Mis impresiones sobre el libro MARIANELA de Benito Pérez Galdós

SINOPSIS

Marianela” (1878) pertenece a lo que Galdós llamó Novelas de la Primera época (que comprenden obras como “Doña Perfecta” y “Gloria”). Partiendo de un caso extraído de un tratado de Psicología (la recuperación de la visión en un ciego congénito), Galdós creó una de sus novelas más famosas. La vida trágica de la muchacha Nela, fea y deforme, enamorada del ciego Pablo a quien sirve de lazarillo, es el hilo conductor sobre el que se entrelazan tres temas: la ceguera y su posible cura, la relación sentimental y la situación socioeconómica.

La maestría del escritor canario se demuestra en la articulación narrativa de las oposiciones principales: belleza física y belleza moral; industria y agricultura, el hoy y el ayer; cultura y naturaleza. La relación del ciego con su lazarillo ha quedado como una de las más bellas surgidas de la pluma de Galdós.

MIS IMPRESIONES

Con gran entusiasmo comencé a leer esta pequeña novela de Pérez Galdós, como un “intermedio” de dos libros de mayor carga informativa que me ocupaban espacios del día. La intención era disfrutar de la pluma galdosiana con esta historia de Marianela, que por otra parte fue escrita aquí en Santander basada en determinados datos de la región y como referencia una de las admiradas, por Martí, del escritor canario.

Cumplió su objetivo. “Marianela” es de fácil y rápida lectura, es agradable, fresca y llena de ternuras y momentos que recogen cual estampa la situación de un pueblo minero, Socartes, y una zona agrícola, Aldeacorba[1], donde viven sus personajes, Francisco Penáguilas con su hijo ciego, Pablo.  Marianela, “Nela” como todos le llaman, es una pobre huérfana que vive con la familia del capataz de las minas, Centeno, menospreciada por todos, incapaz de nada útil, solo siente alegría acompañando a Pablo, a quien sirve de lazarillo, que con ella pasea, habla y se deleita. Sus almas están compenetradas e incluso un día Pablo le promete casarse con ella…

Mucho me ha costado encontrar el uso de los nombres, tanto antropónimos como topónimos, de esta obra de Galdós, que encierran un significado que por lo general el autor lo vincula con el contenido de la historia narrada, bien en sus fines narrativos, lingüísticos y sociales. Este interés personal, se basa en la referencia que la novela está enmarcada en Cantabria.

En esta obra, en mi modesto entender, se nota la influencia de Dickens y la picaresca, quizás con algunas señales del espiritualismo, que remarca con fuerza en obras posteriores. Es una obra con gran sentido de la ética.

En Marianela, hay una acusación directa a la sociedad, pues tristemente como Nela hay muchos seres en el mundo que se pierden en los mas oscuros rincones de los pueblos, los campos, en las minas, y lo mas triste es que a menudo pasamos por su lado y no los vemos. De ahí uno de los grandes méritos de esta obra, en la que Galdós denuncia ese mundo de pobres, miserables y desfavorecidos, carentes de todo, que viven sin familia y son criados como las peores bestias.

Me llamo la atención que, la novela, posee pocos nombres propios: Marianela[2], Pablo Penáguilas, Teodoro Golfín y Florentina, los demás son secundarios, aunque tienen un rol significativo en el desarrollo de la narrativa. Cuentan que Marianela, fue el personaje que mas quiso Galdós. Según Fernández Montesinos (1980) que “en una ocasión Galdós asistió a una adaptación escénica de la novela, en 1912, ya viejo y ciego, y que al escuchar a Margarita Xirgu que interpretaba muy bien el personaje, se echo a llorar y le tendió los brazos, llamándola Nela”.

Galdós aborda grandes temas como la religión, la caridad, el progreso y la justicia social. No es una novela urbana, no aparecen nombres de calles, casas y edificios, todo se desarrolla en el espacio rural, en una localidad de Cantabria: Socartes, un pueblo minero y Aldeacorba, la zona agrícola. Influyeron las excursiones de Galdós por la tierra cántabra, junto a su amigo José Mª Pereda, mientras pasaba las vacaciones de verano, en la ambientación de la historia. En una carta que envió a los hermanos Quintero, les habla de “una chiquilla raquítica, melancólica, los ojos como ascuas y las greñas en desorden”.

En la novela la protagonista no tiene nombre fijo, el autor le muestra de maneras distintas: Nela, Nelilla, la hija de la canela, María Nela, Marianela, Mariquita, Mariquilla. Su nombre real era desconocido, ni siquiera ella misma lo conocía. El nombre verdadero de Marianela, descubierto después de la muerte de Galdós por un artículo publicado en El Times, según se relata al final de la novela:

“Revolvieron los libros parroquiales de Villamojada, porque era preciso que después de muerta tuviera un nombre fijo la que había pasado sin él en vida, como lo prueba la misma historia, donde se la nombra de distintos modos. Hallado aquel requisito indispensable para figura en los archivos de la muerte, la magnifica piedra sepulcral que se ostentaba orgullosa en medio de la rusticas cruces del cementerio de Aldeacorba tenia grabados estos renglones: “R.I.P./MARIA MANUELA TELLEZ/RECLAMANDOLA EL CIELO/ EN 12 DE OCTUBRE DE 186…” (p.119)

La fealdad de la protagonista, Nela: fea, raquítica… descrita por Teodoro Golfín, en la novela: “… este era delgado, muy pecoso, todo salpicado de menudas manchitas parduzcas. Tenía pequeña la frente, picudilla y no falta de gracia la nariz, negros y vividores los ojos; pero comúnmente brilla en ellos una luz de tristeza”.

La joven se sentía y participaba en las acciones de los habitantes como un animal más de Aldeacorba.  No solo era su fealdad, sino además “era hija de una madre soltera, pobre y desgraciada, una alcohólica que termina suicidándose”. Sin embargo, nuestra protagonista poseía un “carácter espiritual y poético”, una belleza interior, que el autor en boca de Golfín y Pablo describe con bellas imágenes: “tu eres una alhaja”, “tu alma está llena de preciosos tesoros”. Cualidades que la gente se negaba a captar.

Galdós quizás quiso al combinar el nombre de María (virgen elegida) y Manuela (nombre hebreo, que viene de Enmanuel y significa “Dios está con nosotros”) nos remite a las virtudes espirituales, a la integridad de ánimo y nobles sentimientos de la joven[3].

De la misma fuente, el medico Teodoro Golfín, es una combinación del antropónimo, Teodoro, el patronímico, Golfín. Teodoro, es nombre teofórico, que en griego significa “regalo de Dios”, mientras el patronímico Golfín, puede leerse como un guiño léxico, irónico, ya que significa “salteador, vagabundo, facineroso, bribón”. En la novela, el personaje al interpretar su apellido, él mismo declara que en sus venas corre sangre inglesa, que desde luego, considera superior, y dice:

“Yo lo descompondría de este modo: Gold, oro… to find, hallar… Es, como si dijéramos, buscador de oro… He aquí que mientras mi hermano lo busca en las entrañas de la tierra, yo lo busco en el interior maravilloso de ese universo en abreviatura que se llama el ojo humano”. (p.46)

En la novela el Dr. Teodoro Golfín, piensa que la única solución para Nela es la domesticación, es decir llevarla a unas normas convencionales de vida, sin percatarse de los daños irreversibles que el dolor reprimido ha producido en ella.  La escena de la muerte de Nela en la casa del patriarca de Aldeacorba, la casa de Pablo, le produce unos efectos, que muere de vergüenza, humillada, con su bagaje de sueños. Cuando Pablo fija sus ojos en ella, su vista la mata sin piedad:

“Con voz temblorosa, que en todos produjo trágica emoción, la Nela dijo: – Sí, señorito. Yo soy la Nela […] llevo a sus secos labios la mano del señorito y le dio un beso… después un segundo beso… y al dar el tercero, sus labios resbalaron inertes sobre la piel del mancebo. (p. 114)

Seguramente muy diferente valorada, según el lector: muerte romántica; muerte injusta… A Nela le hemos dado vida con la lectura, su desaparición deja un gran vacío.

Una novela que exalta la grandeza del espíritu del género humano. Galdós, usó algunos personajes secundarios de esta novela que luego serán protagonistas en el ciclo de las novelas españolas contemporáneas.

Jorge A. Capote Abreu

Santander, 5 de Octubre de 2020

[1] Aldeacorba del Suso, topónimo ficticio de una zona agrícola cántabra de la novela.

[2] Marianela es la aglutinación de María Manuela.

[3] Tomado de la Tesina “Nombres y símbolos en Marianela de Benito Pérez Galdós” de Dª Trinis Antonietta Messina Fajardo – presentada en la Universitá Kore di Enna (Sicilia, Italia).