Hasta finales del siglo XVII, las rutas y medios de transporte que existían impedían que llegaran a Madrid productos del mar en condiciones, solo llegaban en salazón o cecial (seco), hasta que la cuaresma apareciera con la Contrarreforma.
Debido a la Reforma Católica o contrarreforma, surgida como reacción de la iglesia católica a la reforma protestante, se empezaron a implantar prácticas como la cuaresma, que conllevaba la prohibición de comer carne.
Y este es el motivo por el que el pescado empezó a ser demandado en las capitales interiores como plato alternativo al consumo de carne, convirtiéndose con los años en una práctica popular en el interior tomándolo en guisos, frito o rebozado.
Por esta razón en 1739 se pide a la Corte rutas y permisos especiales para transportar pescado fresco desde los puertos principales del norte de nuestro país. De esta forma, el pescado empezó a llegar en mejores condiciones y mucho más variado.