
Ilustración: Mamen Moreu
El mundo del cómic se vincula con la cultura de su época y con la sociedad en la que vivimos. Ese parece el mensaje que se transmite desde Cactus, revista que, desde Bilbao, nos muestra un entorno cultural transversal en el que las influencias vienen de frentes muy diversos. Cactus es una apuesta fresca y sin complejos que nos ofrece un abanico muy amplio y diverso de propuestas a elegir. Hablamos con Eli Casillas, una de las responsables del proyectoque nos cuenta además, como multiplica su tiempo en diversos proyectos que dinamizan nuestro entorno.
¿Qué es Cactus?
Cactus es una revista cultural dónde prestamos especial atención a artistas jóvenes y tendencias alternativas que no suelen tener cabida en los grandes medios. Son unos 150 gramos de reportajes y entrevistas extensas en los que profundizamos en los temas que nos apasionan. Editamos en Bilbao y distribuimos principalmente en Euskadi, pero también en otras ciudades que nos la han reclamado como Pamplona, Vigo o Granada. A su vez es una web en la que continuamos hablando de más música, cine, videojuegos, cómics, feminismos, literatura o televisión.
¿Cómo nace la revista?
Nace de una idea difusa y, sobre todo, de la necesidad de no caer en la abulia a la que estamos condenados muchos periodistas. Sandro, Koldo y yo nos conocemos desde la universidad y en el momento de salir al mercado laboral, allá por 2012, nos dimos cuenta de que no teníamos ningún mercado al que acudir. Podíamos pagarnos algún master de precio prohibitivo impartido por algún medio de comunicación y probar suerte o juntar los pocos ahorros que teníamos y montárnoslo por nuestra cuenta. Optamos por lo segundo.
En Cactus además de prestar una gran atención al cómic vemos cómo se relaciona con otros medios. ¿Cómo ves esta realidad?
Soy de las que piensa que el término ‘novela gráfica’ ha hecho mucho por la integración del cómic dentro de los medios de comunicación en particular y en la sociedad en general. Ahora podemos ver cómo los dibujantes de cómic llenan páginas en las secciones culturales y el otro día, por ejemplo, una gran promesa como es Roberta Vázquez apareció en Página Dos, algo que es muy buena señal. Por otro lado está el tema de que los autores cada vez son más completos y las obras van tomando otros derroteros, creo que un cómic de vanguardia puede hablar cara a cara con otros medios artísticos a la hora de contar historias. Aunque, bueno, no es una competición de “y tú más”, por supuesto.
¿Cómo es la organización de la revista?
Somos un equipo muy pequeño y cada uno tiene bien definidos sus cometidos que, además, encajan perfectamente con la personalidad de cada uno. Por un lado está el equipo fundador, que somos Sandro, editor jefe y diseñador; Koldo, que se encarga de la redacción y la labor comercial y servidora, que además de escribir ejerzo de jefa de redacción. Después tenemos una plantilla fija de colaboradores, algunos llevan más y otros menos tiempo, pero sin los que nada de esto sería posible.
Compaginas tu labor en Cactus con colaboraciones en otros medios especializados como CuCo. ¿Cómo afrontas el cambio de registro?
Lo cierto es que no me supone un cambio de registro más allá de que en CuCo las críticas tienen mayor extensión. Es verdad que los medios especializados te dan la posibilidad de profundizar en aspectos que en medios generalistas no puedes, pero en Cactus me permito, en ocasiones, la licencia de ahondar allí donde veo cosas interesantes.
Has puesto en marcha el primer Club del libro de Euskadi con la colaboración de la librería Joker. ¿Cómo está siendo la respuesta?
¡No sé si será el primero! Lo cierto es que está siendo algo maravilloso y sorprendente. Hacemos una sesión mensual y cada una, de las cinco que llevamos, ha sido totalmente diferente. El público que viene es muy heterogéneo y es fascinante ver lo diferentes que pueden ser los puntos de vista de los participantes. Por ejemplo, no lo lee igual alguien que se ha releído el cómic a quien lo coge por primera vez. También el bagaje de cada uno varía mucho. Pero sobre todo me hace mucha ilusión cuando viene gente que te confiesa que esa es la primera o segunda novela gráfica que se lee en su vida y quiere que le recomiendes más. Creo que la posibilidad de crear lectores de cómic es lo que más ilusión nos hace de todo.
Además de tus actividades en la revista estás potenciando nuevos formatos transversales como Jóvenes y blasfemas, un punto de encuentro entre creadoras de distintos medios. ¿Cuál es el balance de las jornadas?
Hemos tenido muy buena respuesta y nosotros estamos contentos con el trabajo realizado. Jóvenes y Blasfemas ha servido para festejar la presencia de la mujer en dos disciplinas artísticas en muchas ocasiones menoscabadas como lo son el videojuego y el cómic, así que poder entablar una conversación sobre ello y ver la buena aceptación del público, anima.
Charlas, artículos, jornadas… ¿cuál es el espacio que te llena más?
Disfruto mucho en cada uno de ellos porque todos son diferentes y, sobre todo, evitan el aburrimiento. Me encanta mi labor como periodista y editora en Cactus, que además me permite el lujo de hacer lo que más me gusta: leer. Dirigir la primera edición de Jóvenes y Blasfemas fue un maratón, aprendí muchísimo y la sensación de ver que todo ha salido adelante cuando llegas el último día del festival a casa es incomparable. En las charlas y presentaciones siempre conoces a gente fascinante así que no puedo decir que no.
¿Cómo ves la situación de la crítica en nuestro entorno?
Es un tema que me preocupa y de la que suelo hablar bastante con otros compañeros. Uno de los principales problemas que veo es que apenas tenemos tiempo para pensar en lo que leemos, que tenemos que estar al minuto escribiendo sobre ello porque es lo que reclama la agenda mediática, la novedad. También me asusta un poco el hecho de tener que estar siempre juzgando si una obra es buena o mala, eso de tener que poner nota a todo. Aunque poco se habla de los cómics que son malos (pero esto es otro debate).
Me gustaría que la crítica sirviese más para profundizar sobre el contexto, los valores o significados del libro y, quizás, compararlo con otras obras y que sea el propio lector el que decida si merece la pena o no con la información que le has proporcionado. Hoy en día la crítica, y no solo la de cómic, está llena de clichés y generalidades en las que vamos cayendo todos una vez tras otra.
¿Proyectos?
Vamos a intentar que Jóvenes y Blasfemas adquiera su propia identidad y esperamos poder celebrar el próximo año una nueva edición. Y al resto, de momento, que solo vaya hacia adelante. A Cactus todavía le queda por darme muchas alegrías, el club de lectura está siendo una experiencia muy enriquecedora y escribir es un sueño. Me gustaría seguir haciendo lo que me gusta durante mucho tiempo.
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