Entrevista a El Torres y Jesús Alonso Iglesias

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Uno de los libros más entretenidos de la temporada es El Fantasma de Gaudí, un tebeo que traslada a las viñetas el imaginario habitual del cine y la televisión. Dibbuks edita con gusto y calidad una escalofriante historia que muestra la ciudad condal como escenario de una sucesión de crímenes con la obra arquitectónica de Gaudí de fondo. Hablamos con el guionista y dibujante de la obra.

  Pregunta: ¿Qué es El fantasma de Gaudí?

Jesús: Un thriller con un probable asesino en serie en la ciudad de Barcelona, con sus dosis de violencia y sangre, nada oscuro sino todo lo contrario y en torno al personaje de Gaudí, como eje principal alrededor del que gira la historia, ya sea de manera anecdótica o como un personaje más, real o no.

ET: Un tebeo de suspense con un dibujo genial de Jesús Alonso Iglesias, y que además puedes usar de guía para visitar los monumentos y los lugares y echar unas risas. Una mezcla curiosa entre guía turística, thriller y viaje personal de una protagonista atípica en los cómics. Un trabajo que nos ha llevado una indecente cantidad de tiempo.

P.: ¿Cómo nace la obra?

J.: Lo hace por una decisión personal de Ricardo, con la intención de llevar a cabo un cómic “por encargo”. Con esa motivación le pasa la bola a El Torres para que de forma a una historia con Gaudí como idea central.
Cuando yo entro en el proyecto la idea del cómic de misterio y crímenes ya está clara y se irá desarrollando al mismo tiempo que avanza la parte gráfica.

ET: Ricardo Esteban es el culpable. Es la primera (o una de las primeras) obras de encargo de la editorial Dibbuks. Lo curioso es que no es una manera habitual de proceder en las editoriales de la península, donde te acercas con tu proyecto. Creo que deberían hacerse más cómics así, que directamente encajan con lo que el editor va buscando para su catálogo. Y todo sea dicho, hemos tenido libertad absoluta.
En cuanto a la parte creativa, hasta que di con el clavo, fueron muchos días de devanarse los sesos buscando algo que no se haya explotado hasta la saciedad con Gaudí. Desde la conspiración mística hasta la biografía, todo ha sido tocado de una u otra manera. Hasta que al final decidí hacer con él lo mismo que con La Huella de Lorca, un protagonista ausente. Solo que esta vez decidí hacer un tebeo de una temática que me absorbía mucho más que una biografía.
Luego entró Jesús y lo hizo todo mucho más fácil. Resultaba increíble ver esas páginas, cómo cobraban vida.

P.: Una serie de crímenes asola la ciudad de Barcelona, detrás de todos ellos está la obra de Gaudí. Se ve que para preparar la obra ha habido un fuerte proceso de documentación. ¿Cómo ha sido este proceso?

J.: Ha sido un proceso complicado por la localización de ciertos detalles y lugares en los que transcurría la acción, como la sala donde aparece el primer cadáver, que por haber sufrido variaciones y remodelaciones en el edificio, fue complicado saber en que dirección apuntaban las ventanas, hacia donde mover los personajes o cuantos podían entrar en ese cuarto, por ejemplo.

Pero sobre todo lo que más difícil me ha resultado ha sido representar todo ese material sin dejar de pensar que no debía quedar por encima de los personajes y la acción, aunque su función escenográfica era muy importante, claro. La complejidad de formas y de ornamentación en cada rincón de la obra de Gaudí, convertía cada escenario en un trabajo de orfebrería, casi.

ET: Decidimos que el tebeo debía ser lo más realista posible, dentro de que es una historia improbable. Y además, tiene un protagonista muy importante, que es la ciudad de Barcelona, todo ese gran escenario donde viven muchas personas… y muchos de nuestros lectores. Vas a contar una historia de la casa de alguien, así que tienes que hacerlo de la mejor forma posible, para que no le chirríe. Quisimos que fuese posible ir por el barrio donde vive Toñi, la farmacia que hay antes del cruce o el supermercado que hay al torcer la esquina.

Había momentos en que nos devanábamos los sesos pensando en cuánto puede tardar una persona en ir corriendo de un sitio a otro sitio, para que fuese realista, o cosas como que para que un policía de aquí pueda abrir la puerta del domicilio de un sospechoso, tiene que ir el secretario judicial. O como un lector taxista nos decía el otro día: “Habéis puesto el mismo semáforo que es un coñazo en la calle tal”. Todo ese mérito paisajístico va para Jesús.
Detalles que luego pasan totalmente desapercibidos para el lector, por lo cual, en general, creo que ahí hemos hecho un buen trabajo.

P.: ¿Ha cambiado vuestra percepción del arquitecto después de la elaboración de la obra?

J.: Sí, claro. Inevitablemente la necesidad de “comprender” de alguna manera lo que tienes entre manos te amplia la visión de alguien como Gaudí. Y más teniendo en cuenta que no soy un gran conocedor de su obra.

Aún así, yo creo que el paso definitivo en este proceso será la contemplación en directo de esos edificios, después de haberlos visualizado durante todo este tiempo en mi cabeza, y comparar el efecto que eso me produce.

Creo que una de las grandes cualidades del guión de El Torres es la de crear la necesidad de saber más sobre Gaudí y su obra gracias a los detalles que los personajes van aportando, cada uno a su manera, de manera que despiertan la curiosidad de los lectores por saber las motivaciones del artista  tras sus obras.

ET: No me he convertido en un experto en Gaudí. Sí, me he bebido un montón de biografías y de estudios. Pero al final, lo que he aprendido es que es mejor acercarse a las obras tal y como lo hace Toñi. Con una mirada inocente y vacía de prejuicios, y dejarse embelesar por su obra.
Sé que gran parte de la misma está preñada de simbolismo, y que desgranar esos símbolos necesitan de un conocimiento previo. Pero seguir ese camino puede ser tan, tan increíblemente abrumador, que acabé como uno de los protagonistas, tirando al suelo todas las guías.

P.: La obra de Gaudí despierta la imaginación de todo tipo de escritores e historias. ¿Es difícil encontrar una historia original con el genial arquitecto?

J.: En mi opinión, el acierto de El Torres es precisamente el de sacar al personaje de Gaudí del protagonismo de la historia para utilizarlo como excusa y conexión de los verdaderos protagonistas de la historia. Es como determinar el tono o el ritmo que va a tener una historia. Le aporta el carácter, lo sitúa, y de alguna forma lo condiciona, pero la historia sigue su propio camino.

ET: Siempre he dicho que en cuestiones de contar historias no es tanto lo que cuentas, sino cómo lo cuentas. Si buscamos la originalidad ante todo, que sí, que se puede hacer, corremos el riesgo de olvidar que estamos contando una historia para un público que aspiramos a que sea lo más amplio posible. Thrillers sobre asesinos en serie hay miles, así como obras con Gaudí de protagonista debe de haber cientos. El truco, como en la cocina y en la preparación de drogas, consiste en cómo administrar las dosis.

P.: En el Fantasma de Gaudí destacan los personajes. Lo primero que sorprende es la protagonista de la historia, Toñi, una cajera de supermercado que se ve envuelta en una peligrosa aventura cuando salva a un anciano de ser atropellado.

J.: Como dibujante, y quizás futuro guionista, Antonia es alguien muy interesante. No deja de ser ese personaje, diferente del héroe, al que los acontecimientos le obligan a evolucionar hacia un punto que nunca se hubiera imaginado. Ese tipo de situaciones con el que quizás cualquiera puede encontrarse y que nos obliga a reaccionar, sacando lo mejor y lo peor que llevamos dentro. Al dibujar, como al actuar, los matices son tan variados que da gusto enfrentarse al reto de resolver personajes así.

Al mismo tiempo, creo que a los lectores les resultan atractivos personajes tan cercanos como Antonia. Alguien normal, con una vida normal, que por acontecimientos ajenos a ella no tiene más remedio que tomar las riendas de su vida y enfrentarse a su situación.

ET: Queríamos alejarnos del típico personaje “a lo Dan Brown”. Joven experta en el campo de la Arquitectura o en el labrado de piedra que va instruyendo constantemente a los lectores sobre lo que los autores han investigado. Nah. Si queríamos contar una historia con la vista en la calle, necesitábamos a alguien de la calle. A una de esas personas a las que prestamos poca atención, cuyo trabajo no es deslumbrante ni glamouroso. La labor que hizo Jesús con Toñi me pareció impresionante. Su rango de expresiones, cómo se movía, cómo se vestía, dónde vivía. Le dio una vida tan palpable como una de las nuestras.

P.: El detective Calvo será el encargado de la investigación de los crímenes. Un hombre brillante obsesionado por su trabajo que regresa después de uno de sus fracasos más importantes.

J.: Es un personaje muy reconocible y el contrapunto ideal de Antonia. Representa ese tipo seguro de sí mismo, con personalidad arrolladora, hasta el punto de resultar antipático por su soberbia y que en el fondo esconde una fragilidad que ni él mismo reconoce.
Desde el principio, El Torres me lo describía como un tipo maniático y obsesivo, que vestía como Steve Jobs, siempre con la misma ropa, de colores oscuros y neutros. Dibujar personajes así también es entretenido, porque si bien las expresiones son muy limitadas, como buen duro que es, es interesante tratar de hacer elegante su presencia.

ET: El Yang de Antonia, precisamente. Es lo más reconocible del género thriller, el policía brillante pero fracasado. Quisimos un personaje cuyas formas sociales nunca se han desarrollado del todo, que habla contigo y está más pendiente del móvil (pero tampoco se pierde ni una palabra). Lo que ha hecho Jesús, que a un personaje descrito como “un bloque de piedra que no sonríe en todo el tebeo”, le saque ese rango de gestualidad, me sigue pareciendo algo brillante.

P.: Barcelona se convierte en una protagonista más. Destaca especialmente el modo en que dibujas la ciudad condal, Jesús.

J.: Bueno, como ya he contado alguna vez, nunca me ha gustado dibujar edificios, coches y cosas así. Pero al aceptar este proyecto, inevitablemente y casi de forma automática, me conciencié de que debía cambiar el chip y que tenía que darlo todo. Así que aprovecho este tipo de retos para ir aprendiendo a hacer todo aquello que no sé hacer. Si en el álbum anterior para Francia me tocó dibujar perros, en este eran edificios. Como además la intención era conseguir un dibujo más europeo, más francés, no tuve más remedio que estudiar como hacerlo sin perder muchísimo tiempo y sin que quedase como un mero trabajo de delineante. Frío y meramente descriptivo, quiero decir.

Por lo demás, salvo por los edificios de Gaudí, las grandes ciudades cada vez son más parecidas. Las diferencias están en los pequeños detalles, como las señales, las papeleras,… esas cosas son las que le aportan naturalidad a los dibujos de calles.

ET: Siempre cuento la anécdota de lo difícil que le ponía las cosas a Jesús diciéndole que dibujase la Sagrada Familia, de noche, lloviendo, y alumbrada por focos. Pero lo realmente difícil es que Jesús ha creado una Barcelona muy vívida. No solo en los edificios, que sí, que están ahí, y los semáforos y las papeleras. Sino en la vida que respira. Vida de ciudad, con sus transeúntes, cada uno con su vida y su propia historia. Uno de mis entretenimientos favoritos cuando ojeo el tebeo es imaginarme la vida de cada uno de los personajes que solo aparecen en una viñeta, de fondo.

P.: Estamos acostumbrados a ver los lugares del crimen en en las películas americanas pero, ¿ha sido complicado traer la acción a la ciudad condal?

ET: Estamos acostumbrados a ver escenas de acción en Nueva York, por ejemplo. Y lo asimilamos como algo natural. Barcelona no es Nueva York, ni falta que le hace. Tiene una entidad propia, una vida propia. Solo tienes que colocar la acción en Barcelona e imaginar cómo se desarrollaría. ¿Qué pasaría si un hombre saca un lanzacohetes en Plaza Catalunya? ¿Quién hay allí? ¿Cómo reaccionaría? Es así de fácil y divertido.

P.: El fantasma de Gaudí es vuestro primer trabajo en común. ¿Cómo nace la colaboración?

J.: Yo llego a este proyecto a través de un amigo común que conoce el proyecto y me convence para que me asome por el estudio de Ricardo y hablemos de la posibilidad de participar.

Ya antes había existido la posibilidad de trabajar con Ricardo para una historia que al final no salió adelante. De hecho, Ricardo, desde mi primer cómic de Silhouette siempre había tenido muy buena relación conmigo y la intención de coincidir en un futuro proyecto.

Una vez que preparo las primeras páginas como prueba para ver como encaja el estilo y tanto Ricardo como El Torres me dicen que les gustan todo empieza a caminar a paso lento pero seguro.

En realidad soy un tipo muy fácil. Suelo decir que sí a todo lo que sea dibujar.

P.: El Torres, ¿Varías el desarrollo de la historia en función del dibujante con el que la realices?

ET: Sí. El tebeo es una sinergia entre texto e imagen. No puedo empecinarme en que se dibujen tales cosas de tal manera, y tratar que todos los dibujantes con los que colaboro lo hagan todo como clones. Suelo ser muy técnico en los guiones: “Segunda tira, segunda viñeta. Plano medio, personaje en tres cuartos, con expresión tal, fondo de tal”. Pero no me importa que luego se lo salten a la torera. Si hay algo que no me convence, luego lo hablamos y ya está.

P.: El Torres, vemos en tu gran obra una renovación de los géneros que bebe de muy diversas fuentes, desde el cine a la literatura.

ET: Soy hijo de mi tiempo, y todo lo que he absorbido del ocio y la cultura se trasluce en cada cosa que escribo. Incluso se traslucen cosas que personalmente no me gustan. Dan Brown, precisamente, no he podido acabar ninguno de sus libros.
No creo que renueve ningún género, ni me aproximo a ninguna historia diciendo: “Esto será lo nunca visto”. Mis pretensiones son mucho más modestas. Hacer que el que me lea pase un buen rato y se lleve un buen recuerdo de una buena historia.

P.: ¿En algún momento te has planteado trasladar tus historias  a otro medio?

ET: Antes era lo raro. Ahora constantemente recibo llamadas o emails interesándose por los derechos de adaptación al cine de tal o cual tebeo que he escrito. Ya no me emociono al respecto, porque sé que en el 99,9% de las veces, tal interés se queda en agua de borrajas.
Yo soy escritor de tebeos, y a eso me dedico. Mejor que me concentre en hacer los mejores tebeos que pueda, que tal y como está estructurado el mundo y el mercado del ocio, si empiezo por otros caminos perderé el tiempo y el rumbo.
Lo que no quiere decir que un día me ponga con una novela. Es algo que siempre he querido hacer, y que me da un montón de respeto.

P.: En tu caso, Jesús, vemos un cambio de registro con respecto a las historias Pulp de Silhouette.

J.: Si, es cierto. Por norma general, no me gusta repetir estilos en mis trabajos. Eso es bueno y es malo. Pero es que no me puedo mantener el margen de mis influencias. Además es que creo que cada historia requiere un cierto estilo, tanto de narración como gráfico.

Después de Silhouette estuve un tiempo trabajando en otro cómic para Francia, “PDM. Paquet de merde” que ya suponía un cambio importante de estilo y también era a color, aunque bastante más limitado a unas gamas.

En el caso de “El Fantasma de Gaudí” el estilo viene un poco decidido por unas muestras que Ricardo ya vió en mi blog, con influencias del dibujo francés y de Bodart, especialmente. Y fue él quien me sugirió esa línea a seguir.

Es un estilo que me encanta, así que no puse ninguna pega. Y aunque todo parecía que sería más fácil, la verdad es que fue todo un trabajo.

Por otro lado, otra de las condiciones era no abusar del negro y del claroscuro. Evidentemente, ambas condiciones suponían la cara y la cruz frente a un estilo de dibujo como el de Silhouette.

Por un lado, eso me ayudaba a salir de una posibilidad de encasillarme en ese estilo muy “a lo Mignola”.

P.: Llama la atención el uso del color en la obra.

J.: Es una de las fases que más he sufrido y con la que más creo haber aprendido.

Como ya he dicho, después de Silhouette estuve trabajando en “PDM”, y ese cómic ya era a color. Aunque en un primer momento se pensó en la posibilidad de hacerlo en bitono, luego la cosa cambió y se complicó un poco más. Estuvo bien, porque supuso un paso anterior al trabajo de “El Fantasma de Gaudí”

La dificultad de éste consistía en que representar la obra de Gaudí con una paleta reducida de color es perder gran parte de la fuerza que proporcionaban unos escenarios así.

Por otro lado, las situaciones que El Torres describía en el guión siempre venían condicionadas por unas condiciones de iluminación muy determinadas, y por qué no decirlo, complicadas.

Todo eso junto plantea una situación y unos problemas de los que espero haber salido más o menos bien parado, pero que sobre todo me han hecho aprender bastante en el uso del color como efecto narrativo y dramático.

P.: Después de las buenas sensaciones que vemos en el libro. ¿Volveréis a trabajar juntos?

J.: El futuro en esta profesión es tan oscuro como sorprendente. Es un mundo muy pequeño y las posibilidades de coincidir siempre están ahí.

De momento vamos a esperar a ver como se desenvuelve nuestra primera criatura que de momento nos está trayendo muy buenas opiniones.

ET: ¡Escribid a la editorial! ¡Comprad el tebeo! ¡Que nos paguen bien!

P.: ¿Proyectos?

J.: En estos momentos trabajo en un par de álbumes, de nuevo para la editorial francesa Paquet.

En este caso, cambio de nuevo de ambiente y se trata de una historia de vaqueros en dos partes.

Mientras, trato de escribir mi primer guión en serio, para dibujarlo yo mismo. Es algo que me apetece mucho hacer, y de nuevo buscando un nuevo estilo de dibujo. Pero eso aún está un poco en el aire.

ET: Estoy bastante concentrado en los tebeos que sacamos por Amigo Comics. Ahí puedo hacer lo que me apetece. Historias de terror, historias de fantasía... Y a una media de cinco miniseries al año, ¡lo que me deja exhausto!