
Mis impresiones sobre el libro “LEONORA” de Elena Poniatowska Editorial Planeta, S.A. (Seix Barral) – ISBN: 978-84-322-0032-8
Una mujer indomable, un espíritu rebelde. Estaba destinada a crecer como la rica heredera de un magnate de la industria textil, pero desde pequeña supo que era diferente, que su capacidad de ver lo que otros no veían, de conectar con los animales, la convertía en especial. Desafió las convenciones sociales, a sus padres y maestros, y rompió cualquier atadura religiosa o ideológica para conquistar su derecho a ser una mujer libre, personal y artísticamente. Leonora Carrington es hoy una leyenda, la más importante pintora surrealista, y su fascinante vida, el material del que se nutren nuestros sueños.
Fantasiosa y excéntrica en su infancia, desafiante en su adolescencia, Leonora vivió la más turbulenta historia de amor con el pintor Max Ernst. Con él se sumergió en el torbellino del surrealismo, y se codeó en París con Salvador Dalí, Marcel Duchamp, Joan Miró, André Breton o Pablo Picasso; por Max enloqueció cuando fue enviado a un campo de concentración. A Leonora se le confinó en un manicomio de Santander, del que escapó para conquistar Nueva York de la mano de Peggy Guggenheim. Se instaló en México casándose con el poeta y periodista Renato Leduc; aquí culmina una de las obras artísticas y literarias más singulares y geniales.
No es la primera vez que Elena Poniatowska retrata como nadie a una mujer excepcional. La increíble vida de Leonora Carrington es, en sus manos, una aventura apasionante, un grito de libertad y una elegante aproximación a las vanguardias históricas de la primera mitad del siglo XX. Elena Poniatowska escribe como habla; al narrar, cuenta y al contar, seduce, lo que convierte esta historia real en una de esas novelas que uno, simplemente, no puede perderse.
MIS IMPRESIONES
A este libro me llevaron varios caminos, en primer lugar el interés despertado en mi por su autora, Premio Cervantes de 2013, Hélène Elizabeth Louise Amélie Paula Dolores Poniatowska Amor que nació el 19 de mayo de 1933 en París, Francia. Su padre era francés de ascendencia polaca y su madre una mexicana que se crió en Francia. Creció hablando francés y aprendió inglés en una escuela privada británica. Sin embargo, su conocimiento del español vino de hablar con las criadas, por lo que su español escrito era en gran medida coloquial. Se sentía y pensaba en sí misma tan completamente mexicana y de español como su lengua materna. Sus obras incluyen personajes que pertenecen a las clases desfavorecidas, y a menudo daba voz a los impotentes de su país.
“Así como no se puede encarcelar a Jean-Paul Sartre en Francia, no se puede injuriar a Elenita en México”[1], decía una semblanza aparecida en Le Monde, el 13 de marzo de 2009, con motivo del Salón del Libro dedicado a México, una de cuyas estrellas fue Elena Poniatowska.
Autorretrato (1937-38) Esta pintura resume la percepción de la autora sobre la realidad y la exploración de su feminidad. Vemos a una Leonora liberada, sin su familia. Ella se identificaba mucho con los caballos, por lo que detrás vemos a un equino como su alter-ego (Tomado de Especial El Universal – México)
Frente a Leonora Carrington, Poniatowska se enfrenta a uno de los pasajes más engañosos de su carrera literaria. Ante todo, como ella lo refiere en el epílogo, está reescribiendo la vida de una amiga casi centenaria que ha ilustrado dos ediciones suyas (Lilus Kikus y Rondas de la niña mala) y con la cual –es notorio tras leer Leonora– se identifica muchísimo
En Leonora, Poniatowska no quiso o no pudo escribir una verdadera biografía de Carrington y optó por un género híbrido que a mí rara vez me convence: la biografía novelada o la novela biografiada, que carece de la libertad de la novela y del rigor de la biografía.
El otro gran interés mío por Leonora, era el vínculo del personaje Leonora Carrington con el Sanatorio del Dr. Morales en Santander, al cual la había remitido su aristocrática familia y cuyo entorno el “Parque del Dr. Morales” o más popularmente “Parque de la Vaca” es parte de mis colindantes vecinos, usado con mucha frecuencias en mis paseos y andares habituales. Ese vínculo, que me ha permitido recrear con detalles las escenas relatadas, no solo en los capítulos 22 al 28 de la novela, sino que me adentró en un interés histórico personal, por desentrañar en lo posible la llamada “Villa magnifica transformada en casa de curación, una de las más bellas y suntuosas del Norte de España” según le describen los medios de prensa de la época.
Luego de esta mezcla de admiración por la autora Elena Poniatowska, vinculo de la Carrington con mi entorno actual y la historia magnifica de una escritora y pintora surrealista fueron más que suficiente para que se convirtiera en apasionante interés la lectura y casi estudio de la novela, con mis subrayados y notas de margen, que me hacen afirmar que disfruté cada relato por muy dolorosas que fueran las circunstancias en las que se desarrollaron, en especial, las de su estancia en el Sanatorio. Hoy leo como complemento, numeroso material recogido sobre el Sanatorio, y me leo “Memorias de Abajo” de Leonora Carrington, que Elena prologa genialmente como “La ultima mujer del surrealismo vivió y murió en México”.
La novela te abstrae y sustrae, te hace caminar por las diferentes manifestaciones de la agitada vida de Leonora, que de la mano de la Poniatowska recorremos. A modo de resumen/conclusión reproduzco un párrafo del artículo de Elena Poniatowska en El País del 28 de mayo de 2011, el jueves siguiente a morir en México la gran pintora y escritora Leonora Carrington: “Pretendí rendirle con Leonora un homenaje, un tributo amoroso. Leonora nunca sacrificó su ser verdadero a lo que la sociedad convencional esperaba de ella, nunca aceptó el molde en el que nos cuelan a todos, nunca dejó de ser ella, escogió vivir en un estado creativo que hoy nos exalta y nos llena de admiración, defendió su talento desde la madrugada hasta el anochecer, primero contra su padre y después contra una clase social que pretendía imponerle leyes estrictas, las mismas que han impedido el florecimiento y la creatividad de hombres y mujeres de talento que finalmente se rinden y regresan al conformismo. Leonora Carrington nunca cedió, jamás le importaron las apariencias, nunca guardó la fachada, vivió para pintar y para sus hijos -Gaby, filósofo y poeta, Pablo, pintor y médico con quienes tuvo una relación entrañable, la más cercana que pueda darse entre una madre y sus hijos”.
Poco más merece ser reseñado de este gran libro, que en sus casi 500 páginas, nos hace recorrer la vida de una Pintora/Escritora surrealista, esa anciana impenetrable, como la registró Fernando Savater, que es Carrington, quien apenas llegó a México decidió que decir y que no decir, a través de sus visiones, de sí misma. Y termino con una sentencia del taumaturgo Alejandro Jodorowsky[2] al conocerla en 1959: “No es una mujer, es un ser”, quizás agregaría: “extraordinario”.
Seguiré leyendo y estudiando a la Carrington, como muestra de gran valoración de su obra, aunque la pintura surrealista nunca fue de mis predilectas, pero sin dejar de apreciarla como un movimiento pos Primera Guerra Mundial con grandes exponentes como Dalí, Magritte, Picasso, Lam, Breton, Kahlo, Miró y tantos otros.
Jorge A. Capote Abreu
Santander, 28 de marzo de 2021
[1] La frase proviene de aquella con la que preguntaron a Charles de Gaulle por un ministro ansioso por ponerle un alto a las actividades subversivas del filósofo existencialista convertido al maoísmo, le habría respondido: “a Sartre no se le puede meter a La Bastilla”.
[2] Alejandro Jodorowsky Prullansky (Tocopilla, región de Antofagasta, 17 de febrero de 1929) es un artista chileno, naturalizado francés, de ascendencia judío-ucraniana.