
Escucha el podcast del programa dedicado a este cantaor payo jerezano en el sexto de los programas que DUENDE PERDIDO dedica a los cantaores de Jerez de la Frontera
Incatalogable, como el tigre blanco de la India o un diamante rojo. Capullo de Jerez, el cantaor payo que rompe todas las escuelas y estilos, que abandona el tono monocorde del flamenco mayoritario. El propio Miguel Flores, Capullo de Jerez, se dice puro, pero en realidad se trata de un intérprete tan personal, con matices tan singulares y únicos que el único término que puede hacerle justicia es ‘puro Capullo de Jerez’.Su saber procede de la infancia, cuando escuchaba junto a sus hermanos cantar a Terremoto o La Paquera. Con la solera del mejor flamenco, pero su cante distinto,
Alfredo Grimaldos cuenta su biografía:
El eco de Miguel Flores, «El Capullo de Jerez», encierra los secretos del flamenco más rancio. Es un artista a la vieja usanza, formado desde niño en la escuela de la vida y cantaor las veinticuatro horas del día. Un intérprete absolutamente personal, a quien se puede identificar, sin la más mínima duda, casi antes de que empiece a templarse. Posee el genuino soniquete de su tierra, pero aborda los cantes de una forma que le diferencia con claridad de todos sus paisanos. Como los grandes creadores, ha acuñado un sello propio. En el panorama flamenco de comienzos del siglo XXI, cada vez más monocorde, El Capullo resulta un personaje felizmente incatalogable.
Nació el 3 de abril de 1954, en la calle de Cantarería, en pleno corazón del barrio de Santiago, dentro de un patio de vecinos donde no pasaba una sola noche sin que se improvisara una fiesta colectiva. Allí se fraguaron sus primeros recuerdos musicales al lado de grandes como Terremoto, Tio Borrico o la Paquera. Asegura que sus letras y sus músicas salen de la vida.