El enemigo conoce el sistema…. (I)


MIS IMPRESIONES SOBRE EL LIBRO

“EL ENEMIGO CONOCE EL SISTEMA”

de Marta Peirano[1]

Penguin Random House. (2019) – ISBN: 978-17636-39-5

Hoy presento estas MIS IMPRESIONES sobre este fabuloso libro de Marta Peirano, redactadas cuando termine su lectura/estudio en 2021 y, que constituye uno de los textos mas actuales e importantes de los que me leido sobre este complejo mundo de las plataformas digitales y las redes sociales, de las que el desconomiento de la mayoria de sus usuarios tenemos de sus intringulis y complejas madejas de funcionamiento.  Las he dividido en tres partes, para no hacerlas excesivamente larga, aunque recomiendo que lean el libro, que es de muy interesante lectura.

SINOPSIS

La red no es libre, ni abierta ni democrática. Es un conjunto de servidores, conmutadores, satélites, antenas, routers y cables de fibra óptica controlados por un número cada vez más pequeño de empresas. Es un lenguaje y una burocracia de protocolos que hacen que las máquinas hablen, normas de circulación que conducen el tráfico, microdecisiones que definen su eficiencia. Si la consideramos un único proyecto llamado internet, podemos decir que es la infraestructura más grande jamás construida, y el sistema que define todos los aspectos de nuestra sociedad. Y sin embargo es secreta. Su tecnología está oculta, enterrada, sumergida o camuflada; sus algoritmos son opacos; sus microdecisiones son irrastreables. Los centros de datos que almacenan y procesan la información están ocultos y protegidos por armas, criptografía, propiedad intelectual y alambre de espino. La infraestructura crítica de nuestro tiempo está fuera de nuestra vista. No podemos comprender la lógica, la intención y el objetivo de lo que no vemos. Todas las conversaciones que tenemos sobre esa infraestructura son en realidad conversaciones sobre su interfaz, un conjunto de metáforas que se interpone entre nosotros y el sistema. Un lenguaje diseñado, no para facilitar nuestra comprensión de esa infraestructura, sino para ofuscarla. El enemigo conoce el sistema pero nosotros no.

Este libro te ayudará a conocerlo, y a comprender por qué la herramienta más democratizadora de la historia se ha convertido en una máquina de vigilancia y manipulación de masas al servicio de regímenes autoritarios. Solo así podremos convertirla en lo que más falta nos hace: una herramienta para gestionar la crisis que se avecina de la manera más humana posible. No tenemos un segundo que perder.

MIS IMPRESIONES

Ya conocía a la Periodista Dª Marta Peirano (Madrid, 1975) a través de varios de sus artículos y sus presentaciones en YouTube de sus temas como: “Reconstruir el futuro”; “¿Hacia una Sociedad Vigilada?”; o sus entrevistas en la TV Murciana “Sin Ruido de Fondo” o en elDiario.es, y últimamente en junio 2020, en Público con su entrevista “El coronavirus ha sido la tormenta perfecta para controlar la sociedad”, en definitiva que persigo hace ya algunos años TODO lo que tenga relación con el BIG DATA y este mundo de las nuevas tecnologías, las plataformas digitales, Redes Sociales y todo lo que impone este actual Ciberleviatán, como le denomina Jose Mª. Lassalle.

Para los que hemos nacido, crecido y desarrollado en la era analógica, esta ERA DIGITAL, cibernética ha sido la gran desconocida y hemos tenido que transitar, a tientas, por todos los derroteros impuestos por ella, tropezando y cayendo más veces de los deseado, para adquirir una formación básica de subsistencia.

En el libro de Edward Snowden “Vigilancia Permanente”, nos dábamos de bruce con algunas verdades impensables para mentes normales: “Las generaciones futuras tendrán que acostumbrarse a un mundo en que la vigilancia es constante e indiscriminada, subraya el autor y precisa: el oído que todo lo escucha, el ojo que todo lo ve, una memoria que no duerme y que es permanente”, nos parecía inaudito, imposible, incluso dicha por él, un experto del primer nivel de la IC (Inteligence Community) de USA, que además nos afirmaba: “Un único smartphone de los modelos actuales controla más potencia de computación que toda la maquinaria de guerra del Reich y de la Unión Soviética juntas (en la segunda guerra mundial)”.

Luego a este libro de Marta Peirano “El enemigo conoce el sistema”, llegue con algo más de conocimientos, aunque fuesen elementales de lo que hoy nos controlan y manipulan el conjunto de servidores, satélites, antenas, routers y cables de fibra ópticas, en el sistema de vigilancia constante e indiscriminada al que estamos sometidos.

Cada capítulo, la autora lo comienza con unas frases célebres a modo de entradilla, el Capítulo 1 “Adicción”, lo hace con una de Henry David Thoreau[2]El precio de cualquier cosa es la cantidad de vida que ofreces a cambio”.  Comienza haciendo alusión a las empresas que “contribuyen a que los productos cambien todo”, y se refiere a los “saborizantes, aromatizantes, etc., que son los responsables de transformar el producto en otro completamente distinto, cambiando el sabor, el olor y hasta su textura sin alterar uno solo de los ingredientes ni el proceso de elaboración”. La más veterana es la suiza Givaudan[3], cuyo jefe de inversiones dijo en 2012: “Todo el mundo come, bebe, se ducha y limpia su casa. Esto es el 80% de nuestro negocio. La única parte cíclica del negocio es la perfumería de lujo. Por eso las crisis no nos afectan demasiado”.  Si te sientes más seguro volando con British Airways, podría ser, dice la autora, porque en sus aviones se dispersa un aroma diseñado para “estimular la recolección de buenos recuerdos durante el vuelo”, y sentencia: “los ingenieros del aroma son magos que operan sobre la mente con material invisible y el efecto puede ser devastador”.  Su trabajo es engañar a nuestro cerebro a través de los sentidos. Ciencia y tecnología puesta en la dirección de manipularnos sin que nos demos cuenta.

En el apartado “Por qué no puedes dejar de tocar tu móvil”, de este capítulo de “Adicción” la autora subraya muchos aspectos en sentencias demoledoras por su acierto: Una de ellas, tomando como fuente el Counterpoint Research es “los usuarios se pasan una media de tres horas y media al día mirando esa pequeña pantalla” y precisa: “El 89% del tiempo que dedicamos a mirar el móvil estamos usando aplicaciones. El 11% restante, miramos páginas web. El usuario medio invierte dos horas y quince minutos al día solamente en redes sociales”.

“La vida sin Google es difícil de imaginar. Es una dependencia peligrosa y no del todo voluntaria”, y precisa: “La tecnología que mantiene internet funcionando no es neutral, y la que encontramos o instalamos en nuestros teléfonos móviles tampoco” … todas han evolucionado en la última década con un objetivo muy específico: mantenerte pegado a la pantalla durante el mayor tiempo posible, sin que alcances nunca el punto de saturación.

Su objetivo no es tenerte actualizado, ni conectado con tus seres queridos, ni gestionar tu equipo de trabajo ni descubrir a tu alma gemela ni enseñarte a hacer yoga ni “organizar la información del mundo y hacerla accesible y útil”. No es hacer que tu vida sea más eficiente ni que el mundo sea un lugar mejor. Lo que persigue la tecnología que hay dentro de tu móvil es engagement[4]. El engagement es la cumbre de la felicidad de la industria de la atención.

Ejemplifica la autora el “condicionamiento operante” conocida como la Caja de Skinner[5], la generación de hábitos e incluso la adicción.  Y precisa: “La personalidad es el total de nuestros hábitos. Nuestra manera de caminar, de cocinar, de hablar y de pensar son hábitos, el entramado de rutinas mentales que nos hace únicos”. Hábitos que, una vez que se nos enganchan no podemos desengancharnos fácilmente, porque aparentemente, una vez que se graba en nuestra corteza cerebral, es difícil que se borre.

De hecho, la mayor parte de tiempo ni siquiera nos acordamos de por qué cogimos el móvil, ni tampoco de lo que hemos visto en las aplicaciones. En el año 2000, dice, nuestra capacidad de focalizar la atención en una sola cosa era de doce segundos, pero nos hemos entregado a un duro entrenamiento para bajar esa marca. Nuestra paciencia es tan escasa que el 40% de los usuarios abandonan una página web si tarda más de tres segundos en cargar.

Si Skinner estuviera vivo, dice la autora, ahora mismo trabajaría para Facebook, Google o Amazon y tendría a tres mil millones de ratones humanos con los que experimentar. Eso es exactamente lo que hace, precisa, B.J. Fogg[6], director del Laboratorio de Tecnología Persuasiva de la Universidad de Standford, para crear máquinas que puedan cambiar lo que la gente piensa y lo que hace, y hacerlo de manera automática. Aristóteles dijo: “somos lo que hacemos una y otra vez”.

El Prof. Fogg, divide su tiempo entre clases, el laboratorio y su trabajo como asesor de grandes empresas como Procter & Gamble, especialmente en el diseño del comportamiento.

El modelo B.J. Fogg del comportamiento (Fogg Behaviour Model) establece que, para implantar un hábito de manera efectiva, tienen que ocurrir tres cosas al mismo tiempo: motivación, habilidad y señal. “Instagram ha modificado el comportamiento de más de ochocientos millones de personas”, su cofundador[7] ha sido alumno mío, dice el Dr. Fogg. Facebook compró Instagram por mil millones de dólares en 2012 y en estos momentos supera los mil millones de usuarios. Las tres clases de motivaciones primordiales del modelo de Fogg, son: 1) Sensación (placer, dolor), 2) Anticipación (esperanza, miedo) y 3) Pertenencia (aceptación, rechazo social). Los explica muy bien Fogg en su ensayo “A Behavior Model for Persuasive Design” (Un modelo de comportamiento para el diseño persuasivo). Al final la estrategia ultima del modelo es la implantación de rutinas en las que el activador externo se transforme en activador interno. Mas condicionante que motivador o incentivador, digo yo. Un producto para crear hábitos.

Los mecanismos creados de un like recibido cuando automáticamente recibes uno al subir una foto, crea un condicionamiento de conducta.  Es fácil computacionalmente bots[8] que hagan eso. ¿Conoces a todos tus followers? ¿son reales o la recompensa inmediata que necesitas para engancharte a la aplicación? Algunos lo llaman neurohacking, otros Dark design, dice la autora.

Antes de la red social, lo más adictivo que había eran los videojuegos. Pura droga adictiva, por muchos y muchos casos que conocí de hijos de amigos, familiares o incluso nietos que retrasaron o perdieron el “tren lógico de su desarrollo personal” arrastrados por el engagement y la dopamina del juego. Era un nudo Gordiano, pues “cuanto más juegas mejor lo haces cuanto mejor lo haces, más quieres jugar”. El sistema nos premia cuando superamos una prueba, afirma la autora, pero no se burla, ni se enfada cuando cometemos un error. “Hay pocas cosas más adictivas en la vida que sentir que eres cada vez mejor en algo, sobre todo cuando hay un universo entero que te felicita cada vez que lo haces y no hay nadie que se burla cuando no”. Los videojuegos son un universo perfecto de ceros y unos que no existe en el mundo real.

¿Para qué sirve la palanca de las máquinas tragaperras? No hay ninguna conexión real entre la palanca de la máquina y el resultado final. Es una caja de Skinner falsa. Un engaño más, en los que caemos. Lo mismo pasa con el botón de parar… Y la maquina refuerza esa sensación con otros elementos de diseño: “el casi-acierto, los falsos premios y la música”. Todos esos refuerzos aparecen exactamente cuando estas a punto de dejarlo. La industria del juego produce quinientos mil millones de dólares al año.

Los algoritmos son opacos y sabemos que es el diseño más adictivo de la industria más adictiva, por eso lo copiaron los arquitectos de la red social. Lo importante no es el contenido, es la rutina.

En el estudio del cuenco de sopa sin fondo[9]  se demuestra que: “Si el cuenco de sopa no tiene fondo, comemos un 73% más”, de la misma manera, si la posibilidad de ganar premios es infinita, jugamos hasta desmayarnos.

Según la artista y pensadora alemana Hito Steyerl[10], “[…] el capitalismo superacelerado, una especie de parálisis en la que consumimos sin control, suspendidos en un trance angustiado del que tratamos de despertar consumiendo más y más cosas. […] Flotamos desorientados y vulnerables, en un estado de catalepsia similar a la hipnosis en el que, paradójicamente, somos especialmente receptivos.”

YouTube tiene mil ochocientos millones de usuarios que suben una media de cuatrocientos minutos de video cada minuto del día, y consumen mil millones de videos diarios. Es una de las plataformas más adictivas del mundo, y es propiedad de Google.

La “actual histeria informativa permanente de las notificaciones, los grupos de Telegram, Twitter, Facebook y todo lo demás. Es un reality show infinito, producido por algoritmos, del que no puedes desengancharte sin perder el tren”, dice la autora. “El éxito o el fracaso dependerá de lo bien que leas la poderosa trayectoria de los cambios tecnológicos y sociales y te posiciones adecuadamente”, dice Langdon Winner en su artículo del Social Research, “YouTube, The Great Radicalizer”.

De todas las plataformas, YouTube ha sido la más propensa a las fake news y las teorías de la conspiración, subraya la autora. A los productores de fake news les sale a cuenta porque es un buen retorno con mínima inversión. A YouTube también le sale la cuenta. Se queda con el 55% del dinero que generan los anuncios y el resto se los lleva Google.  La ficción es más lucrativa que las noticias reales, porque genera emociones. Las fake news están diseñadas para indignar. La indignación es la heroína de las redes sociales… Y crea o genera engagement, que es el objetivo principal de YouTube.

La atención es un recurso limitado, la legislación no la considera particularmente importante pero la competencia por ella es asesina. El “capitalismo de la atención”, no tiene tiempo para la política, ni para los valores ni para los niños ni para ninguna otra cosa que no sea el engagement.

Nicolas Carr,[11] preguntó hace ya una década, en un famoso ensayo para Atlantic, si no estaría Google volviéndonos idiotas. Carr sentía que la forma de consumir información estaba imponiendo cambios en su forma de leer, aprender y usar esa información. Actualmente las personas “no recuerdan los números de teléfonos, leen menos libros y están más despistados de lo normal”.

Actualmente se dan cursos de gestión de los dispositivos, siguiendo a Tristán Harris[12] de Time Well Spent, es decir, “tiempo bien empleado” que publica estrategias y aplicaciones que liberan de la adicción. “No quiere ayudarnos a usar menos el teléfono, solo a que lo usemos mejor”. Harris promueve que las grandes empresas tecnológicas hagan un juramento hipocrático donde prometan que usaran sus poderes únicamente “para el bien”.

La arquitectura siempre ha sido el lenguaje del poder. Las ciudades comerciales como Ámsterdam son abiertas y promiscuas, las imperiales son estructuras amuralladas de círculos concéntricos en torno a un corazón vacío, dice la autora refiriendo al libro “El lenguaje de las ciudades” de Deyan Sudjic. El poder del siglo XXI ya no construye para inspirar terror sino para producir confianza, dice la autora, de una burocracia eficiente, modesta y bienintencionada. Nuevos imperios subterráneos cuyo ejercicio del poder requiere silencio, oscuridad y secretos. En el lugar donde antes se levantaban los palacios han construido otra cosa: una mitología capaz de llenar la oscuridad de luminosas metáforas que representan exactamente lo contrario de lo que son. Por ejemplo, que la red es una estructura neutral, democrática y libre. Como todas las grandes mentiras, esta tienen un recuerdo de verdad.

El diagrama de las redes de Paul Baran[13], tiene tres redes: una centralizada con forma de estrella, otra descentralizada con varias constelaciones y una tercera red distribuida de nodos interconectados de manera uniforme, con una estructura explícitamente no jerárquica, donde cada nodo era indistinguible del resto e intercambiable por cualquier otro. Las claves eran redundancia y velocidad[14]. Baran inventó el sistema de conmutación de paquetes, uno de los principios claves de la red.

Técnicamente INTERNET nació la noche de fin de año de 1983, aunque el mundo la recuerde como la noche en que Michael Jackson estrenó Thriller.

La autora le dedica una parte importante de este Capítulo 2 de “Infraestructuras” a la historia del nacimiento de internet, y de su entrada en el mercado con fuerza a mediados de la década de los ochenta del siglo XX, y pocos años después la aparición de las “autopistas de la información”, cuando en el gobierno de Bill Clinton, Al Gore, su vicepresidente, en el National Press Club, declaró: “las autopistas de la información serán construidas, pagadas y financiadas por el sector privado”. Y aparecen kilómetros de fibra óptica para recolonizar al mundo. En 1996 aparece la Ley de Telecomunicaciones que libera radicalmente el mercado de las telecomunicaciones en Estados Unidos. Fue la época del salvaje oeste. En el capitalismo salvaje no hay revolución sin burbuja.

Referencias:

[1] Marta Peirano (Madrid 7 de noviembre de 1975) es una escritora y periodista española. De septiembre de 2013 a septiembre de 2016 fue jefa de la sección cultural del periódico digital eldiario.es. Fundó CryptoParty Berlín, una iniciativa alrededor de cuestiones sobre privacidad y seguridad en internet. Fue fundadora de Elástico, un colectivo multidisciplinar con el que codirigió el proyecto COPYFIGHT en 2005 sobre cultura libre.

[2] Henry David Thoreau (Concord, Massachusetts;12 de julio de 1817-ibidem, 6 de mayo de 1862) fue un escritor, poeta y filósofo estadounidense, de tendencia trascendentalista y origen puritano, autor de Walden y La desobediencia civil. Thoreau fue agrimensor, naturalista, conferenciante y fabricante de lápices. Uno de los padres fundadores de la literatura estadounidense, es también el conceptualizador de las prácticas de desobediencia civil.

[3] Givaudan es un fabricante multinacional suizo de sabores, fragancias e ingredientes cosméticos activos. A partir de 2008, es la mayor empresa del mundo en los sabores y fragancias industriales.

[4] ¿Qué es Engagement? Es la capacidad de un producto (una marca, un blog, una aplicación) de crear relaciones sólidas y duraderas con sus usuarios generando ese compromiso que se establece entre la marca y los consumidores.

[5] Burrhus Frederic Skinner (Susquehanna, Pensilvania; 20 de marzo de 1904-Cambridge, Massachusetts; 18 de agosto de 1990) fue un psicólogo, filósofo social, inventor, y autor estadounidense. Condujo un trabajo pionero en psicología experimental y defendió el conductismo, que considera el comportamiento como una función de las historias ambientales de refuerzo.

[6] Brian Jeffrey Fogg (nacido el 7 de agosto de 1963) es un científico social estadounidense que actualmente es investigador asociado en la Universidad de Stanford y autor. Es el fundador y director del Laboratorio de Tecnología Persuasiva de Stanford, posteriormente rebautizado como Laboratorio de Diseño de Conducta.

[7] Creada por Kevin Systrom y Mike Krieger, Instagram fue lanzada en octubre de 2010.

[8] Un bot (aféresis de robot) es un programa informático que efectúa automáticamente tareas reiterativas mediante Internet a través de una cadena de comandos o funciones autónomas previas para asignar un rol establecido.

[9] Brian Wansink, James E. Painter y Jill North, “Bottomless bowls; why visual cues of portion size may influence intake”, Obesity: A Research Journal, 13 (1), 2005, pp. 93-100

[10] Hito Steyerl (n. 1966, Múnich) es una realizadora cinematográfica alemana, artista visual, y autora en el campo del ensayo y documental. Steyerl tiene un doctorado en filosofía de la Academia de Bellas Artes de Viena. Actualmente es docente de New Art Media en la Universidad de las Artes de Berlín.

[11] Nicholas George Carr es un escritor estadounidense que ha publicado libros y artículos sobre tecnología, negocios y cultura.

[12] Tristán Harris es un científico de la computación americano y hombre de negocios. Es presidente y cofundador del Center for Humane Technology. Anteriormente, trabajó como especialista en ética del diseño en Google. Recibió su título de Stanford, donde estudió la ética de la persuasión humana.

[13] Paul Baran (29 de abril de 1926 – 26 de marzo de 2011) fue uno de los impulsores de las redes de conmutación de paquetes independientemente de Donald Davies y Leonard Kleinrock. Nacido en Polonia, su familia se trasladó a Boston en 1928. Baran cursó estudios de diplomatura en la Universidad Drexel, obtuvo su licenciatura en ingeniería en la UCLA en 1959 y comenzó a trabajar para la Corporación RAND en ese mismo año.

[14] El artículo se llamó “Simulación digital de enrutado de patata caliente en una red de comunicaciones distribuidas de banda ancha”

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Author: jaca