Joselito. Entrevista a José Pablo García

PortadaUna de las grandes sorpresas de la temporada es el primer trabajo largo como autor completo de José Pablo García, un sorprendente acercamiento a la figura del pequeño ruiseñor. Lejos de realizar un biopic al uso, la biografía se compone de una sucesión de pequeñas piezas, cada una realizada de un modo diferente homenajeando a los distintos formatos que el cómic ha tenido a lo largo de la historia. Un original entretenimiento que funciona y se acerca a un público impensable sin renunciar a su carga de experimentación gráfica. Una genial obra que nos hace desear ver nuevos trabajos del autor. Con José Pablo hablamos de Las aventuras de Joselito.

 ¿Qué es “Las Aventuras de Joselito”?

Un homenaje gráfico en el que se reivindica a Joselito como icono pop todoterreno, escurridizo e inclasificable.

¿Qué te lleva a elegir un personaje tan popular y a la vez tan desconocido como Joselito?

Precisamente en ese contraste entre su enorme popularidad y el desconocimiento de su insólita biografía residía el mayor atractivo de este proyecto. Yo sabía poca cosa sobre él, hasta que fue a parar a mis manos «La jaula del ruiseñor», su biografía autorizada, y me sentí abrumado por aquella montaña rusa de acontecimientos.

Cuanto más investigaba, más convencido estaba de hacer algo con todo ese material. Pero, por otro lado, nunca me han hecho demasiado gracia los biopics. Hay algo intrínsecamente rancio en ellos, y temía que sólo tuviese cierto alcance dentro de sus admiradores.

P.: ¿Cómo nace la obra?

En el momento en que descubro que la mejor forma de contar su vida era dando un tratamiento gráfico y narrativo distinto que se adecuara a cada episodio, sujeto a las convenciones de los diversos géneros y escuelas de la historia del cómic.

La mutación estilística era muy apropiada para un personaje como Joselito, que se ha pasado la vida entera huyendo de sí mismo y reinventándose. Podía establecerse además cierta correspondencia entre la época y el estilo elegido: durante los años de su estrellato los tebeos infantiles alcanzaron su máxima popularidad y creció cuando el cómic llegó a su época adulta.

Gracias a éstas y otras razones, vi que el concepto funcionaba a varios niveles y me puse manos a la obra. Cada capítulo sería un reto distinto y tenía la certeza de que no iba a aburrirme.

P.: ¿Cómo ha sido el proceso de documentación de la obra?

El editor me facilitó algunos libros (de lo poco que puede encontrarse sobre él), y navegando por internet completé todos los huecos que me faltaban, a través de entrevistas y reportajes antiguos. Me sorprendió la cantidad de páginas que hay creadas por admiradores franceses. De ellas extraje varias de las fotos de los extras y el prólogo.

En cuanto a la documentación gráfica, rebusqué a lo largo de la historia del cómic aquellos estilos que me permitieran crear la amalgama más variada posible, para hacer una especie de catálogo de muestras de las diversas formas que existen de narrar con dibujos.

P.: Muchos de los personajes que aparecen en la obra continúan vivos. ¿Condiciona tu trabajo el saber que lo van a leer los personajes representados?

No pensé demasiado en ello, sino en divertirme haciéndolo y siendo honesto con lo que contaba. Sabía que la admiración y el cariño que había puesto en la obra iba a prevalecer a cualquier salida de tono.

P.: En el libro cuentas los orígenes del personaje, unos comienzos muy humildes que nos recuerdan a la España de los Santos Inocentes. ¿Cómo era la España de la época?

Joselito nació en Beas de Segura, un pueblo de Jaén totalmente dejado de la mano de Dios en aquellos años de posguerra. Su padre trabajaba de sol a sol en la tierras de los señoritos, y ni siquiera ganaba para poder dar de comer a sus seis hijos, que sufrían un hambre atroz y vivían rodeados de una miseria indescriptible. En el momento que Joselito se dio cuenta, siendo un crío, de que podía ganar más dinero cantando por las tabernas que su padre cavando olivos, su único objetivo fue el de sacar a su familia de la pobreza. Y lo acabó logrando con poco más de diez años.

P.: Poco a poco la figura de Joselito despega y se convierte en un gran fenómeno a escala mundial. Si bien es conocida la figura a nivel estatal, reivindicas el espacio que llega a ocupar a nivel internacional apadrinado por Luis Mariano, que le lleva a convertirse en un mito en Francia.

Lo invitó a cantar en un espectáculo en La Gaîté Lyrique de París, que fue retransmitido por la televisión y radios francesas, y ahí comenzó el idilio gabacho. Todo esto ocurrió en 1955, un año antes de pegar el bombazo en España. Durante los sesenta vendió en ese país más que Elvis Presley, y a día de hoy sigue siendo un personaje muy popular allí.

P.: Es curioso su periplo por diferentes países, llegando a intervenir en el show de de Sullivan, tener audiencia con el Papa Juan XXIII o compartiendo cenas con el Che Guevara y sus guerrilleros.

De triunfadores en América pueden encontrarse numerosos ejemplos en el estrellato patrio. Más sorprendente fue descubrir que causó furor en los países árabes, el sureste asiático y las colonias portuguesas de África, algo insólito para un artista español en aquella época, y que sólo tendría parangón en Julio Iglesias varios años después.

Gracias a su enorme celebridad pudo codearse con los mayores iconos de aquella época: la cúpula de la Revolución Cubana ocupó el hotel Hilton tras su llegada a La Habana, justo donde él estaba alojado, y pasó dos meses conviviendo con el Ché y Fidel allí; el Papa Juan XXIII, muy admirador suyo, lo citó en varias ocasiones durante la época en que estuvo rodando en Italia; el presidente de EEUU Lyndon B. Johnson le regaló un Winchester tras su visita a su rancho de Texas… Un no parar.

P.: En el caso de Joselito las relaciones con su representante, casi familiares, condicionan su trayectoria y especialmente su final de carrera. En el libro sale especialmente malparada la figura de  Eloy Ballesteros.

Su representante Eloy Ballesteros lo acogió en su casa y lo trató como un hijo. Lo que Joselito no sabía es que ese cariño impostado iba a cobrárselo más tarde, cuando ya no contara con el favor del público al perder su voz de oro. No lo dejó en la ruina, pero se quedó con casi todo.

P.: En el libro abordas sin reparos temas muy complejos de la biografía del cantante como su relación con las drogas, las estancias en la cárcel o su relación con Angola. ¿Cómo afrontas estos temas tan espinosos?

He tratado de esclarecer qué hay de cierto en todo lo que se cuenta. Ni fue un mercenario en Angola, ni un traficante de drogas. Hay gente, incluso dentro del ‘fandom’, que piensa que Joselito sigue teniendo problemas económicos y hasta que vive en la indigencia. Él jamás ha tratado de ocultar estos episodios de su vida y habla de ellos con total naturalidad, puesto que ya los ha superado.

No se trataba de incidir en su condición de juguete roto, ni contar una historia de ascenso y caída, pues ya se ha hablado demasiado sobre esto, sino de resaltar su espíritu de supervivencia.

P.: Quizás su periplo en Angola sea uno de los momentos peor conocidos, existiendo muchas versiones contrapuestas de la misma. ¿Cómo afrontas las contradicciones que surgen en la vida de un personaje tan complejo?

Traté de contrastar la información y no meterme en más berenjenales que los justos.

P.: Los matrimonios de Joselito, especialmente con Marifé, contribuyen a dotar de una gran intensidad a la obra.

Marifé ha sido el pilar de su vida, sin ella habría acabado autodestruyéndose. Se conocieron de niños y han protagonizado una peculiar historia de amor, de la que hago un seguimiento a través de una revista propia (llamada «Marifé») que avanza en paralelo con el resto de episodios, y en la que homenajeo al tebeo femenino.

P.: ¿Has llegado a conocer al protagonista? ¿Sabes si ha leído la obra?

No nos hemos conocido en persona aún, pero hemos hablado en varias ocasiones. La primera de ellas fue a través de una encerrona que me hicieron en Canal Sur Radio. Asistí a la emisora sin tener ni idea de que él iba a estar al otro lado, y me cagué vivo en cuanto lo escuché, pues no sabía aún cuál era su veredicto. Por suerte, le había encantado el tebeo, especialmente el episodio del Joselito superhéroe. Fue una experiencia bonita, porque andaba por allí mi madre y pudo hablar con el ídolo de su infancia por primera vez. Joselito se despidió agradeciéndome lo del libro e invitándome a su casa de Utiel, mientras se escuchaba de fondo la banda sonora de «Superman» de John Williams… lloré muchísimo, en serio.

P.: Si bien Orbita 76 será tu primer trabajo largo, será Joselito tu primera obra como autor completo. ¿Es muy grande el cambio al hacerte cargo del guión?

Salvo en el caso de «Órbita 76» y un par de excepciones más, siempre he trabajado solo y en historias cortas. Al ser este libro una compilación de episodios independientes, de ocho páginas como mucho, no he notado cambio alguno.

P.: ¿Cuánto tiempo te ha llevado realizar el libro?

Comencé en el verano de 2011 y dejé listas unas veinte páginas. Me sentí técnicamente incapaz de avanzar y abandoné el proyecto. No tenía intención de retomarlo, pero a finales de 2013 presenté a un par de concursos aquellas páginas por si sonaba la flauta. Reino de Cordelia se interesó más tarde, y tras firmar el contrato con ellos me puse con el resto. Calculo que, en total, me habré dejado un año entero ahí.

P.: Cada capítulo se convierte en un homenaje a un tipo de cómic sin excluir ninguna procedencia. En las páginas te acercas a referentes cercanos del tebeo español como Roberto Alcazar a los tebeos de chicas de Purita Campos o los tebeos americanos de Jack Kirby, los clásicos como Little Nemo o Topffer o los japoneses como Osamu Tezuka. ¿Cómo eliges la forma que va a tener cada uno de estos capítulos?

Tenía claro qué estilos debían estar presentes y fui asignándolos, un poco por intuición, a través de un esquema que hice al principio. Pero hay decisiones muy importantes que tomé cuando estaba cerrándolo. Ha habido mucho de improvisación.

P.: Si bien autores como Daniel Clowes asumen y homenajean los orígenes del cómic es más raro encontrar en nuestro país una reivindicación similar. Gallardo o Juaco Vizuete asumen sin complejos esta herencia pero parecen casos muy aislados. ¿Cuáles son tus referentes?

Hasta los dieciocho años recuerdo que lo que más leía eran los tebeos de la editorial Bruguera, «SuperLópez», Crumb, «Torpedo», «Spirit» y poca cosa más. Compraba muy pocos cómics al año, mi vida tampoco giraba en torno a ellos… Mi interés real por el pasado de la historieta comenzó cuando una amiga de mi abuela me regaló los cuatro tomos de la enciclopedia «Historia de los Cómics» de Toutain, que habían pertenecido a su marido. Aquellos libros me descubrieron, unos años antes del acceso a internet y a la sobreinformación, la cantidad de joyas que había dado el medio durante más de cien años, y lo maravilloso e inabarcable que era todo.

P.: ¿Cómo mantienes la coherencia gráfica y narrativa en un libro de más de 100 páginas?

Me gusta que me hables de coherencia, porque me asustaba mucho que no funcionase la obra en su conjunto con tanto cambio, que se resintiese la fluidez narrativa y fuese todo un galimatías. Creo que se puede seguir la historia sin problemas y que no falla el ritmo, a pesar de que la tipografía, el narrador o la fisonomía y personalidad de Joselito varían muchísimo.

P.: ¿Ha sido complicado compaginar los estilos para adaptarte al tono de la historia?

Es que también el tono cambia mucho: se pasa en muy pocas páginas de lo macarra a la ñoño, de lo aséptico a lo sentimental, de lo trágico a lo cómico. Me esforcé por que ese contraste entre un episodio con el siguiente llegase incluso a chirriar, que incomodase, pero corría el riesgo de desconcertar tanto al lector que se saliese de la historia y perdiese el hilo. Me alegro de haber conseguido finalmente darle esa unidad.

P.: ¿Te ha ayudado tu trabajo como ilustrador, capaz de satisfacer las necesidades de clientes de muy diversas procedencias, a trabajar estilos de tan diversas procedencias?

Puede que un poco, pero jamás me han pedido algo radicalmente distinto de lo que suelo hacer. Este proyecto surge como una reacción a cierto aburrimiento por mi parte en el acto de dibujar. Llevaba muchos años con el piloto automático puesto y quería ponerme a prueba, evitar los tics que había adquirido con el tiempo y llegar a no verme reflejado en aquello que dibujase. Huir de mí mismo, como el propio Joselito.

P.: Además de gráficamente, tipográficamente existe un gran trabajo de asimilación de estilos. ¿Hasta que punto has participado en el diseño del libro?

Las únicas decisiones que no he tomado han sido la elección del formato (21×25 cm.), que ya había sido empleado en los dos tomos anteriores de la colección, y la maquetación de las páginas del prólogo y las notas. En todo lo demás (cubierta, sobrecubierta, guardas…), me han dado libertad para hacer lo que quisiese.

P.: Reino de Cordelia realiza una apuesta por el libro en el que no reparan en gastos para lograr el mejor resultado posible. ¿Has participado también en este tipo de decisiones?

No. Yo sugerí una cosa más modesta (tapa blanda, papel de menos gramaje…) para que el precio fuese lo más ajustado posible. Pero viendo el resultado, no puedo hacer otra cosa que tragarme mis palabras. Jamás soñé con ser editado así de bien, la verdad.

P.: Reino de Cordelia se acerca muy de vez en cuando a la edición de cómics con obras exquisitas como Episodios Lunares. ¿Cómo surge la colaboración entre vosotros?

Conocí a Jesús Egido en una librería de Málaga durante una presentación, y se interesó de inmediato por el proyecto en cuanto le hablé de él. Pese a que sólo tenía acabadas veinte páginas y que el resumen del proyecto era un batiburrillo de referencias deslavazado y caótico, le gustó la idea y confió en mí.

P.: ¿A qué público se dirige la obra?

Me da un poco de vergüenza reconocerlo, pero el libro está hecho con la intención de gustar a todo el mundo, y sigo pensando que tiene cierto potencial para llegar a un público muy diverso (una vez superados los prejuicios que sobre el personaje pueda haber, claro).

Esta vocación «mainstream» mía (con todas las comillas que hagan falta poner) ha sido correspondida al ver reseñada la obra en revistas de distinto pelaje como son el Pronto, Cinemanía, Rockdelux o Leer, la aparición de artículos sobre el libro en prácticamente todos los periódicos de tirada nacional, algunas menciones en columnas de opinión (la más celebrada quizás fuese una de David Trueba) y mis apariciones televisivas en el Telediario de la 1 y Cine de Barrio (que tengo que buscar en Youtube a cada poco, porque aún no me lo creo).

P.: Llama la atención que el prólogo esté realizado por un personaje como Jorge Javier Vázquez.

Sí, tampoco llegaré nunca a asimilar del todo ese detalle. Fue una decisión editorial muy acertada, acorde con el espíritu de la obra de poner a prueba los prejuicios de los lectores. Costó mucho contactar con él para que aceptase, pero leyéndolo cuesta imaginar un texto mejor.

P.: ¿Cuál está siendo la reacción de la gente ante el libro?

Estoy muy sorprendido, porque pensé que no sería un libro fácil y la acogida está siendo excelente. Lo más gratificante ha sido comprobar que Joselito está despertando respeto, e incluso admiración, en personas en las que jamás había suscitado el mínimo interés.

P.: ¿Proyectos?

Estoy trabajando ahora en un cómic para la Universidad de Málaga, y a punto de firmar un contrato con Penguin Random House para un proyecto de novela gráfica bastante gordo que me tendrá muy entretenido los próximos meses.

P.: ¿Cómo te ves en el futuro?

Puestos a ser optimistas, me veo viviendo de las palindrotiras. Son unos tebeos que llevo haciendo desde hace unos meses que pueden leerse de igual manera al derecho y al revés, pues los guiones están siempre escritos en palíndromo. Abrí una cuenta de Twitter para ir mostrándolos al mundo, pero me gustaría cobrar por ellos para empezar a esmerarme más en el dibujo y dedicarles más tiempo. Si algún medio está interesado en publicarlos, que contacte conmigo, por favor.

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