Entrevista a Frederik Peeters por Mikel Bao e Infame & co

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Frederik Peeters es uno de los nombres fundamentales del cómic europeo, un genial creador que aporta una visión única a cada uno de los trabajos que afronta. Esta entrevista está realizada junto a Mikel Bao, sin cuyo trabajo sería imposible haberla llevado a cabo. Es, además, una inmejorable ocasión para presentarle como nuevo colaborador de esta sección. Su trabajo como divulgador está muy unido a la revista Zona Cómic y es uno de sus pilares fundamentales. Con Mikel repasamos la trayectoria de Peeters.

 Recientemente, Astiberri ha publicado en España Las migajas, uno de tus primeros trabajos, en el que colaboraste con Ibn Al Rabin. ¿Cómo recuerdas esta obra?

Queda ya muy lejana. Recuerdo lo difícil que resultó. Se suponía que iba a publicarla L’Association, pero terminó siendo impresa en serigrafía por Drozophile. Fue difícil de dibujar, con todos esos caballos y trenes volando por los aires; fue difícil de financiar, difícil de publicar… Pero fue muy divertido trabajar con Ibn Al Rabin, un buen amigo y un guionista brillante.

Es una obra muy interesante. Aunque no escribiste el guión, creemos que, en muchos aspectos, muy similar a otras obras tuyas, como Paquidermo o Castillo de arena. ¿Estás de acuerdo?

Probablemente, porque la dibujé yo. Siempre hay una parte de la personalidad del dibujante que aparece entre líneas. Una manera peculiar de ver el mundo, las relaciones humanas, los rostros… y un gusto por la ironía y el absurdo. Y algo de crueldad también. Pero, viéndolos ahora, me parecen muy diferentes. Las migajas es una farsa, una gran broma, en un sentido muy al estilo Monty Python. Las otras obras son más complejas y profundas.

 

Con Píldoras azules (Astiberri) te convertiste en un autor famoso cuando se publicó. ¿Cómo decidiste contar esta historia tan especial?

En un principio, no iba a ser un libro. Fue un experimento personal. Tenía que quitarme de encima la experiencia difícil que fue Las migajas. Intentar hacer algo más fácil de dibujar, más rápido de hacer. Era la época de la “nueva ola” del cómic en Francia, así que decidí probar con lo autobiográfico. Improvisar todo: sin guión, sin lápiz previo, arriesgándome. Pero solo era para mí. Le enseñé las 35 primeras páginas a Daniel Pellegrino, de Atrabile, y me dijo que hiciera 500 páginas y que él imprimiría el libro. Así fue cómo ocurrió. Como un accidente.

La principal razón de su capacidad de atraer al lector es, creemos, la naturalidad con la que hablas sobre la enfermedad y los sentimientos, sin caer en la “pornografía emocional”…

Sí, porque estaba simplemente organizando recuerdos, supongo. Intentaba entender mi propia niebla emocional.

En esta obra utilizas muchas imágenes metafóricas. ¿Fue difícil hacer que encajasen las escenas más surrealistas con las más cotidianas?

En absoluto. Eso era lo que sucedía en mi cabeza a medida que narraba la historia. Fue una obra muy fácil de realizar. Como si me la dictase el corazón, y yo simplemente la pusiera en papel. Casi no recuerdo dibujarlo, de hecho. Me llevó tres meses. Fue como un laaaargo sueño.

 ¿Cómo ves la obra diez años después?

Como una oportunidad. Fue una suerte hacer este libro. Esa será la inscripción en mi lápida. Me abrió todas las puertas. Aún hoy, puedo realizar las obras que quiero y como quiero, probablemente, gracias a Píldoras azules. Pero ya hace mucho tiempo. El chaval del libro está a punto de irse de casa, ya ves…

Tu inconfundible estilo gráfico ya estaba completamente formado en esta obra. ¿Cómo valoras el hecho de ser un referente para toda una generación de autores en todo el mundo?

Jajaja, no es esa la impresión que tengo. A pesar de algunos accidentes felices, creo que en este libro mi estilo aún era un poco flojo. Los ojos demasiado grandes, el trazo algo deslavazado.

El aspecto de tus páginas cambia mucho de una obra a otra. ¿Cuál ha sido la evolución de tu estilo gráfico?

Siempre depende de la historia. Trato de adaptar mi estilo a lo que quiero contar. Creo que cada obra de arte tiene un cierto gusto, un aroma. En los cómics, se trata de mezclar textos e imágenes, y quiero que los dibujos remitan a la historia. Y para ser sincero, además, creo que todos los dibujantes de cómic tenemos un gran enemigo: el aburrimiento. Así que también es una manera de permanecer despierto y afrontar nuevos desafíos.

Después, un cambio de tercio con una obra breve como Constellation (también publicada por Astiberri, como casi todas tus obras en castellano), un trabajo que muestra tu visión de la histeria posterior al 11-S.

En efecto. La idea para esta obra se me ocurrió precisamente ese día.

Ahora hablemos un poco de Lupus, una de tus obras más extensas. Usas la ciencia ficción para hablar de temas como la amistad, el amor, la muerte… ¿Cómo decidiste usar el género para tratar estas cuestiones?

Al principio, era un ejercicio de estilo irónico. Después del éxito de Píldoras azules, decidimos, con la gente de Atrabile, intentar hacer algo muy comercial pero de un modo independiente. Propuse una historia de ciencia ficción, un género muy comercial en la cultura popular. Pero decidí darle la vuelta como a un calcetín viejo. Blanco y negro, nada de duelos, ni aliens, ni civilizaciones extrañas. Solo gente común, vestidos de H&M, bebiendo café y pescando. Y sin guión. Todo improvisado. Por eso, cada álbum empieza con imágenes abstractas. Naturalmente, me sumergí en mi propia creación, la ironía desapareció enseguida y mi vida real empezó a influir en la historia. Fue un experimento maravilloso, uno de mis mejores recuerdos

En algunas partes de Lupus, vemos como alternas planos super cercanos, incluso a nivel molecular, con escenas a escala cósmica. Pensamos que eso es algo muy presente en tus obras: lo pequeño y lo universal, el viaje interior y el descubrimiento del universo. O, quizá, la ficción y tu vida real…

Perfectamente expresado. Y por supuesto, es intencionado. Al menos, lo es hoy. Entonces, era probablemente una cosa más inconsciente. Tiene que ver con la enfermedad, la biología, las mutaciones… siempre me ha interesado todo eso. Ah, y también hay que considerar que soy bastante corto de vista. Eso tiene una influencia en cómo miro las cosas, supongo. Pero Lupus trataba sobre la soledad. Y tuve esa visión de un ser humano solitario, perdido en la inmensidad del espacio como un eco a su soledad. Moebius dijo que la ciencia ficción era el género perfecto para sacar a la luz tus propios paisajes interiores.

En Lupus, y en otras obras tuyas, notamos que las drogas tienen una presencia natural, generalmente asociadas a la idea del viaje.

Me gustan las drogas. Es una pena que no sean buenas para la salud… Para mí, la ciencia ficción también está asociada a la idea de viaje. Portales de la percepción, todo lo que sabes…

 Al mismo tiempo, la paternidad y el paso a la edad adulta tienen su lugar en Lupus. ¿Otro reflejo de tu vida real?

Naturalmente, porque, como he dicho, cuando improvisas, la vida real modifica lo que estás haciendo. Mi mujer se quedó embarazada cuando yo estaba dibujando Lupus. Y por eso, eso sucede en el libro. Pero Lupus también hace unas cuantas preguntas: ¿Qué hacemos con los sueños de nuestros hijos cuando crecen? ¿Es la paternidad la solución para la profunda soledad de la condición humana? Por supuesto que no.

En paralelo a Lupus, dibujaste Koma, con guión de Pierre Wazem. ¿Cómo nació este proyecto, y cómo recuerdas tu colaboración con él?

Fue fácil y divertida. Le propuse a Pierre la idea de una niña protegida por una criatura oscura y aterradora. Nos tomamos una tarde juntos para imaginar y acordar el aspecto general del mundo que queríamos crear, y después Pierre escribió los guiones rápidamente. Quería trabajar con él en esto, porque en mi opinión es el mejor en la tarea de hacer hablar a niños en la ficción.

En esta clase de proyectos, siempre es una pesadilla hacer que la historia encaje en álbumes de 48 páginas. Pero, con los guiones de Pierre, todo funcionaba. Cuando estaba preparando las páginas, todo era obvio, y siempre llegaba con fluidez al número exacto de páginas y viñetas. Un verdadero placer.

Después de Lupus, la mayoría de tus trabajos son en color. ¿Qué aporta el color a tu narrativa gráfica?

En Koma, no demasiado. Apareció en color por motivos comerciales. Los editores consideraron que el blanco y negro es más difícil de vender. En el caso de las otras obras, la pregunta es esta: ¿Ayuda a la historia o no? Para Aâma, por ejemplo, necesitaba el color para guiar al lector en los distintos momentos temporales de la historia.

Mi nueva obra es un western en color, y después vendrá una historia de fantasía a la que quiero imprimir un aire de manga. Un formato pequeño, muchas páginas, lectura rápida, de modo que será en blanco y negro, quizá con grises.

 En RG vemos un tratamiento del color muy distinto que en otras obras tuyas.

Sí, el western que acabo de terminar tendrá un aspecto similar. Es por usar una plumilla en vez de un pincel. Y también por usar acuarelas para las luces y sombras. En RG, quería usar esta técnica para dibujar París de una manera original.

Hablemos un poco de tu colaboración con Pierre Dragon en RG. EN cierto momento, se convirtió en una “estrella mediática”. ¿Fue por esa razón que una obra que, si no estoy mal informado, iba a extenderse hasta los tres álbumes, terminara en el segundo?

Exactamente. No me planteaba ningún problema que él se convirtiera en una “estrella”, eso era bueno para la obra. Pero el problema era que él no escribía las historias: solo contestaba a mis preguntas y me aconsejaba sobre la credibilidad de las escenas. Con el éxito, cambió, y en su confusión se imaginó que era un escritor. Decidió escribir el tercer álbum a su manera. Mi hija pequeña lo habría hecho mejor. Y era testarudo. Llegados a este punto, tuvimos problemas. Yo me resistí a aceptar aquello, él casi se puso violento. Se equivocó. Ahora eso ha quedado muy atrás…

 

Y después vino Castillo de arena, en la cual colaborabas de nuevo con un guionista, esta vez Pierre Oscar Levy. ¿Fue mejor la experiencia?

Fue estupenda. Conocí a Pierre Oscar porque quería adaptar al cine Píldoras azules. El proyecto murió, pero un día, escribió una historia para mí. Fue algo totalmente inesperado. Es un intelectual parisino de izquierdas, enérgico y conflictivo, y escribió la perfecta historia inquietante de serie B. Me pareció brillante, especialmente porque solo se podía hacer de manera tan efectiva en forma de cómic. En literatura o como una película, habría sido una historia mucho más complicada de contar.

¿Cómo encontrasteis esa localización tan especial para la historia? Porque esa playa existe en el mundo real…

Sí, en Asturias. Él solía ir allí de vacaciones, cuando era joven, e hizo una mezcla de aquello con El ángel exterminador, de Buñuel. Así que es una obra muy española, en varios sentidos. Pierre Oscar dice que el tema es el calentamiento global. Aún no lo he pillado…

Por supuesto el surrealismo está muy presente en Castillo de arena, de manera muy “buñuelesca”, pero esta obra también contiene algunas características íntimas de tu trabajo, en especial, creo, una manera única de ver el paso del tiempo y las relaciones comunitarias.

Una vez más, todo proviene de la imaginación de Pierre Oscar. Yo únicamente escribí el cuento de hadas que narra el argelino, y decidí acortar el final, porque él había escrito una explicación final al misterio. Mala idea. Pero, supongo que la manera en la que recorto los diálogos, las expresiones faciales, la manera de dibujar desnudos, sexo, muerte, es mi manera personal de hacerlo. Si le das el mismo guión a varios dibujantes o directores de cine, conseguirás resultados muy diferentes.

 En Paquidermo, como en Castillo de Arena, el surrealismo está presente. En este caso, escribiste y dibujaste la historia. ¿Cómo nació esta obra?

Fue un período en el que vi docenas de comedias americanas clásicas, de Lubitsch, Hawks, Leisen, Wilder, Preston Sturges, etc… Y quería trabajar con estos decorados, el vestuario, el tono y el ritmo. Al mismo tiempo, quería capturar ese algo especial que hace que el encanto y la particularidad de la Suiza occidental donde vivo. No solo la estrechez de los paisajes y las mentes, sino también la riqueza de las mezclas, el cruce de Europa, la tranquilidad, la belleza, la aparente severidad protestante que oculta el fuego de las pasiones, la pequeña hipocresía pequeña, la diplomacia, etc … Y por primera vez, mostrar y seguir a un personaje femenino que se emancipa. Si pones todo eso en el frasco de mi cerebro, tienes Paquidermo.

 Hay una cierta influencia de Boucq en el modo en que usas la línea y el color en relación a otras obras anteriores…

Es cierto que hay una evolución, sobre todo en las referencias que acabo de citar. Pero de François Boucq, nada, de verdad. Es un dibujante virtuoso y además muy inteligente, apasionado cuando habla de su trabajo, pero no tengo ninguna conexión real con su trabajo.

Después, vino Aâma, un relato de ciencia ficción realmente ambicioso. ¿Cómo decidiste lanzarte de nuevo a la ciencia ficción?

De nuevo, el deseo de improvisar. De perderme en una historia, y de tener la sensación de descubrirla a la vez que la vas creando. El deseo de abrir las puertas, de rebuscar en las zonas más profundas, y de ver a dónde podía llevarme todo eso.

En cierto sentido Aâma parece una superproducción de tus temas recurrentes. La escala épica de Aâma no es lo que estamos acostumbrados a ver en tus obras.

Sí, quería encontrar algún tipo de aliento, de envergadura, de sueño, de sensación de gran formato. Por ello, los originales de Aâma son mucho más grandes que los de mis otras obras. El dibujo se vuelve más fino y preciso. En mi caso, quizá pierde algo de vida, pero planeaba desde el principio que la última parte del viaje podría implicar una gran cantidad de acción, de vistas urbanas, peleas, desastres y mutaciones salvajes. Al leer el primer volumen, algunas personas se vieron sorprendidos por un cambio gráfico. Desde luego, me llevó bastante tiempo hacerme con ese formato. Pero sentí que iba a necesitar ese espacio para el resto de la historia.

¿De dónde viene el título?

En realidad no lo sé. Al principio, le daba vueltas a la palabra âme (alma). Y pensaba en el alma de todas las cosas, lo que constituye la vida, fundamentalmente. Busqué la traducción en múltiples idiomas, del hebreo al islandés, pero siempre aparecían palabras complicadas o difíciles. También estaba la idea de los códigos genéticos, con sus extrañas combinaciones de letras. Y finalmente, existía la idea de crear un logotipo, casi un anuncio, imaginando que esta sustancia asombrosa podría, con el tiempo, convertirse en un producto como cualquier otro. Metes todo eso en una bolsa, lo agitas, y sale Aâma.

 Algunas partes de Aâma parecen continuar a partir de donde terminaba Lupus, pero el desencanto está presente a lo largo de las cuatro partes de la obra.

Lupus era un juego irónico con un género, con los códigos de la ciencia ficción más popular. Blanco y negro, personajes que toman café, que van al baño, que se aburren… Aâma es la “verdadera” ciencia ficción. Traté de ser sincero con lo que considero más hermoso del género: la manera en la que mezcla la ensoñación poética con una reflexión sobre el mundo que estamos construyendo y su posible futuro, y sobre el poder y los peligros del pensamiento científico asociado a un sistema de ganancias financieras. También tuve la idea de excavar esta historia de la relación padre / hija, el amor y la culpa… Una vez más, una manera de dibujar mis propios paisajes interiores.

En Aâma tu dibujo está estlizado al máximo, y se nota la influencia de Paul Gillon y su ciencia ficción clásica, por ejemplo. Y sobre todo en el cuarto álbum, están muy presentes Otomo y Moebius.

Mirando hacia atrás, supongo que Aâma fue también una manera de ajustar cuentas con mis viejas referencias. Moebius y Otomo, por supuesto, y luego alguna forma de hacer referencia al clasicismo europeo, efectivamente encarnado por artistas como Paul Gillon. Los náufragos del tiempo, o Le Vagabond des Limbes de Godard y Ribera, por ejemplo, tenían para mí un encanto poderoso y fascinante cuando era joven. Aâma era una manera de hacer salir todo eso a la superficie, antes de seguir adelante con otras cosas.

¿Cómo creaste el fascinante mundo de Aâma, con toda esa sorprendente flora y fauna?

No hay ningún secreto. ¡Mucha investigación y muchos bocetos! Puede verse mucho de todo ello en el blog projet-aama.blogspot.com. Intenté alejarme lo máximo posible de influencias contemporáneas: películas, libros, cómics, videojuegos… Busqué artículos de biología, jugué con las escalas de tamaño, con fotos de viajes… probé muchas cosas. Fue muy divertido también darle vueltas al mundo creado, pensar cómo la evolución de la vida en este planeta podría estar condicionada por el medio ambiente, aire, acidez, etc… Y toda la vida resultante es producto de la mezcla entre la biología pura y los elementos tecnológicos del producto Aâma. Para las naves y los interiores, traté de alejarme de la imagen de cosas como Alien o Star Wars, influencia que todavía hoy se ve en muchas películas. Las naves, por ejemplo, no tienen reactores. Imaginé que, en el futuro, las naves serán más producto de la imaginación de los artistas que de los ingenieros.

¿Cómo te sientes al terminar un trabajo tan largo como Aâma o Lupus? ¿Te satisface el resultado, o crees que hay cosas que se han quedado en el tintero?

Nunca estoy satisfecho del todo, pero paso enseguida a la siguiente obra, porque me interesa más el proceso creativo que sus resultados. Cuando una obra está acabada, ya no me interesa realmente, porque pertenece al lector. Las releo años más tarde, y entonces descubro lo que realmente conseguí, a menudo con gran asombro por mi parte. Aâma y Lupus son como sesiones de autohipnosis. Me sumergí en ellas intensamente, y salí con algunos recuerdos de lo que hice. Todavía hay errores, lagunas, frustraciones, pero ya no me persiguen, sigo adelante. Yo sé que no soy ningún genio. Trato de divertime, y de abrir puertas.

Me gustaría que nos hablases de tu proceso de trabajo. Por ejemplo, cuando trabajas en solitario, ¿escribes un guión completo?

Si colaboro con un guionista, sí, hay un guión desde el principio. Pero cualquier cambio es de mutuo acuerdo, se escribe entre dos. Cuando trabajo solo, improviso a medida que avanzo. Lupus es una improvisación total sobre las páginas, sobre las notas tomadas en un cuaderno para organizar, estructurar y ordenar las ideas que aparecen cuando dibujo. En Aâma, escribí un plan de base y una historia personal de cada personaje principal, pero apliqué el mismo principio que en Lupus. La meta es evitar el aburrimiento, y permitir que la vida real modifique el curso de la ficción. Así, mis historias están en permanente evolución hasta el final, y puedo reajustarlas, alargar, acortar, o incluso cambiar todo en cualquier momento a la opción de encuentros reales, de niños que van creciendo, de viajes, de descubrimientos, de lecturas. ¡Y en cuatro años, pueden pasar muchas cosas!

Acabas de terminar tu nueva obra… el western que has mencionado anteriormente.

Sí, ya está terminada y a punto de aparecer aquí si no se ha publicado ya cuando leas esto y en España saldrá, de la mano de Astiberri, a partir de junio. Se titula L’Odeur des Garçons Affamés, y es un guión escrito a petición mía por Loo Hui Pang, un guionista francés. Es un western, pero una vez más, juego con los códigos clásicos del género: hay un misterioso asesino a sueldo, indios mágicos, manadas de mustangos… pero fundamentalmente la obra trata de problemas sexuales, de deseos incontrolables, de belleza, de capitalismo salvaje y de la oposición entre la civilización occidental y la naturaleza virgen.

Y después de esta obra, ¿cuáles son tus nuevos proyectos?

Ahora mismo estoy trabajando con el guionista Serge Lehman en un libro en blanco y negro bastante grueso. Lo escribimos a cuatro manos, en una especie de juego de ping pong. Voy a dibujarlo al mismo tiempo, tratando de recuperar un poco de la energía gráfica de Koma. Se llamará L’Homme Gribouillé (traducción aproximada: El Hombre Garabato). Un relato fantástico contemporáneo. Con monstruos, con maravillosos personajes femeninos, y París bajo la lluvia. ¡Mucha lluvia!

Se puede ver un montón de material gráfico de esta obra y de l’Odeur des Garçcons Affamés en http://frederikpeeters.tumblr.com