
Hacer un comentario sobre el nuevo trabajo de Ridley Scott, director de películas como ‘Blade Runner’, ‘Alien – el octavo pasajero’, ‘Thelma y Louise’, o ‘Gladiator’, entre otras muchas muy buenas (sin olvidar ‘Red de mentiras’ o ‘Prometheus’), tiene el riesgo de parecer un cretino si no es alabado, aunque me atreveré a hacer algunas críticas menores, o quizá no tanto.
‘El último duelo’ narra la sucesión de hechos hasta uno de los últimos duelos judiciales a muerte celebrados en Francia (en 1386), en los que se dirimía la acusación dando la razón al vencedor (hubo otros duelos de este tipo después, además de los frecuentes duelos de honor, pero el último duelo jurídico data realmente de 1547). Si bien no debemos revelar el argumento, la novela “The Last Duel: A True Story of Trial de Combat in Medieval France” de Eric Jager, en el que se basa el guion, está resumida en la Wikipedia por lo que, quienes odien saber anticipadamente el final del filme, no lo buscarán en Internet. Matt Damon (uno de los actores protagonistas), Ben Affleck (también actor secundario) y Nicole Holofcener han adaptado el libro de Jager, aunque al oscarizado dúo de guionistas del ‘Indomable Will Hunting’ puede que esta vez no le den el Oscar.
La película relata cómo llegaron a batirse en duelo a muerte en un frío diciembre de 1386 los antes amigos normandos, caballero Jean de Carrouges (Damon) y escudero Jacques Le Gris (Adam Driver, un trabajo estupendo). Los hechos transcurren en la Francia de la segunda mitad del siglo XIV y cuentan la historia real de la esposa de Jean de Carrouges, Marguerite (que encarna la inglesa Jodie Comer, un trabajo excepcional), quien acusa a Jacques Le Gris de haberla violado mientras su marido Jean batallaba en Escocia, encontrándose Marguerite sola en su castillo. A la progresivamente deteriorada relación entre de Carrouges y Le Gris se añade la acusación de violación, por lo que de Carrouges provocará que sea el mismo rey de Francia, Carlos VI (se sabe que estaba bastante loco, lo que facilitará entender la actuación de Alex Lawther), quien autoriza el duelo judicial a muerte entre ambos.
El trabajo de los actores es muy bueno, de todos, donde yo destacaría a Adam Driver y a Damon, aunque por encima de ellos, sin duda, está la excelente, perfecta, Jodie Comer (a quien también podemos ver en Free Guy). Sin olvidar a Ben Affleck (delgado y rubio), quien esta vez está bastante bien.
La película se estructura en tres partes esenciales narrando la misma historia, recreada desde la perspectiva de cada uno de los tres protagonistas esenciales, Jean, Jacques y Marguerite. Es éste un punto relevante del enfoque porque, si bien es interesante el planteamiento, resulta redundante y, de hecho, algunas escenas son un auténtico “déjà vu”, al repetirse dos y hasta tres veces. Gana la definición de los personajes, su visión particular de los mismos hechos, pero pierde la película en su conjunto pues, aunque se muestran ciertas diferencias entre las tres versiones, no parece justificada tanta reiteración.
Resulta importante resaltar cómo se muestra la Edad Media, con un vestuario y entornos muy creíbles, acciones bien rodadas, quizá esto sea de lo mejor de la película, cámaras digitales recogiendo desde el siglo XXI la interpretación de cómo debió ser aquel periodo de suciedad, enfermedades, crueldad, continuas luchas guerreras, pocos ricos señores y muchos pobres (todos los demás). Aquí se echa en falta en alguna escena a más extras, pues es poco creíble una caballería e infantería tan escasas.
Ridley Scott, o más bien sus guionistas, se han debido dejar arrastrar por la moda universal del “yo también soy feminista”, y más aún en Hollywood. Pasa lo mismo con las películas de temática antifranquista o de la República en nuestro país (que aburren ya sobremanera), con una reciente víctima en el gran Pedro Almodóvar, despojado de la nominación a mejor película extranjera a pesar de bailarle el agua al gobierno.
El guion y por ende toda la película, mira con unos ojos tramposos lo que ocurrió en la postrimería del siglo XIV. No debe resultar fácil entender la justicia, la injusticia, la sociedad, la influencia de la Iglesia, y el estatus de la mujer en aquel siglo medieval, no tanto porque Marguerite exprese la impotencia ante un agravio como su violación, pues tanto hoy día como entonces sigue siendo inaceptable y punible, sino porque aunque parezca hacerse un esfuerzo por lo contrario se nos da mascado, triturado, con el filtro actual, lo que ocurrió hasta aquel duelo en 1386. Que opine cada uno, pero lo que se juzgaba entonces no era exclusivamente la afrenta a una mujer (en sentido feminista) y a su honra, sino a la casa Carrouges y a todas las personas cuyo honor y dignidad quedaron manchadas por aquel acto. Resulta muy clarificadora la escena final, donde R. Scott parece mostrar, como algo injusto, al principal vencedor (que no es quien creemos), aunque lo que se decidía en aquel duelo no concernía solo a Marguerite, en un mundo donde el rol de las mujeres estaba tasado y la esposa se consideraba una procreadora y ‘propiedad’ de su señor.
Ridley Scott no necesita justificarse como defensor del feminismo en 2021, pues treinta años antes, en 1991, él mismo dirigió ‘Thelma y Louise’, una de las películas más feministas que se han rodado, con aquel final a lo ‘Dos hombres y un destino’.
Me gustó mucho ‘El último duelo’, con las salvedades apuntadas, porque soy fan de Ridley Scott. Me impresionó el trabajo de Jodie Comer, Adam Driver y Matt Damon, pero repetir tres veces casi lo mismo es demasiado, aunque haya razones, como es algo tramposo el anacronismo de simplificar la época medieval con las leyes y la sociedad de hoy. Una buena película feminista de Ridley Scott, pero no la mejor.