
Hasta las costas de Gravelines, Francia, llegó la «Armada Invencible» de España. Completamente derrotada por una fuerza naval inglesa muy superior y unas condiciones meteorológicas no menos agresivas que la propia batalla, dando victoria a las tropas de Isabel I, bajo el mando de Lord Charles Howard y Sir Francis Drake.
En plena batalla y tras más de de ocho horas de auténtica guerral, la armada invencible en un momento muy decisivo, si vio sorprendida por un violento cambio en la dirección del viento que llevó a los españoles a una inminente e inesperada derrota, viéndose obligados a retirarse al Mar del Norte.
Isabel de Inglaterra: El gran obstáculo de Felipe II
A finales de la década de 1580, las incursiones inglesas contra el comercio español y la gran animadversión que encontraba Felipe II frente a la reina Isabel I de Inglaterra por los frecuentes ataques de barcos ingleses a españoles, llevaron al rey Felipe II de España a ejecutar drásticas medidas y planificar la conquista de Inglaterra.
El Papa Sixto V dio su bendición a lo que se llamaba «La Compañía de Inglaterra», que esperaba traer de vuelta a la isla protestante al redil de Roma. En 1587, se completó una gigantesca flota invasora española, pero la audaz incursión de Sir Francis Drake en los suministros de la Marina en el puerto de Cádiz motivó que retrasara la partida de la Marina hasta mayo de 1588.
Fué el dia 19 del mes mayo cuando la Armada Invencible partió de Lisboa en una ambiciosa misión, con la intención de poder asegurar el control del Canal de la Mancha y transportar un ejército español a la isla británica de Flandes. Felipe II, necesitaba ir afianzando posiciones.
Hasta allí se desplazaría una gran flota, bajo el mando del Duque de Medina-Sidonia. El Duque dispondría de una flota de 130 barcos con 2.500 cañones, 8.000 marineros y casi 20.000 soldados.
La flota de Medina-Sidonia no fue tan rápida
Los barcos españoles eran más lentos y menos armados que sus homólogos ingleses, pero planeaban forzar las acciones de abordaje si los ingleses ofrecían la batalla, y la infantería española superará, sin duda, a su oponente, ese era el plan.
Retrasada por las tormentas que lo obligaron temporalmente a regresar a España, la Armada no llegó a la costa sur de Inglaterra hasta el 19 de julio. Para entonces, los británicos estaban listos.
El 21 de julio, la armada británica comenzó a bombardear la línea de siete millas que formaban los barcos españoles, desde una distancia segura, sacando el máximo provecho de sus cañones pesados de largo alcance. Contra ellos,La Armada española no tuvo otra opción que continuar avanzando durante los siguientes días, pero sus filas fueron mermando drásticamente por el inesperado asalto inglés.
Los ingleses empezaban a destruir y derrotar toda esperanza española
Seis días después, 27 de julio, la Armada fondeó frente a Calais, Francia, donde el ejército español, habiendo perdido el control del Canal, veía cada vez más imposible su paso a a tierras de Inglaterra. Poco después de la medianoche del 29 de julio, los ingleses enviaron ocho barcos envueltos en llamas hasta el apretado puerto de Calais,,buscando la reacción de los aterrados barcos españoles, viéndose obligados a cortar sus anclas y navegar hacia el mar para evitar incendios.
La flota española, cada vez más desorganizada, completamente fuera de formación, fue atacada por los ingleses de Gravelines al amanecer. En la que fue una batalla decisiva, donde las armas inglesas, muy superiores, ganaron el día, y la escasa marina devastada, fue forzada a retirarse al norte de Escocia. La falta de suministros por parte de los ingleses, evitó haber perseguido y extinguido lo que quedaba de aquella “ARMADA INVENCIBLE”.
Desastrosa pérdida para Felipe II
Golpeado por las tormentas y el sufrimiento de una extrema falta de suministros, la Marina española navegó en un duro viaje de regreso a España alrededor de Escocia e Irlanda.
Con la derrota, se esfumaron aquellas esperanzas de Felipe II, de consolidar nuevos territorios, en una época en la que disponía de varios y muy valiosos dominios.
Para Isabel I, aunque no lo sabía, este sería uno de los comienzos de su posterior imperio.
Gran parte de los barcos, naufragaron, mientras que otros fueron conducidos a la costa de Irlanda a morir. Cuando la última flota consiguió llegar a España, era ya el mes de octubre, la mitad de la marina original se perdió y unos 15.000 hombres habían perecido.
La derrota decisiva de la reina Isabel a la Armada Invencible convirtió a Inglaterra en un poder de clase mundial e introdujo armas efectivas de largo alcance en la guerra naval por primera vez, poniendo fin a la era del acercamiento y la lucha a puerta cerrada