómo recuerdas la época?

Respuesta: Fue una época de aprendizaje que me ha permitido saber cómo vivir de lo que me gusta. Ya de niño hacía fanzines sin saberlo. Dibujaba, recortaba y pegaba y mi padre me hacía fotocopias en el trabajo, las grapaba y se las vendía a los compañeros de clase a 25 pesetas, con tiradas millonarias de 5 o 6 ejemplares. En la Universidad me tomé más en serio los fanzines. Estudié Bellas Artes, donde el cómic era denostado. En cuarto y quinto de carrera no dedicaba mucho tiempo a las clases y me centraba en montar fanzines y otras historias. Surgió también la idea de organizar proyecciones de cortometrajes que derivó en festivales como el FANT. Más adelante comencé a colaborar en el fanzine Subterfuge e inventé el Burp!. También participé en el 2000 Maníacos, el Quatermass, La Comictiva…

P.: En la época no existía aún Internet y los medios eran muy precarios.

R.: Somos una generación que hemos crecido entre lo analógico y lo digital. Para unas cosas somos muy viejos y para otras muy jóvenes. Entonces los fanzines eran de recorta y pega, manualidades que hacías con fotocopias y pegamento. El ordenador hizo que se agilizase todo. Llevábamos el fanzine a imprenta con 25 diskettes o más, una locura. Ahora con el pendrive lo llevas todo de golpe. Hasta 20 fanzines de un tirón. Internet ha facilitado llegar a más gente, pero en la época vendíamos 1000 ejemplares del fanzine llevándolo a cuatro tiendas bajo el brazo. Lo intercambiábamos por correo, íbamos a salones y se vendía toda la tirada, algo que ahora es complicado, a pesar del apoyo online. Antes la gente valoraba más conseguir un fanzine que no se hacía en tu ciudad. Era otra historia. Ahora se siguen haciendo muchos fanzines, muy interesantes, tanto en papel como en digital. Los de papel son más un objeto artístico. Molan.

P.: Desde tus comienzos se ve que tienes muchas inquietudes más allá del cómic. Colaboras con 2000 Maníacos.

R.: 2000 Maníacos fue la primera revista que se centró en el gore, Troma y otro cine basura con una tirada considerable. Me carteaba con Manuel Valencia, su máximo responsable, y empecé a hacer dibujos en sus artículos. Él me mandaba el artículo por correo ordinario y yo se lo volvía a mandar, también por correo postal, con algunos dibujos, sangre o goreñecos. Un día le conté a Manolo que había ido de figurante a Acción Mutante de Álex de la Iglesia, y me propuso contar en clave de humor la experiencia. Ese fue mi primer texto publicado. Después comencé a colaborar en el Quatermass, revista que dirigía Javi Quatermass sobre cine fantástico y de terror en Bilbao. Paralelamente hacía mis pinitos con los cortos.

P.: ¿Supuso una influencia Álex de la Iglesía?

R.: Para muchos la presencia de Álex de la Iglesia, un personaje con el que compartíamos bastantes inquietudes, supuso un toque de atención. Fue un referente, sobre todo el corto Mirindas Asesinas. Nos permitió confirmar que se podía hacer, de manera sencilla, si tenías acceso a una cámara de vídeo. En ese momento estábamos haciendo cortos con gente como Koldo Serra. Eran cortos muy cutres, para pasarlo bien. Con ellos recorrimos un montón de festivales y de ciudades, de hecho eran los que más gustaban, la gente se reía y aplaudía, lo agradecían… Eran otros tiempos. Si lo piensas ahora, era hasta ridículo. Estábamos en paraninfos de universidades con 900 personas en el público y nosotros, unos chavalillos, respondiendo a sus preguntas. Ahora es muy difícil llegar a reunir tanta gente.

P.: ¿De esa época es Gárgaras?

R.: Gárgaras lo rodé en el 97 durante fines de semana con las cámaras que me dejaban en Tele Bilbao. Estaba ya con un pie en Madrid. Era un cruce entre Alien y Médico de Familia pero era muy largo y se movió poco. Algún día lo cuelgo por Internet para que se vea lo que hacíamos. Era muy divertido. El actor era Jon Ariño, que hacía varios personajes y allí nace el personaje Diox el Exterminador, que más tarde convertí en cómic con Chema García.

P.: En Subterfuge realizas lo que se llamaría línea tremenda, frente a la línea clara del Cairo y la línea chunga de El Víbora.

R.: Es una línea que trabajamos en Subterfuge. Subterfuge era un fanzine que se convirtió en discográfica. Allí se veía el eclecticismo del que hablabas. Inventé la Splatter Family. La madre, Pili Puertas, era una maruja asesina y su hijo era Pablito Splatter. La madre acababa con todo lo que le molestaba: los bakala de la época y cosas así.

P.: El fanzine Burp! era tu proyecto personal.

R.: Estaba colaborando en los fanzines que hemos citado, pero ninguno era específico de cómic. De Burp! se agotaban las tiradas de 1000 ejemplares. El último número lo hicimos por offset, un número Especial Mutación Tóxica en la Escuela Bruguera. Nos gustaba mucho Bruguera, sobre todo Super López. Le comenté a Gorka Vázquez, también de Getxo, que después ha estado nominado a los Goya por una peli de animación, que hiciese una portada con Lobo, un personaje de moda entonces. El número estaba dedicado a los personajes de Bruguera y fue el último que hicimos.

P.: Decides trasladarte a trabajar en Madrid para Subterfuge.

R.: Carlos Subterfuge me ofreció empezar a trabajar en la discográfica.

Al principio el fanzine era como los que comentábamos, fotocopias grapadas. Un día empezaron a acompañarlo con un EP y el EP empezó a funcionar solo. Dover vendió medio millón de discos. Entró un montón de dinero y Carlos me propuso ir a Madrid a ocuparme de una filial exclusivamente de cómics y le dije que sí. A lo largo de la vida del fanzine se habían hecho varios especiales dedicados al cómic, incluso uno ganó varios premios por una portada de Miguel Ángel Martín que hace poco me censuraron en facebook. Fui a Madrid pensando que me iba a comer el mundo y no me puedo quejar pero todo fue más lento de lo previsto. Fui el primero en llegar, luego llegarían Koldo (Serra), Nacho (Vigalondo) o Borja (Cobeaga). También comencé a dirigir vídeoclips. El primero fue un vídeo de Fangoria

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P.: El año pasado salió un recopilatorio celebrando los 25 años de Subterfuge. Lo primero que llama la atención son los nombres que encontramos: Miguel Ángel Martín, Paco Alcazar…

R.: A Carlos le gustaba mucho el trabajo de Martín. Un día le invitó a un concierto y le preguntó a ver si podía hacer la portada de un grupo llamado Sexy Sadie. Martín lo dibujó e incluso le puso el título al disco. A partir de allí Martín pasó a hacer la imagen de la discográfica. Empecé a tener amistad con Martín, nos carteábamos. En aquella época tenía contacto con un montón de gente a través de los fanzines, algo similar a las redes sociales de hoy. Cuando llegué a Madrid ya conocía un montón de gente y por Subterfuge pasaba muchísima más. Aquello era como el camarote de los Hermanos Marx. En la época Mario Vaquerizo me ayudaba con el fanzine. El primer vídeo de Fangoria lo produjo Flipy…

P.: ¿Cómo era el mundo de los vídeoclips? Mantienes el contacto con este medio.

R.: Estuve un montón de años alejado. Ya desde el principio se veía el problema de los presupuestos. Cada vez se hacen cosas más sencillas. He trabajado con grupos vendedores como El sueño de Morfeo, pero las exigencias son mayores y no dejan margen. En el vídeoclip intento hacer ideas sencillas para que todo el equipo cobre algo, lo mínimo. Actualmente somos grupos de tres, cuatro personas. Cada vez menos. El problema es que algunos se tiran un mes para hacer un vídeo muy chulo con una gran posproducción para multinacionales. Muchas veces se gastan todo en que quede muy bien y no hay dinero para el equipo. No es rentable. Otra gente los hace directamente gratis total y es un problema porque han quemado el mercado. Una cosa es que lo hagas para grupos de amigos, que te molen, y otra distinta hacerlo para multinacionales, no hay nadie por encima, ¿a qué cliente aspiras? Es un problema porque luego el que venga después tiene que partir de un presupuesto cada vez más irrisorio. Cuando hablo de vídeos me refiero también a virales, spots y un montón de cosas. Y haces cosas sencillas, originales, que luego se proyectan al lado de superproducciones y el público de a pie no tiene por qué saber que te has currado algo que funciona con muy pocos medios.

P.: El prólogo del recopilatorio lo hace Carlos Areces.

R.: Carlos solía venir mucho y quería que le publicara pero nunca lo llegué a hacer (Risas). Con el recopilatorio le llamé para que escribiese el prólogo y habla de eso: “Por fin publico en Subterfuge”. A mí me gustaban mucho los cortos animados de Carlos, de hecho los proyecté en La noche más corta de Getxo y en el Pura Caspa.

P.: ¿Cómo era el trabajo en Subterfuge Comix?

R.: Tenía que ocuparme absolutamente de todo. Desde el trato con los autores a las imprentas. Llevaba la distribución, la promoción, llevaba los tebeos a los salones… Me lo pasaba muy bien pero no podía sacar más de un tebeo al mes. En Barcelona vendíamos muy bien porque hacíamos mucho ruido en el salón del Cómic. Ladrón iba con un tridente de plástico, maquillado como Alice Cooper, vendíamos camisetas de Miguel Ángel Martín y muchos tebeos y CDs.

P.: Tebeos de grapa.

R.: Sí, a alguien se le ocurrió que el futuro era el tebeo de grapa y muchos editábamos con grapa en los años 90. Funcionaba muy bien Camaleón Ediciones, Mondo Lirondo nos encantaba, pero la grapa era una ruina. Entre el 50% que pagabas a la distribuidora, la imprenta y demás ganabas 30 céntimos por ejemplar. Para el autor también era un desastre porque el 10% era ridículo. Lo bueno de Subterfuge era que no íbamos solo al mundo del cómic. De la Cebolla Asesina vendimos 3000 ejemplares, algo tremendo. Decidimos tirar 15000 tebeos de grapa y distribuirlos por kioscos, que no admitían menos tirada. Descubrimos que las distribuidoras de kioscos cuando devuelven más de cierta cantidad te empiezan a reclamar algo por ejemplar, de modo que puedes perder dinero incluso. Nos dimos cuenta que situaban muy mal los tebeos además. Era la época en la que se ponía El Víbora junto a las revistas porno. Allí vi que el kiosco estaba perdido. Se prioriza los coleccionables y lo que vende y es muy difícil que se pueda llegar a ver tu producto.

P.: En Subterfuge das oportunidad a autores como Paco Alcazar.

R.: Paco Alcazar, Fermín Solís, Sergio Córdoba… Estoy muy orgulloso de haberles publicado por primera vez. De Freaks in Love también vendimos mucho y le dieron el Premio a autor revelación en Barna.

P.: Llama la atención dos líneas tan distintas.

R.: Esa fue la apertura. Cuando llegué a Madrid vi que las monjas asesinas estaban muy bien pero había que abrirse. Cuando me llegó el fanzine Freaks in Love lo tuve claro. Era una especie de Slice of life, historias costumbristas de adolescentes que escuchaban la música de Subterfuge. La cebolla asesina era parecido, pero distinto.

P.: No recuerdo una unión tan fuerte entre música y cómic como la que se dió entonces.

R.: Lo bueno es que es una apuesta que se hizo desde el principio, no es algo a lo que nos apuntamos. Miguel B. Nuñez también publicó por primera vez en Subterfuge. Publicábamos a Agreda, Pepo Pérez… pero nos cansamos. Vi que era muy difícil. A los autores no se les podía pagar bien vendiendo grapa. Lo intentamos editando en lomo la cebolla asesina. A Javi Royo le conocía de la Facultad, él estudiaba diseño y le pedí un personaje para el Burp!. Se inventó la Cebolla, que luego publicó también en La Comictiva. Los álbums se vendieron bien, pero Javi no podía vivir de eso y se dedicaba al diseño.

P.: ¿Cómo eran aquellos años?

R.: Los 90 fueron una locura, todos los días había presentaciones de algo. Salíamos más entre semana que los fines de semana. Me encontraba a Mario Vaquerizo durmiendo debajo de la mesa al volver a la oficina… Se presentaban los primeros canales de ocio como Calle 13 o Paramount, las primeras tiendas virtuales que cogían oficinas enormes en Gran Vía. Salían portales de Internet que ponían carpas gigantes en el festival de Benicassim. Yo me imaginaba que aquello no iba a durar, pero mucha gente perdió sus sueldos de la noche a la mañana. La discográfica empezó a caer y, aunque aún se mantiene con un perfil menor, los fastos de los 90 desaparecieron.

P.: Una de las actividades por las que eres más conocido es la gestión cultural.

R.: Es algo que también surge por casualidad. Empecé montando proyecciones de cortometrajes en la Universidad de Lejona. Como era complicado en la época ver cortos, la gente llenaba. A Javi Quatermass se le ocurrió reunirnos para hacer una semana de cine fantástico y de terror. Pasamos de proyectar en la Universidad a hacerlo en la biblioteca de Bidebarrieta. Era algo muy sencillo. Era todo gratis y poníamos VHS, ni pagábamos derechos ni nada, era muy pirata. Poníamos películas que no se veían entonces como Mal Gusto de Peter Jackson. Yo ponía un par de cortos antes de gente de aquí. Poco a poco pudimos empezar a invitar gente como Paul Naschy, Jesus Franco… autores de los 70 que nos gustaban y que queríamos homenajear. A nuestro modo queríamos acercarnos a la Semana del cine fantástico de Donosti, que a mí me gustaba mucho. Me fui a Madrid y me desvinculé. Fue creciendo y un día me llamaron del Ayuntamiento por Iván Barredo, un buen amigo que llevaba la programación del cine club FAS. Querían cambiarlo porque se había quedado un poco viejo y le dimos un barniz de lo que entendíamos entonces por modernidad. Le cambiamos el nombre y lo llamamos FANT y, fijándonos en el festival de Donosti hicimos maratones y cosas muy festivas. Lo hacíamos en los Ideales y un día vinieron a presentar Flipy, Vigalondo… era todo muy canalla. Aumentó la asistencia un 60%, la gente se quedaba fuera. Lo dejé por desaveniencias y porque me fui a dirigir el Festival Internacional de Cine de Comedia de Peñíscola. Me llamó Flipy para presentarnos a concurso e increíblemente lo ganamos. De la noche a la mañana, en menos de mes y medio, tuvimos que levantar un festival internacional de la nada.

P.: ¿Es tu mayor reto?

R.: Sí, porque había que pelear con los políticos de la zona. Desayunaba y cenaba con los que están en la trama Gurtel. Comí marisco con algunos, aunque no fui tan listo de llevar una grabadora (risas). Había que tener mucha mano izquierda. Cada uno te pedía una cosa diferente y tienes que mediar entre todos. Los políticos sólo estaban interesados en que trajésemos gente famosa, que saliese en la tele. Nuestro culmen fue cuando vinieron de Aquí hay tomate.

Mi problema en Peñíscola es que no me llevaba bien con la empresa que me contrataba. La empresa hacía páginas web y no tenían idea de cine. Me contrataron a mí y a Flipy, que era mi mano derecha. Cuando vi el primer día el hotel donde nos alojábamos, el Papa Luna, se me cayó todo encima. Cuando empezamos, al gerente de la empresa que nos contrató le dio un blancón y estuvo varios días encerrado en su habitación de hotel. Él que llevaba comunicación se hizo un esguince y al otro socio le dio un amago de infarto. Un día antes de empezar no teníamos proyector. Me fui a mi habitación de hotel a redactar mi dimisión. A las 3 o 4 de la mañana me llegó un SMS que ya había proyector.

Aguantamos tres años. Cada año los de la productora querían recortar más para hacer más dinero. Sobre todo querían gastarlo en lo que exigían los políticos. Primero, conseguir una estrella. Descubrí que hay un mercado de llevar estrellas a festivales pagando. Estrellas como Sofía Loren. Un año tuvimos la genial idea de decirles que invitábamos a Bud Spencer, que le encantaba al de patronato de cultura.

Intentabas hacer una programación potente y era desesperante. Llegó un año en que el decidieron que lo iban a poner todo en DVD y que no iban a invitar cortometrajistas. Aunque me ofrecieron triplicarme el sueldo lo dejé y conmigo se fue casi todo el equipo. Estaba harto.

Una pena porque hicimos cosas bonitas, a veces muy relacionadas con el humor. Trajimos a Joaquín Reyes, que aún no había despuntado, a Pablo Motos…

De Peñíscola tengo anécdotas para escribir un libro de memorias.

 P.: También apuestas por el cómic.

R.: Metía cosas de animación. Llevé a Dario Adanti, a Alberto Vázquez cuando aún no era tan conocido… eso siempre lo he intentado. En el FANT también hacía exposiciones de cómic. Estuvo Carlos Giménez con el story del Espinazo del diablo, Paco Alcazar y Miguel Nuñez también expusieron y tocaron. Hacíamos muchas fiestas.

P.: También has colaborado en el Festival de cine Fantástico de Donosti.

R.: Sí, puntualmente. Me hice amigo de Rebordinos. Para mí es una persona básica, un maestro de cómo llevar festivales. Con él aprendí un montón. También me gustaba mucho el Festival de Gijón, como trabajaba Cienfuegos…

P.: En el Salón del cómic de Getxo vemos una vez más las sinergias con otros medios. ¿Qué tal es la respuesta del público a esas interacciones?

R.: Funcionó muy bien los primeros años. El salón de actos se llenaba y había que poner una pantalla fuera. Vinculábamos a gente que no era exclusivamente la del cómic. Mi idea siempre ha sido que Getxo cumpliese con el aficionado pero que la gente que se acercase a curiosear también comprase algo o dejase de pensar que el cómic es sólo cosa para niños. A pesar de lo que parece, Getxo es un salón muy modesto. Bastante está aguantando a pesar de la crisis.

P.: ¿Es muy distinto el trato con la gente del cine y el cómic?

R.: Hay de todo, pero la gente del cómic es más agradecida. En el mundo del cine sale gente que se hace famosa y te exigen cosas que nunca haría un dibujante. Los dibujantes suelen ser más cultos que la gente del cine pero viven más encerrados. En el cómic no está la tontería de la alfombra roja, por eso es mucho más rompedor. Siempre digo que si un dibujante de cómic es muy malo no va a publicar o puede que se autopublique pero un cineasta malo puede hacer películas toda la vida.

P.: Después de trece años de Salón del cómic de Getxo qué objetivos te planteas.

R.: Han pasado unos años en los que el reto ha sido mantenerlo, mantener los invitados en una época muy difícil en la que ha menguado mucho el presupuesto. A mí me gustaría hacer cosas nuevas pero no es fácil innovar en el modelo, no tienes presupuesto. Lo que intentamos es que la gente esté a gusto, que se acerquen a descubrir autores, cómics y que tenga una parte cultural, no solo se dedique a vender novedades. Hay formatos que se están quedando obsoletos como la mesa redonda. Hay un público joven al que no le interesa y habrá que pensar algo. Una de las cosas que hemos hecho es inventarnos el GRAF. Sabemos que el público es mucho menor pero es muy fiel. La gente que viene se edita su propio trabajo y queremos reflejar esa parte del cómic que en otros eventos está perdiendo su protagonismo. No parece haber espacio para esas propuestas y es importante que la gente pueda hablar con los autores, tomarse una cerveza y que las mesas redondas sean diferentes. Se han hecho cuatro ediciones, en Madrid y Barcelona y está funcionando muy bien.

Desde los carteles hemos querido dejar claro el espíritu del evento. Una cosa que hemos conseguido es un público muy variado, de edad y de sexo.

P.: Otra de tus apuestas es el Tracking, en el que las tangencias son protagonistas.

R.: Quiero hacer algo nuevo. Me gustan mucho los retos. Si las cosas no crecen me canso. El Tracking se me ocurrió cuando vivía en Barcelona pero vi que funcionaría mejor en Bilbao. La idea es dar voz a creadores que están mostrando su trabajo a través de Internet y el modo en que pueden rentabilizar esa fama conseguida es llevando su formato al teatro como el espectáculo Go, Ibiza Go o El Mundo Today. Hay de todo, dibujantes, cómicos… Este año ha estado Albert Monteys, que dejó El Jueves y realiza Orgullo y Satisfacción o Universo, de lo mejor que he leído últimamente.

P.: A pesar de tanta actividad continúas tu labor como autor. Hemos hablado antes de tu labor en la línea tremenda.

R.: Esa línea se agotó. Soy, además, muy lento. Para una historia de 13 páginas de Tales from de Splatter Family me tiré un montón de tiempo que ya no tengo. He sacrificado la parte de dibujar pero conocí a Chema García que es un monstruo. Chema es un andaluz loco que vive en un cortijo y dibuja sin parar pero para él solo. Lo que hago es irme varios días a su cortijo y me enseña todos sus tebeos. Yo hice un fanzine, “Devuélveme mi secreto”. Un día me dijo que quería hacer algo similar, que escribiese algo así para que lo dibujase él y así nació Cortocuentos.

P.: Son historias de cuatro páginas que edita Astiberri cada una con un formato diferente.

R.: La idea es que son historias de cuatro viñetas con cuatro frases, algunas incluso sin frase. No pensamos en quién lo iba a leer, solo que nos gusta a nosotros. Montamos dos historias que mostramos a Astiberri por cercanía y afinidad y así comenzó todo. Es un tebeo complicado. A los fundamentalistas del cómic puede no interesarles, tiene un lado siniestro pero hay padres que se lo leen a los hijos. En la Fnac está en la sección de cómic pero igual también debería estar en infantil y juvenil. Las distribuidoras funcionan en apartados estancos. Es complicado ir más allá pero estamos muy contentos.

P.: Sacáis una segunda parte con autores invitados.

R.: La razón es que Chema trabaja ilustrando libros educativos y no tenía tiempo. Un día estábamos en su cortijo tomando gazpacho y pensamos en invitar a otros autores porque en el primer libro nos planteamos que cada cuento estuviese hecho en un estilo distinto (Chema tiene mil estilos distintos). Hicimos una lista de autores que nos gustaban y todos nos dijeron que si. Hay historias brutales y los dibujantes tuvieron libertad absoluta para hacer lo que quisieran. Curiosamente, a pesar de tener grandes nombres como Paco Roca, David Rubín, Javier Olivares… se ha vendido peor que el primero. Igual teníamos que haberlo hecho entre los dos y dejar que siguiese siendo algo solo nuestro.

P.: ¿Veremos un Cortocuentos 3?

R.: Quería hacer otra cosa en esa línea, pero diferente. Aún no sé si saldrá algo o no. Chema anda muy ocupado y mis proyectos personales siempre van más lentos de lo que me gustaría, de hecho tengo apalabrado con una editorial un álbum desde hace tres o cuatro años en la línea de “Devuélveme mi secreto” y tengo que hacer 30 páginas nuevas pero no encuentro el momento y para cuando consigo hacer una página han pasado meses.

Hay un proyecto que creo que va a funcionar muy bien con Juan Díaz Faes en el que mezclamos cine e ilustración infantil que sacaremos después del verano.

P.: Poco a poco hemos visto como han ido floreciendo libros regalo ¿Igual Cortocuentos se ha adelantado a su tiempo?

R.: Es algo que me dicen mucho, que me adelanto a mi tiempo. Me pasó también con Snuff 2000 pero haces las cosas que se te ocurren en cada momento. A Miguel Ángel Martín también se le ha considerado siempre un visionario pero afortunadamente ha encontrado su público así que al final las cosas se van poniendo en su sitio.

P.: Snuff 2000 supone tu vuelta al mundo del cortometraje.

R.: Íbamos a hacer una película, Historias horripilantes, entre cuatro directores:. Koldo Serra, Nacho Vigalondo, Gorka Vázquez y yo. Alaska iba a presentar las historias. No sé que pasó de repente pero cuando sucedió lo de los torres gemelas se cayó la financiación, o eso nos dijeron… Yo tenía mono de rodar e hicimos el corto. Rodamos en cine, algo que casi no se hace ya. El reto fue trasladar la estética de Miguel Ángel a la pantalla aunque era una historia en blanco y negro. Tampoco quería que hubiese nada explícito, quería transmitir el mal rollo por lo que no se ve. Es un corto que funcionó muy bien en festivales y sigue siendo fresco. Es anterior a Sin City pero ha envejecido muy bien y sigue interesando. De hecho la gente de Vidas de papel, que suelen hacer serigrafías, van a editar el story con el corto y extras así que aún sigue moviéndose.

Con Miguel Ángel hace años salió un proyecto basado en Rubber Flesh y las productoras nos lo tiraban a la cara. Era una historia de una chica que se cortaba los brazos y le volvían a crecer y tenía una pistola conectada a su cerebro. Funcionaba como un disco duro. Allí sí que fuimos visionarios. Lo dejamos aparcado y a los dos, tres años surgió una productora coreana muy interesada en rodarlo en inglés. Tuvimos reuniones y parecía que iba en serio pero no encontraron coproducción con España. Menos mal que no me lo creí. En el cine te puedes tirar dos o tres años intentando levantar un proyecto y quizás no salga. Yo he tenido varias crisis de ver si dedicarme a una cosa sola y menos mal porque igual ahora estaría mirando al techo como muchos compañeros.

P.: Con Martín sigues colaborando en obras de microteatro y especialmente en Neuroworld.

R.: Lo rodamos en dos fines de semana. Se empezó a mover mucho el microteatro en Madrid, obras de 15 minutos en salas en las que entran 15 personas. Tienes a los actores muy cerca. Escribimos juntos una historia basado en sus personajes de Superpussies. Nos llamaron de Calle 13 para hacer una obra y fue muy bien. Trabajamos con dos actrices. Al poco nos llamaron para hacer un Little Secret Film, una película hecha en muy poco tiempo y retomé y amplié la obra. Miguel Ángel está encantado porque dice que se entiende mucho mejor su humor. Marta, que es la youtuber, ahora está en la última peli de De la Iglesía.

P.: ¿Hay un salto grande del cortometraje a el largo?

R.: Lo importante en ambos casos es mantener el ritmo. Hay cortos que te aburren en cinco minutos. La película se estrenaba en varias plataformas, cine y también en youtube. Mi idea era que se pudiese disfrutar igual de bien en cualquiera de los formatos en que se expusiese aunque es cierto que queda mejor en pantalla grande. Funcionó bien en youtube, ha estado en festivales y aún tiene recorrido. Lo que nos hemos dado cuenta es que si te sales de los circuitos de salas hay medios de comunicación que no te hacen ni caso. Da la sensación que seguimos fanzineando. Estoy muy contento pero en muy pocos blogs de cómic ha tenido repercusión. Martín es un autor que, afortunadamente, tiene público más allá del cómic.

P.: ¿Vas a volver a trabajar con él?

R.: Con Martín tengo un proyecto para llevar su obra Playlove al cine, pero lo más complicado es buscar la financiación. Estoy muy contento con Neuroworld, la gente se ha volcado pero creo que tiene que haber un mínimo de costes y que la gente cobre unos sueldos decentes. No sé si ocurrirá o cuánto tardaré pero si algo he aprendido es a ir poco a poco.

P.: Otra labor en la que destacas es en la de moderador. Has llegado a traer a Robert Crumb a Bilbao.

R.: Otra experiencia muy bonita. Nunca hubiese supuesto cuando empezaba en Bellas Artes que iba a conocer a mis ídolos. No pensaba que iba a conocer a Moebius o estar junto a Cronenberg, mi director favorito o junto a Jan. Crumb no pudo firmar en Bilbao porque aquello era una locura y entiendes por qué no va a festivales. Yo creía que no lo iba a conseguir. Juan Bas nos escribió a ver si lo veíamos posible. Le dije que no. Juan me decía que querían darle un premio con una dotación económica, me preguntó a ver si sabía cómo llegar a él y le dije que sí. Por un lado iba a hablar con La Cúpula, aunque sabía que me iban a decir que no y por otro lado tengo un amigo, Ricardo Mena, que escribió un libro con las cartas de juventud de Crumb para Dolmen. Crumb le escribió una postal de agradecimiento que tiene enmarcada. En ella está la dirección física de Crumb y le mandamos una carta física con la invitación a ver que decía y respondió que sí. Le entrevisté antes de que llegase. ¡Llamé a una casa y me coge Robert Crumb! Flipante. Me ayudó un amigo con la traducción. Nunca me pongo nervioso en las entrevistas pero en este caso sí. Fue una experiencia muy bonita. Pero vamos, el mérito real fue de La Risa de Bilbao, de ellos era la invitación al festival y el premio, y de Ricardo, que tenía la dirección física del maestro.

P.: Das tu opinión en El Butano Popular, realizas con Rober Garay Ventrilocuo Joe, colaboras en Cactus… ¿Cuáles son los siguientes pasos?

R.: Hace tiempo que quería hacer radio. Hago muchas entrevistas y estoy en contacto con mucha gente interesante pero quería un formato más natural en el que podamos hablar de cosas que no suelan decir. Puse en facebook un comentario y Joseba Vegas de Bi fm me escribió diciéndome a ver qué quería hacer. Nos reunimos y decidimos hacer el programa La Hora Canibal. Mi idea no es nueva, poner música, hablar con amigos, que es la primera parte del programa y luego hacer una tertulia, hablar sin guión.

LINKS DE INTERÉS:

Blog de Borja Crespo: http://www.infraser.com

Subterfuge: http://www.subterfuge.com

Autsaider: http://www.autsaidercomics.com/subterfugecomix.html

Cortocuentos: http://astiberri.com/ficha_prod.php?cod=cortocuntos

Salón Cómic Getxo: http://www.salondelcomicdegetxo.net

Graf: https://app.box.com/s/1czjw20j4qyxcc5kxlou54eocbh950uo

Revista Cactus: http://revistacactus.com

Ventrilocuo Joe: http://ventrilocuo-joe.tumblr.com

Bifm: http://www.bifmradio.com

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