Desmadre en la FM en Cantabria (Capítulo enésimo primero)

En anteriores artículos sobre la FM en Cantabria he venido denunciando la situación de auténtico desmadre que vive la FM de Cantabria… y España.

La situación llega ahora en Cantabria a su máxima expresión ya que, el actual Gobierno de Cantabria, ni siquiera se ha preocupado de cubrir la Dirección General de Telecomunicaciones.

Antes de seguir analizando los problemas de interlocución para el sector que ello provoca quiero hacer unas precisiones.

Los espacios comunes

Las legislaciones internacionales y nacionales definen perfectamente los distintos espacios compartidos del género humano por donde transitan naves espaciales, aviones, barcos, trenes, automóviles y datos en ondas electromagnéticas, bits (binary digit) o bytes.

Todo está regularizado para que los movimientos y usos sean compatibles y no se origines “choques”. Todo transcurre por “autopistas” o “vías” ya sean físicas o etéreas.

Al género humano le interesa que así sea y para ello se han puesto de acuerdo en establecer las distintas normativas de tránsito. Si no existieran todo sería un caos.

También es lógico pensar que las personas que utilizan los espacios comunes tengan que obtener un “titulo habilitante” que les acredite como usuarios de esos espacios. El utilizar estos espacios comunes sin “título habilitante” crea la figura del “pirata”

Para navegar por todos los espacios comunes, los Estados establecen unas normas.

Cada espacio tiene sus normas, aceptadas internacionalmente. Para navegar por cada espacio se requiere un “título habilitante” que otorga la autoridad competente.

El espacio que nos ocupa en la transmisión por FM (frecuencia modulada de ondas electromagnéticas) es el llamado Espacio Radioeléctrico. Vulgarmente conocido como el “éter de las ondas”. Regulado por convenios internacionales.

Un 90% de piratas en Cantabria

Pues bien, en Cantabria, cerca del 90% de operadores que transitan por el espacio radioeléctrico común de Cantabria, no tienen “título habilitante”.

El sistema de concesión de estos títulos, permisos o licencias, se convirtió en un caos total, al ser transferido en España a las Comunidades Autónomas.

Las grandes corporaciones (cadenas comerciales de radio) se hicieron con miles de títulos. Concursos presuntamente prevaricados. Concesiones dirigidas. Intereses políticos. Amaños entre amigos. Toda una historia caótica desde la última década de los años 80 del siglo 20.

El artículo 33

En medio de este desmadre muchos aficionados a la radio nos convertimos en “piratas” del sector. Tomamos posesión de frecuencias de FM por el artículo 33. La administración se vio superada por la realidad.

Tras un intento de poner orden, en la década de los 90, la realidad les superó. Optaron por no actuar y dejar que el caos se autorregulara…

Esta dejación ha llegado en Cantabria a su máxima expresión cuando con la constitución del nuevo Gobierno, el puesto de Director General de Telecomunicaciones se ha dejado vacante.

Si le hace ilusión ponga usted una emisora sin problemas

Hoy en Cantabria si usted desea poner en marcha una emisora de radio solo tiene que hablar con algún técnico, ocupar una frecuencia y ponerse a emitir. Nadie se ocupa de controlar nada.

¿Contenidos?. ¿Antecedentes?. ¿Oobjetivos?. ¿Cualificación profesional?. Nada importa. El el desmadre y caos es total.

Tan solo debe preparar 800 euros al mes para pagar al pirata y montar un pequeño estudio que con 3.000 euros  lo tiene hecho. A partir de ahí usted puede hacer lo que quiera, promocione la prostitución, alabe a su dios, adivine el porvenir de los oyentes ilusos a través del teléfono o hable del equipo de donde juega su hijo… nadie le dirá absolutamente nada. También puede programar música satánica o divina. Nadie le molestará.  Por supuesto pague infra salarios que algún aficionado se convertirá en su voz en el éter, e incluso puede pagarle por hablar del sexo de los ángeles. Ah! pero no se le ocurra montar un proyecto informativo serio pues en ese caso se arruinará.

Algo de imaginación

Imaginen que en el espacio terrestre los automóviles circularan sin normas de tráfico, y conductores sin carnet tomaran las carreteras sin respetar normas de tráfico.

O que en el espacio marítimo los barcos navegaran a su aire, sin control.

Y sigan imaginando un espacio aéreo donde volaran aviones piratas sin plan de vuelo ni pilotos titulados. Sin control.

O que en los trenes fueran conducidos por maquinistas aficionados, sin ningún tipo de preparación y validación administrativa.

La autorregulación

Lógicamente para evitar los choques y el caos, serían los propios conductores los que se pondrían de acuerdo para evitar la hecatombe.

Pues bien, eso es lo que en Cantabria han tenido que hacer los operadores que han ocupado el espacio radioeléctrico. Mientras la administración competente, no existe.

Soluciones para evitar el desmadre y racionalizar la situación existen, pero la administración prefiere mirar a otro lado.

Las consecuencias las paga la sociedad civil. Mientras proyectos radiofónicos serios han llevado a la ruina a muchos. Los otros “piratas” más avezados en la especulación, obtienen grandes beneficios con programaciones de todo tipo que nadie evalúa.

Libertad convertida en libertinaje mercantilista sin ningún tipo de evaluación de su interés social. “La pela es la pela” domina el sector.

Mientras tanto, cientos de periodistas se titulan y van al paro o caen en estas empresas operadas por piratas. Una realidad que ni a la Administración, ni a la Asociación de la Prensa, ni a nadie interesa ordenar.

¡Viva la anarquía y el desmadre! … óiganme pues que así sea, si todos están de acuerdo ¡Viva la anarquía!