“Ningún libro está completo hasta que lo lee el lector”. Entrevista a Iban Barrenetxea

Iban Barrenetxea es conocido entre nosotros sobre todo por su labor de ilustrador pero, como a él mismo le gusta decir, es, sobre todo un narrador. Barrenetxea ha ido construyendo un universo propio con un pie anclado en las cuentos clásicos que han sabido enlazar con las nuevas generaciones gracias a un meticuloso dibujo y una forma de contar que encandila a niños de todas las edades. Con él repasamos su trayectoria.

Pregunta: ¿Cuáles fueron los libros que hicieron que quisieras ser ilustrador?

Barrenetxea: No fueron los libros, ¡fueron las películas de Errol Flynn! Me volvían loco las películas de aventuras y de espadachines. En cuanto terminaban me ponía a dibujar lo que había visto. Era una forma de que las historias continuasen. Incluso hacía los efectos de sonido de los cañonazos mientras dibujaba. Algún día descubrí que los libros y los cómics era otra forma de “ver películas”. Para bien o para mal, como lector me crié salvaje en la biblioteca de mi pueblo. Creo que tuve la suerte de escoger bien lo que leía, o tal vez es que los buenos son los que dejaron el “poso” y el resto los he olvidado. Básicamente así descubrí a Stevenson, Verne, Dumas… A Tolkien llegué con unos 12 años. Supongo que Tolkien fue clave, ya que por su culpa también me entraron unas ganas tremendas de escribir mis propias historias de dragones, magos y guerreros. Y de forma paralela siempre estuvieron los cómics: Astérix, Tintín y más adelante todo el universo Marvel. En casa de mis padres había muy pocos libros. Lo más interesante era una enciclopedia de naturaleza con unas ilustraciones alucinantes. Muchas veces me quedaba en casa el fin de semana porque el dinero para chucherías ya me lo había gastado en cómics. Creo que el primer ilustrador a quien conocí ya por su nombre fue Norman Rockwell. En su trabajo además de una técnica increíble veía historias contenidas en una imagen. En definitiva, más que algún libro en concreto, me atrapó la lectura, el hábito de leer, de que me contasen historias.

P.: Antes de comenzar a ilustrar profesionalmente te dedicas al diseño gráfico. ¿Cómo das tus primeros pasos en el sector?

R.: Creo que lo mejor de aquellos diez años fue que me puse a leer “en serio”. Supongo que era una forma de huída. Aquello de tener un trabajo con un horario “normal” me dejaba tiempo libre para devorar clásicos. Dibujar apenas dibujaba, pero lo poco que hacía empecé a colgarlo en un blog. Fue durante aquella época dorada de los blogs, antes de que llegasen el resto de redes sociales. Gracias a esos blogs conocí a ilustradores estupendos como Jacobo Muñiz y Tatio Viana. En muchos sentidos ellos han sido mis maestros. Gracias a ellos empecé a darme cuenta de que aquello era una profesión. En realidad yo no era un consumidor de libros ilustrados. Tuve la suerte de que las personas adecuadas —como Arianna Squilloni que por aquellos tiempos estaba creando A buen paso, y la editorial OQO— confiasen en mí y me abrieran las puertas del mundo editorial con apenas media docena de dibujos en mi blog. Ese paso final se debió a un cúmulo de circunstancias personales. Pero básicamente estaba cansado de ciertas cosas, así que dejé de ponerme excusas y me lancé.

P.: Pronto comienzas a publicar tu primer libro: “El cazador y la ballena”. ¿Cómo nace la obra?

R.: En realidad mi intención siempre fue empezar ya con un texto propio. Estaba en ello, incluso tenía dos o tres páginas dobles ilustradas. Pero durante un viaje a Londres me encontré con un libro que acababa de salir y que básicamente era la misma historia en la que yo estaba trabajando. En fin, me entró una desilusión tremenda y lo dejé de lado. OQO, que en aquellos tiempos también era una editorial casi recién nacida, me ofreció el texto de El cazador y la ballena y lo acepté.

P.: Ya en tu primer trabajo vemos algunas de las características que mantendrás a lo largo de toda tu trayectoria.

R.: No tengo claro si fue una ventaja o una desventaja haber empezado en esto tan tarde —el primer libro me lo publicaron en 2010, con 36 o 37 años—, pero ya venía con las ideas bastante claras. Por un lado lo tenía todo por aprender, pero al mismo tiempo sabía en qué dirección quería ir, así que empecé a explorar en esa dirección. Ya desde el principio quise plantear las imágenes con cierto aspecto teatral. El plano fijo, la perspectiva plana, la forma de narrar mediante los personajes y los detalles, el gesto congelado que veía en los relieves asirios y la pintura antigua o en el cine mudo. La técnica, el dibujo en sí, no me preocupaban tanto como encontrar formas de narrar utilizando este medio, pero basadas en todas esas cosas que me gustaban. El hecho de no saber nada me permitía ser “valiente”. Y precisamente acepté El cazador y la ballena porque pensé que el texto también me ofrecía la posibilidad de jugar con esas cosas.

P.: Tu primer trabajo supone ya un gran reto: ilustrar un álbum en el que el peso recae totalmente en tu dibujo. ¿Cómo afrontas este reto?

Barrenetxea.: Bueno, no creo que la escritora esté de acuerdo con eso… La clave del álbum ilustrado está en la interacción entre texto y la imagen. Desde entonces he ilustrado muchos libros, pero creo que entre ellos solo hay dos o tres que pueden considerarse estrictamente libro-álbum, y este es uno de ellos. Al menos considerando el medio tal como yo lo entiendo.

P.: Lejos de ilustrar literalmente el texto de Paloma Sánchez aportas nuevas metáforas que aporten nuevas lecturas al libro.

R.: Claro, y precisamente creo que es una parte fundamental del libro-álbum. Lo que más me atrajo del texto era que se trataba de una historia muy estática en la que apenas sucede nada: durante el día el cazador busca a la ballena, por la noche mira las estrellas. El reto para mí era contar la historia en una secuencia de imágenes que reflejase ese ritmo del texto, pero que fuese variado. Y al mismo tiempo quería expandir la historia, hacerla menos concreta. El cazador busca a la ballena, pero también podía tratarse de un cazador persiguiendo a un león por la sabana, o un montañero escalando el Everest. Así que prescindí del mar y lo convertí en un mar de hojas. Para mí fue instructivo en muchos sentidos. Aparte de todo lo demás, me sirvió para convencerme de que la labor del ilustrador no es hacer lo que el autor del texto o el editor tienen en mente, sino la de interpretar el texto y aportar su propia lectura. Desde entonces, excepto en un par de ocasiones, me he dedicado más a ilustrar clásicos y textos propios.

P.: En el libro, como en el resto de tu obra, te planteas una serie de limitaciones a la hora de ilustrar el relato que darán al trabajo un carácter singular.

R.: Sí, creo que es una forma de aprender. Utilizar muy pocos recursos y tratar de sacarles el máximo partido. Es como esas escenografías en las que tan solo hay una silla, así el peso recae sobre el actor, los gestos, sobre las pequeñas variaciones, los pequeños detalles adquieren una importancia enorme.

P.: En este primer libro trabajas con lápices de colores, algo que no volverás a hacer en el futuro.

Barrenetxea.:Disfrutaba mucho pintando con lápices, pero cada dibujo me llevaba una eternidad y el resultado tampoco era el que yo quería.  Con el planteamiento que utilicé en El cazador y la ballena, manteniendo el plano, con un personaje único en su barco, etc… el trabajo terminó siendo desesperante. Además, escanear y reproducir dibujos a lápiz es un infierno. El trabajo en ese libro me llevó tanto tiempo que para cuando iba a medio camino ya estaba haciendo experimentos con técnicas digitales. Al final la técnica digital no ha hecho que trabaje más rápido, más bien al contrario, pero me permite un mayor control sobre el resultado y la posibilidad de trabajar los detalles al máximo. Y para entonces ya estaba Bombastus Dulcimer en su velocípedo.

P.: Tu siguiente paso será un gran salto que nos permitirá ver que, además de un gran ilustrador eres un gran escritor: “Bombástica Naturalis” será tu siguiente trabajo. ¿Cómo nace la obra?”

R.: Bueno… Gracias por pensarlo así… En realidad nunca me he colgado la etiqueta de ilustrador ni la de escritor. Siempre he tenido claro que no ilustro libros por el placer de dibujar, ni escribo historias porque tengo esa necesidad por escribir que tienen algunos escritores. Yo la necesidad que tengo es la de contar historias. Nunca me pongo a dibujar por dibujar (aunque debería hacerlo), si lo hago es porque la imagen va unida a una historia. Y lo mismo me sucede con el texto. Para mí no vale lo de “siéntate y escribe”. Primero tengo que contarme la historia a mí mismo, después me siento y la escribo para los demás. Creo que mi primer intento de escribir una novela sería con once o doce años. Escribir es algo que he hecho siempre, igual que dibujar. Bombástica nació ya durante el proceso de El cazador y la ballena. Un día recibí un email de una tal Arianna Squilloni, que había trabajado como editora en Thule y que estaba fundando su propia editorial, A buen paso. En aquellos tiempos yo aún estaba trabajando como diseñador, pero de vez en cuando intercambiábamos algún correo. Cuando al fin fui “libre” me propuso que hiciera algo para A buen paso, algo con total libertad. Yo tenía infinidad de ideas esperando, pero no me decidía por ninguna. Me daba miedo lanzarme a hacer algo demasiado complicado. Ya le había hablado de Bombastus, así que fue la propia Arianna quien sugirió que podía hacer un catálogo de las plantas-invento de este personaje.

P.: El libro nace como un catálogo de plantas ordenado alfabéticamente que se va convirtiendo en una recopilación de pequeñas historias que nutrirán tu obra posterior.

Barrenetxea.: Tengo la costumbre de complicarme mucho la vida. Escogí lanzarme con ese libro porque la idea de partida era muy sencilla: un catálogo de híbridos entre planta e invento, así de simple. Entonces pensé que el libro tenía que tener un comienzo y un final y se me ocurrió hacerlo en orden alfabético según el nombre de la especie en latín. Además la planta debía partir de una planta real, lo cual complicaba mucho el asunto, sobre todo en las últimas letras del alfabeto (existen muchísimas plantas que empiezan por A, pero muy pocas con W, X, Y y Z). Pero también debía tener una continuidad narrativa, mientras los textos debían ser independientes de la imagen aunque con algún eco, etc, etc… Al final me llevó un año de trabajo, pero fue un libro importante para mí. En cierta forma es una especie de “Big-Bang”: todas las partículas que forman mi universo están ahí  condensadas y explotan en Bombástica.

 P.: En el libro la secuencia narrativa es esencial.

R.: Sí, mi intención era que cada imagen contara su propia historia, pero al mismo tiempo la acción debía ser consecuencia de la imagen que la precede y debía influir en la posterior. Así que se creaban dos hilos narrativos, uno que se movía en horizontal con el paso de la página y otro en vertical, por decirlo de alguna forma, ya que las historias de los personajes que se ven en cada imagen también vienen de algún lugar y no terminan. Quería que fuese un libro sin personajes secundarios, como la vida misma. Cada personaje vive su propia historia que en momentos se cruza con la de otros y en algunos casos influye de alguna forma en la historia “horizontal”. Y luego estaba el texto, que a veces es una descripción de la planta-invento mientras que en otros casos cuenta otra historia diferente de lo que está sucediendo. En fin, como ves, quería hacer algo sencillo y…

 

P.: El libro busca la participación activa del lector, que puede elegir entre las múltiples lecturas que propones en el libro de diversos modos.

R.: Claro, ningún libro está completo hasta que lo lee el lector. Me fascina pensar qué sucede en la mente de un lector mientras lee un libro. Intenté incluir material narrativo suficiente para sugerir; imágenes que deben ser “leídas” como parte de algo que se está construyendo sobre la marcha, pero sin dárselo todo hecho al lector. En muchos sentidos Bombástica es un libro que no está terminado.

P.: En “Bombástica” conocemos a Bombastus Dulcimer, que mezcla con habilidad inventos y botánica.

Barrenetxea.: Bombastus surgió mientras leía una biografía de Charles Darwin donde me encontré con su abuelo Erasmus Darwin. Un personaje fascinante, un verdadero “polímata”, un auténtico hombre ilustrado del siglo XVIII, médico, botánico, inventor y poeta de quien se cuentan unas anécdotas muy curiosas.

P.: ¿En algún momento te has planteado regresar al personaje?.

R.: Sí y no. Teniendo en cuenta la buena acogida que tuvo el libro podía haberme dedicado ha seguir tirando de ese hilo, pero también me apetece hacer otras cosas. No descarto que aparezca por algún lado en el futuro, pero no me planteo hacer una Bombástica 2 ni nada parecido. Hay otros personajes que menciono en el libro, como el mago Maledictus que me atraen más.

P.: En “Bombástica” texto y dibujo tienen un gran peso. ¿Cómo desarrollas ambas labores?

R.: Bombástica es un libro inusual para mí porque tampoco sé muy bien si se puede catalogar como álbum o no. El texto y la imagen van unidas pero son independientes, no sé… Creo que ese libro solo es posible precisamente porque fui el autor de ambas cosas. Pero por lo general dejo que las ideas se desarrollen en mi imaginación antes de ponerme a escribir o a dibujar, así que cuando me pongo a trabajar ya está todo ahí. Las imágenes surgen del texto y el texto surge de las imágenes. Es difícil de explicar porque vienen juntas… Una vez más, creo que la única forma de explicarlo es que lo que surge es la historia y tanto las imágenes como el texto salen de ahí. El resto es sentarse a intentar materializarlo para que lo vean los demás. El texto y las imágenes son solo el medio, el fin es contar la historia.

P.: Las ilustraciones, lejos de convertirse en meras traslaciones del texto tienen su propia autonomía y cuentan sus propias historias.

R.:Eso es lo que intento, y el hecho de escribir mis propias historias me ofrece una mayor libertad a la hora de omitir cosas del texto e incluirlas en las imágenes y viceversa.

P.: ¿Cómo te enfrentas a la página en blanco? ¿Puedes explicar como es el proceso de realización de una página?

Barrenetxea.: Primero necesito ver la imagen ya proyectada en mi mente. Eso no quiere decir que al final el resultado vaya a ser el que yo creía en un principio. Dejo que la imagen vaya creciendo. Pero para mí es fundamental tener muy claro de antemano lo que voy a hacer. Para mí no funciona ponerme ante la página y dibujar hasta que salga algo. Me documento mucho. Si tengo que dibujar un cocodrilo no copio una foto de un cocodrilo. Veo cientos de fotos de cocodrilos hasta que tengo una imagen mental de “mi cocodrilo”, que es el de historia que estoy haciendo y ningún otro. Y lo que digo sobre el cocodrilo también vale para una casa, para Sherlock Holmes o para un microscopio. El resto es ponerse manos a la obra, pura técnica. Lo realmente importante son esos pasos previos.

P.: El formato parece formar parte de la historia.

R.: Sí, no es lo mismo un álbum donde la imagen forma parte de una secuencia continua con un texto que más que narrar o describir sugiere, que un cuento o una novela donde la relación entre el texto y la imagen o incluso el espacio que estas ocupan funciona de otra forma.

P.: ¿Cómo es la relación con la editora?

R.: De Arianna, además de tener que agradecerle que me abriera las puertas de su editorial, he aprendido muchísimo. Ya hemos hecho cuatro libros juntos y no sé cómo me aguanta. Se apasiona con los proyectos y hace todo lo posible para que el libro sea lo mejor posible.

P.: Miquel Puig, el diseñador de A buen paso, se implica en todos los libros en los que participa de un modo activo.

R.: La intención es la de crear un buen libro en todos los sentidos, no solo en su contenido sino como objeto. No tengo la menor duda de que el objeto va a influir en la experiencia del lector, en su forma de percibir la obra, así que un buen diseño es fundamental.

P.: En “Bombástica” dejas los lápices de colores y trabajas en digital.

Barrenetxea.: Sí, tal como he dicho antes, llevaba algún tiempo haciendo experimentos. De todas formas el término “técnica digital” es muy engañoso. Sigo trabajando en digital, pero la técnica que utilizo ahora es totalmente diferente a la que utilizaba en Bombástica. Por ejemplo en estos momentos he dejado de incorporar texturas digitales y mi forma de pintar (utilizando una tableta Wacom Cintiq) se está volviendo más natural, cada vez se parece más a pintar con acrílicos. Es un medio que ofrece unas posibilidades infinitas.

P.: En el libro, como en toda tu obra, la influencia de la literatura inglesa está muy presente.

Barrenetxea.: Sí, creo que al final eso que se llama estilo tiene mucho más que ver con todas esas cosas que forman el universo personal que con la propia técnica o con la forma de dibujar la nariz de los personajes. Me apasiona la literatura inglesa (aunque también la alemana, la rusa…), ciertas épocas de la historia, tantísimas otras cosas… Y al final todo eso se va colando en lo que uno hace.

P.: El cine mudo es una influencia constante en tu obra.

R.: Me encanta el cine mudo, la estética, la teatralidad, la forma de narrar. Por supuesto me gusta el cine cómico de Buster Keaton, Harold Lloyd, etc, pero cuando hablo de cine mudo me refiero más bien a los clásicos, como los grandes genios del expresionismo alemán: Murnau, Pabst, Lang, etc… Tal como he dicho, son tantas cosas las que me han influido que necesitaría horas para hablar de todo ello.

P.: El libro obtiene numerosos premios. ¿Qué suponen los premios en tu obra?

Sobre todo me hizo ilusión que un libro tan “raro” de un autor totalmente desconocido fuese tan bien acogido. Los premios ayudan a darse a conocer, facilitan que se publiquen en otros idiomas, dan ganas de seguir haciendo cosas y por supuesto si van acompañados de dotaciones económicas te permiten comprar tiempo para seguir haciendo otros proyectos. Por otro lado los premios son algo muy subjetivo y no hay que dejar que se te suban a la cabeza. Tanto cuando te los conceden como cuando no, siempre van a ser justos e injustos al mismo tiempo.

P.: Cuando acabas el libro comienzas a trabajar con la agencia Pencil. ¿Cómo es la colaboración con ellos?

R.: Sí, Pencil llegaron en el momento justo. Estaba terminando Bombástica y empezaba a preguntarme qué iba a ser de mí. Vivo en un pueblo guipuzcoano de 10.000 habitantes y se me da fatal “venderme”. Todos los aspectos prácticos de la profesión me dan muchísima pereza, las redes sociales me dan vértigo, los contratos, la promoción, puff… Soy un desastre para esas cosas. Gracias a ellos entré en el mundo real del ilustrador profesional y me han ayudado mucho a que se conozca mi trabajo. Me permiten dedicarme a lo que quiero hacer sin preocuparme de lo demás. Además son muy majetes.

P.: Los primeros encargos que recibes serán clásicos. Tu primer encargo será “Alicia en el País de las maravillas”

Barrenetxea.: Sí, empecé con Alicia, lo cual es una gran responsabilidad pero al mismo tiempo un privilegio. Se pueden argumentar muchas cosas tanto a favor como en contra sobre si tiene sentido volver a ilustrar un clásico que ha sido ilustrado tantas veces. Pero en mi caso al final lo que gana es la ilusión de poder echarle mano a una obra como ésta y hacer mi propia versión. De hecho sería estupendo volverla a ilustrar cuando tenga… 90 años y compararla con mi primera versión.

P.: Tu estilo hará que, a lo largo de tu trabajo, tengas que enfrentarte a un gran número de clásicos, desde Blancanieves o Sherlock Holmes, hasta el reciente Quijote. ¿Existe mucha diferencia a la hora de trabajar?

R.: Sobre todo leo clásicos, así que me encanta que me hayan “encasillado” como ilustrador de ese tipo de libros. Para mí lo principal es el texto, así que en ese sentido cada libro es diferente. Pero siempre trato de aplicar mi forma de hacer las cosas a cada proyecto. Es importante seguir aprendiendo y aunque a veces las circunstancias (plazos, las propias limitaciones, etc) no permiten hacer lo que uno quiere, eso forma parte del aprendizaje y de la vida real de cualquier ilustrador.

P.: En tu obra asumes retos como ilustrar “Otra vuelta de tuerca”.

R.: Fue un caso especial, ya que ese libro se aleja mucho de lo que había hecho hasta la fecha. En ese libro lo más importante es la psicología de los personajes, la atmósfera. Además, Henry James es mi escritor favorito. El propio texto me obligó a hacer cosas en ese libro que no he vuelto a hacer en ningún otro lado. Para mí fue una experiencia muy interesante, aunque ahora mismo haría algo totalmente diferente.

P.: En el libro la mansión se convierte en un protagonista más.

R.: Sí, la mansión es sin duda un personaje más en el libro así que también tuvo su propio “casting” hasta que conseguí hacer una que me gustaba para interpretar el papel.

P.: En libros como “La cata” podrás mostrar tu pasión por la literatura inglesa.

Barrenetxea.: La cata para mí fue un encargo hecho a medida, un caramelo que no podía rechazar. Para empezar, adoro a Dahl. Y ese relato contiene los elementos que me permitían llevar al límite todas esas cosas de las que he estado hablando hasta ahora. El relato transcurre en un espacio concreto, con un elenco de personajes limitado y en un plazo de tiempo determinado, durante una cena. Podía plantearlo como una obra de teatro donde todo recae sobre los gestos, los detalles. Y por supuesto está la ironía y la mala leche de Roald Dahl. Y trabajar con Diego Moreno de la editorial Nørdica siempre es un placer.

P.: Para realizar “El cazador y la ballena” y “Bombástica” utilizas un año por libro. ¿Cómo te adaptas a los plazos?

R.: Mal. Muy mal. Con el tiempo he terminado trabajando solo con editores que comprenden mi forma de trabajar. Ojalá pudiera hacer un libro al mes, que es lo que casi siempre requiere la profesión, pero para mí es imposible. Una editorial llegó a ofrecerme ilustrar siete libros con un plazo total de tres meses. Y por supuesto al final encontraron quién lo hiciera. Es una locura y un ejemplo de lo mal que funciona este mundo.

P.: Con “El cuento del carpintero” vuelves a ser el autor completo de la obra. ¿Cómo nace el trabajo?

R.: La idea surgió como uno de los pequeños relatos que incluía Bombástica. Arianna, que es tan lista, me dijo que debía desarrollarlo como un cuento independiente. En aquella época otras editoriales me estaban ofreciendo textos para ilustrar. Muchos libros sobre valores, sobre niños que van al cole y no tienen amigos, niños enfermos, niños que miran las estrellas o el arco iris y lloran de emoción… No me apetecía leerlos y mucho menos ilustrarlos. Yo quería hacer cuentos como los de toda la vida. Cuentos de esos de “Había una vez”, cuentos en los que pasan cosas y hay personajes divertidos y personajes malvados. Así que me lancé y escribí un cuento que al menos le gustase a un lector: a mí mismo.

P.: En el libro conocemos al Barón Von Bombus que en cada batalla va perdiendo partes de su cuerpo que el carpintero del título tendrá que sustituir.

Barrenetxea.: Sí, la idea del Barón fue lo primero que surgió. Firmín el carpintero es lo opuesto al Barón, alguien que crea en lugar de destruir, un artesano que busca la perfección. Aunque por otro lado tampoco es un personaje tan virtuoso como pueda parecer. Me gusta pensar que tiene su propio dilema moral. Tal vez debía negarse a seguir creando brazos y piernas para el Barón, que las va a utilizar para seguir guerreando.

P.: En el libro el texto tienen un peso mucho mayor que en “Bombástica”

Barrenetxea.: Sí, tal como he dicho quería que fuese un cuento, pero un cuento “de verdad”. Una historia que las abuelas puedan contar a sus nietos, que de la impresión de que es un cuento que ha existido desde siempre, como los cuentos tradicionales. Y quería contarlo con un ritmo y un lenguaje que resultaran interesantes. Sin caer en lo recargado pero sin concesiones ni miedo de incluir “palabras difíciles”, siempre al servicio del cuento. Eso es lo que quería, si lo logré o no ya es otra cuestión. Al mismo tiempo quería que las imágenes también tuvieran importancia, que incluyesen detalles de la historia que no están en el texto.

P.: “El cuento del carpintero” tiene una cadencia casi de canción infantil, repitiendo un estribillo con pequeñas variaciones.

R.: Esas repeticiones forman parte del lenguaje del cuento tradicional, ¡el número tres! Al escribir intento tener muy en cuenta la cadencia de la narración oral, de los cuentos de toda la vida. Me han dicho varias veces que mis textos son difíciles, pero yo creo que esa dificultad desaparece cuando se leen en voz alta.

P.: En los libros en los que eres un autor completo las portadas ocultan deliberadamente lo que vamos a encontrar en el interior.

Barrenetxea.: No es algo deliberado, esas portadas con siluetas son más bien una opción estética. Me gustan las portadas sencillas y con un toque “vintage”, de libro antiguo. Sobre todo quiero que inviten a adentrarse en el libro, y un poco de misterio siempre viene bien. Quedan bastante austeras, muy poco espectaculares, pero no sé, a mí me gustan así.

P.: En “El cuento del carpintero” vemos una forma de contar que repetirás después en trabajos posteriores en la que agrupas las ilustraciones en páginas consecutivas diferenciadas de los textos.

Barrenetxea.: Sí, el álbum ilustrado me parece un medio apasionante, pero no me sirve para el tipo de historias que quiero contar. Me siento más cómodo con esa combinación entre narrativa e imágenes donde puedo explayarme con los textos pero donde también puedo incorporar elementos de álbum en las imágenes.

P.: Vuelves a trabajar con “A buen paso” que te permite pequeños lujos como un desplegable.

R.: En realidad ese desplegable también cumple una función narrativa. No se trataba del mero capricho de incluir una imagen grande, sino contraponer la casita del carpintero con el palacio y el coche del Barón. Es casi una forma de intentar sugerir el movimiento de la cámara.

P.: La repetición está muy presente en tu obra formando una pequeña animación, igual que vemos en libros posteriores como en “Traficantes de milagros y sus métodos”

R.: Ese libro es otro caso del planteamiento teatral del que he hablado antes, solo que aquí ya lo es de una forma literal, con escenario y telón. Toda la acción recae en los personajes y en este caso concreto quise jugar más que nunca con la secuencia. Aquí escenifiqué un truco de Houdini de forma independiente al texto pero con varios guiños al contenido del libro. Es casi un libro dentro del libro.

P.: De nuevo trabajas con A buen paso con “El único y verdadero rey del bosque”. ¿Cómo nace el libro?

Barrenetxea.: La idea de ese libro es más antigua incluso que Bombástica. Una de las primeras imágenes que vio Arianna en mi viejo blog fue un dibujo a lápiz del zorro blanco calzando unos zapatos. Es muy difícil explicar como surgen las ideas. Es más bien una acumulación de ideas, a veces no es más que un pequeño germen, como una piedrita que provoca una avalancha.

P.: En el libro tenemos un amplio repertorio de protagonistas entre los que destaca el zorro blanco.

R.: En realidad muchos de los personajes que utilizo con arquetipos de cuento tradicional. El zorro, los cuervos, el rey, los hermanos tontos… Pero me gusta “poner carne” sobre esos arquetipos, hacerlos más concretos. Lo que me interesa son las personas, así que no importa si estoy hablando sobre un gigante que lleva una nube atrapada en la cabeza o sobre un zorro, siempre estoy hablando sobre personas. Una vez más, todo surge de las fábulas y los cuentos tradicionales, pero mezclado con ingredientes propios. Tampoco es que nada de esto sea algo planificado. Quiero decir que no pienso “voy a escribir un cuento con elementos de cuento tradicional pero con personajes más concretos y un tono irónico”. Simplemente me pongo a escribir un cuento y esto es lo que me sale.

P.: En el libro juegas con el blanco y el vacío como un elemento gráfico más.

R.: El único y verdadero rey del bosque transcurre en un país nórdico y un ambiente nevado, así que quería jugar con el blanco como parte de la ambientación.

P.: En “El único y verdadero rey del bosque” vemos un gran peso del texto. Tu siguiente libro como autor completo, “Brujarella” parece mostrar que cada vez quieres dedicar más espacio a la escritura.

R.: Esa historia requería una mayor extensión, más diálogos etc… En cuanto a Brujarella, la escribí hace más de diez años. La versión que publiqué estaba totalmente revisada, pero la novela estaba ya escrita antes de que me dedicase a esto. Es anterior a cualquier otro libro que he publicado. En Bombástica hay una referencia al bosque de Terragrís. Es una tontería, pero me gusta pensar que todas mis historias transcurren en el mismo universo, aunque se trate de distintas épocas y lugares. Por eso no descarto que alguna vez los personajes resurjan en otras historias.

P.: Con “Brujarella” te acercas a la literatura juvenil para contar una historia fantástica de brujas, magia y ranas.

Barrenetxea.: Desde luego no es nada original escribir un libro de brujas, pero dan tanto juego jamás dejarán de surgir libros con este tipo de personajes. Como siempre, quise hacer un libro de brujas, pero a mi manera. Nada de la bruja fea pero bondadosa. Brujarella es una bruja de las de cuento, de las que odian a los niños. Pero también tiene elementos de bruja real, de las que la inquisición quemaba en la hoguera. Por cierto, hubo una reina de las brujas de Zugarramurdi que se llamaba Graciana de Barrenechea que acabó en las garras de Torquemada. No me sorprendería que hubiera algún parentesco. Pero también como siempre, el arquetipo de la bruja vuelve a ser una excusa para contar una historia. Para mí no es un cuento de brujas o de fantasía; quiere ser un libro divertido de aventuras y misterio para cualquier edad, sin más pretensiones que las de entretener, que ya es mucho.

P.: En el libro vemos la intención de recuperar un espacio para la lectura para toda la familia.

R.: Ojalá sea así. Me he encontrado con niños de siete u ocho años que me han dicho que era su libro favorito. Imagínate que ilusión. Y también he conocido a adultos que lo han disfrutado. Ojalá hubiera más adultos que se animasen a leerlo, tanto para leerlo con sus hijos como para pasar el rato en un viaje en tren. Tal como he dicho, es un libro que pretende que el lector pase un buen rato, independientemente de la edad. Disfruté mucho haciéndolo y tengo mucho cariño a esos personajes, así que uno siempre espera que el lector se contagie un poco de esa ilusión que ponemos durante la creación del libro.

P.: El peso del libro recae sobre una bruja muy especial, “Brujarella”, embarcada en una gran aventura al enfrentarse a un terrible misterio, la perdida de uno de sus tres pares de calcetines.

Barrenetxea.: Sí, la historia parte de una premisa tan sencilla como esa, pero la trama se complica con otro asunto mucho más serio, con una venganza. Es todo un juego de malentendidos con un desarrollo y unos personajes que pretenden ser divertidos.

 P.: Si en tus libros anteriores los textos se apoyaban mucho en la ilustración y una cuidada edición, en “Brujarella” realizas una novela de más de 100 páginas. ¿Cómo asumes este nuevo reto?

R.: Me hubiese gustado realizar muchas más ilustraciones para este libro, pero al final incluí una docena de imágenes en momentos clave. Un proyecto así requiere un trabajo enorme y a veces no se puede disponer de todo el tiempo que a uno le gustaría. Son personajes y escenas que han vivido conmigo durante muchos años, así que me encantó poder plasmarlos, verlos yo mismo sobre el papel y que la gente los conociera. Con todos sus defectos, es uno de mis libros a los que tengo más cariño.

P.: Libros como Harry Potter muestran que a los nuevos lectores y lectoras les gusta disfrutar de historias de largo desarrollo. ¿Cómo ha sido la respuesta del público con “Brujarella”?

Barrenetxea.: Pero lo de Potter fue un fenómeno que es muy difícil que se repita… Por cierto, soy un fan, he leído los libros dos veces y me divierte mucho. La acogida de Brujarella ha sido muy buena. Eso significa que se han vendido entre 1000 y 2000 ejemplares, que es a lo que aspira un autor como yo si tiene suerte. Ojalá fuesen muchísimos más, pero no me quejo, ¡mis lectores son pocos, pero son los mejores!

P.: ¿Volveremos a ver nuevas aventuras del personaje?

Barrenetxea.: Llevo tiempo trabajando en el segundo libro de Brujarella, pero tardará, ya que no me puedo dedicar exclusivamente a hacerlo y tengo otros proyectos en marcha. ¡Ojalá pudiera! Una novela requiere un trabajo enorme, si encima hay que ilustrarla… Pero sí, Brujarella y sus amigos volverán a las andadas, y esta vez se enfrentarán a un personaje muchísimo más malvado que el Marqués de Grenouille.

P.: ¿Regresarás a la escritura de novelas en el futuro?

R.: Si me dejan, claro que sí. De hecho, estoy en ello.

P.: En el caso de “Brujarella” las ilustraciones parecen estar supeditadas al texto. ¿Cómo se enfrenta el ilustrador al Iban Barrenetxea escritor?

R.: Se llevan mal pero se soportan, porque son el mismo y no les queda otro remedio. Tal como he dicho, para mí todo forma parte de lo mismo. También sería interesante probar a que otra persona ilustrase alguno de mis textos.

P.: En la edición final del libro renuncias al color, uno de los elementos más característicos de tu obra. En tu trabajo vemos una paleta muy singular fácilmente identificable.

R.: Las ilustraciones están realizadas en color (de hecho la traducción al ruso del libro está impresa en color), pero el libro salió en grises por motivos editoriales. Jugué mucho con matices de verdes, que están muy presentes también el texto: los colores del bosque, las ranas y la obsesión del Marqués con ese color. Por supuesto la paleta de colores forma parte del lenguaje de cualquier ilustrador.

P.: En tu último trabajo, “Benicio y el Prodigioso Naúfrago” vuelves a colaborar con A Buen paso. ¿Cómo nace la obra?

Barrenetxea.: Es otro cuento muy arraigado a los cuentos tradicionales, como el Carpintero y El Rey del Bosque. Pero en este caso creo que me adentro en regiones más oscuras. Tiene los elementos del resto de mis cuentos, pero el tono es menos optimista. Era una historia que me apetecía contar.

P.: El formato da la sensación de una colección dentro de la editorial dedicada a tu obra.

R.: Sí, no es que se trate de una colección, pero los tres libros tienen muchas cosas en común, como la voz narrativa o en la “forma” que utilizo para contar la historia. Así que aunque se trate de historias independientes comparten la estética en cuanto a portada, maquetación, etc…

P.: En el libro conocemos a Benicio, un pobre pescador, o un pescador pobre, que se tendrá que enfrentar a su propia ambición.

Barrenetxea.: Benicio es muy pobre, y por supuesto es muy pobre a su pesar. A veces en los cuentos se tiende a asociar al personaje pobre con la virtud, lo cual es una barbaridad. Benicio odia ser pobre, como es normal. Y está sujeto a las mismas fragilidades que cualquier otra persona. Al final paga las consecuencias de sus propios actos. Y también está el personaje del Náufrago, que entre mis personajes es uno de los que me siento más orgulloso. Es el malo del cuento, pero no lo es… Pero creo ya estoy diciendo más de la cuenta. Es el lector quien debe sacar sus propias conclusiones. Explicar el cuento sería tramposo por mi parte. Todo lo que el lector necesita saber está en el libro, en todo esto lo único que sobra soy yo. ¡Si tengo que explicarlo es que lo he hecho muy mal!

P.: Como en las fábulas clásicas descubrimos un libro con momentos de diversión y una moraleja final.

R.: La moraleja forma parte del propio lenguaje de los cuentos. Pero para mí no es lo mismo hacer pensar que decirle al lector lo que tiene que pensar.

P.: Has ilustrado clásicos, desarrollado tus propias historias como ilustrador y escritor, realizado numerosas portadas. ¿Con que aspecto de tu trabajo disfrutas más?

Barrenetxea.: Con todo. Cuando estoy haciendo un libro propio echo de menos el trabajo más relajado de ilustrar un clásico. Cuando ilustro un clásico echo de menos hacer algo mío. De todas formas me implico igual en cualquier tipo de trabajo, aunque es cierto que mis propios libros son los que terminan siendo más personales y satisfactorios para mí. Aunque también sean los que más me hacen sufrir. Supongo que es normal.

P.: Trabajas con pequeñas editoriales y otras dirigidas a un público mucho más amplio. ¿Existen muchas diferencias entre las editoriales con las que has trabajado?

R.: Me he encontrado de todo, pero creo que depende más de las personas que del tipo de editorial. A veces se nota el hastío, la falta de interés y de ilusión. Para mí un buen editor es aquel que se apasiona en el proyecto como mínimo tanto como yo, si es una editorial grande o pequeña es lo de menos.

P.: ¿Cuál es el público al que se dirige tu obra?

R.: Mi público es cualquier persona que me haga el favor de dedicar su tiempo a coger uno de mis libros.

P.: ¿Cómo ves la situación de la ilustración?

R.: Desde un punto de vista creativo, muy bien. Desde el punto de vista profesional, muy mal.

P.: ¿Qué consejo darías a quien quisiera dedicarse al medio?

R.: Si es algo que llevas dentro, puede ser la profesión más bonita del mundo. Pero como profesión, la realidad es que resulta muy complicado sobrevivir dedicándose exclusivamente a ello. Si además lo tuyo es ilustrar libros, ni te cuento. Así que primero hay que tener las cosas muy claras, preguntarse por qué se quiere dedicar a esto y qué espera conseguir. Por lo demás, los consejos habituales: trabajar mucho, obsesionarse con el medio y aprender siempre.

P.: ¿Proyectos?

Barrenetxea.: Tengo entre manos un par de nuevas historias y un proyecto muy bonito para el Teatro Real basado en una obra de Ravel.