
El hombre que fue Jueves. La adaptación de una obra ajena, especialmente cuando se trata de un clásico, se puede convertir en una tarea muy complicada de asumir. Marta Gómez-Pintado resuelve el reto de acercarse al universo del gran Chesterton de un modo genial, mostrando la permanente actualidad de los hilarantes diálogos del creador del Padre Borwn. El hecho de que Marta haya realizado su carrera en la pintura y la ilustración no solo no lastra el resultado sino que aporta una inusual frescura al libro que nos hace ver como la autora se acerca con nuevos ojos a los recursos del medio. Un placer a descubrir. Con Marta conocemos un poco más la obra.
Pregunta: ¿Qué es «El hombre que fue Jueves»?
Respuesta: Si nos referimos a “El hombre que fue Jueves” de Chesterton, una obra de 1908, fundamental de la literatura del s.XX.
Si nos referimos a la adaptación que yo he hecho en cómic, casi dos años de mi vida.
P.: ¿Cómo nace la obra?
R.:Diego Moreno, el editor de Nórdica, tras conocer unas adaptaciones a cómic que hice de relatos de gente cercana, me propuso la adaptación a cómic de un clásico. Chesterton fue mi propuesta. Y a Diego le pareció estupendo.
P.: La obra adapta el famoso relato de Chesterton. ¿Fue complicado llevar a viñetas el texto?
R.: Al acometer un cómic hay muchos frentes que considerar. Creo que el hecho de ser lectora habitual y haber visto bastante cine ayuda mucho a comprender cómo contar una historia con efectividad.
Lo primero que hice fue empaparme de la obra leyéndola muchas veces. En cada relectura van incorporándose elementos nuevos que van conformando una visión más completa y con más matices de la obra.
Es fácil dejarse llevar por el estilo tan descriptivo de Chesterton a la hora de visualizar personajes y ambientes. Cuando por fin coges el lápiz para trazar los rasgos de los personajes sólo hay que buscar la correspondencia entre la imagen ya prefigurada en tu cabeza y lo que sale del lápiz.
Me marqué como pauta que apareciera lo menos posible el narrador. Sólo aparece tres veces: al principio, en un flashback en el que Syme recuerda su infancia y adolescencia, y al final. Decidí seguir la trama y dejar que las reflexiones filosóficas asomaran a través de los diálogos y la acción de los personajes.
P.: La adaptación ha supuesto varios meses de escrituras y revisiones. ¿Cómo vives este proceso?
R.: He vivido casi todo el proceso con pasión y disfrutando mucho.
Primero trabajé en un borrador a lápiz bastante elaborado. En él estuve trabajando unos seis o siete meses pero de ahí salió el texto y la distribución de viñetas y páginas definitivos. También estaban ya bien definidos todos los personajes.
Diego leyó este borrador y, para mi sorpresa, me propuso que metiera color. Me hubiera ahorrado bastantes pruebas si hubiera caído antes en la evidencia de que asociar cada personaje con un color agilizaría la lectura. Pero los procesos creativos son así… Cuando caí en ello, todo fue muy sencillo.
A partir de ahí, empecé a trabajar en las páginas definitivas. Mucho trabajo pero muy bonito y divertido. Siempre hay algún momento de plantearse si tiene sentido trabajar tanto, de pensar que no lo vas a terminar nunca, y hasta de dudar si a alguien le va a interesar… pero pocos. Cuando te atrapa un proyecto sigues hasta el final. Disfrutar de todo lo que estás aprendiendo también ayuda.
Terminadas las páginas, viene la fase de escaneo y digitalización de los originales, necesaria, pero menos creativa.
P.: ¿Qué tiene el texto para haberte enamorado?
R.: Me encanta su humor. Me parece grande afrontar asuntos tan serios como los que aborda Chesterton de un modo tan divertido.
A mi modo de ver, Chesterton plantea cuestiones existenciales fundamentales. Pienso que se pueden sacar lecturas muy diferentes según quién lo lea. Yo he llegado a mis propias conclusiones pero no tienen que coincidir necesariamente con las de otro lector.
En un contexto de cientifismo determinista creo que Chesterton escribe una obra que celebra el libre albedrío. También invita a desentrañar el sentido más profundo de la existencia a partir de un mundo lleno de paradojas en el que nada es lo que parece.
Independientemente de si se coincide o no con Chesterton, el planteamiento es tan original y el desenlace tan enigmático que hace que uno se cuestione temas fundamentales del ser humano. La perplejidad que provoca el desenlace en una primera lectura se convierte en una duda fecunda que hace que aparezcan preguntas más concretas sobre la existencia humana cuando se lee por segunda vez. Al menos así me pasó a mí.
P.: En «El hombre que fue Jueves» Chesterton se acerca al anarquismo, movimiento en auge en el momento en el que fue escrito la novela. ¿Ves paralelismos en la sociedad que refleja Chesterton y la nuestra? ¿Ha sido complicado el proceso de actualización del texto?
R.: Me he centrado más en el componente universal del texto. Pienso que Chesterton se sirvió magistralmente de ciertas coyunturas que se daban en su época para dar forma a la historia que a él le interesaba contar, donde la intriga anarquista es sólo una excusa. De hecho, creo que es ese aspecto universal el que hace que las obras perduren en el tiempo y que puedan leerse como una interpelación que se nos hace desde nuestro presente.
Por supuesto existen paralelismos entre nuestra época y la de Chesterton. Él fue testigo de las consecuencias que trajeron la Primera y la Segunda Revolución Industrial, del gran avance tecnológico que, lejos de llevar emparejada la liberación del hombre de sus necesidades más inmediatas como proclamaban sus heraldos, iba a traer una nueva forma de esclavitud a la mayoría de la población. El surgimiento, en este contexto, del anarquismo, y muy particularmente la inspiración de figuras como Bakunin, en la que algunos expertos ven el origen de Domingo, es la herramienta de la que se sirve Chesterton para escenificar el conflicto entre el cientifismo determinista dominante y el libre albedrío del hombre que se defiende en la tradición cristiana, conflicto que sigue tan abierto hoy en el seno de nuestra cultura como lo estaba entonces. Estas nuevas «religiones» científicas como el anarquismo, que se configura en un mundo subterráneo de sociedades secretas como el de los primeros cristianos, con sus líderes iluminados, sus mártires y sus traidores, le ponen en bandeja a Chesterton la ocasión para desnudar lo irracional que se esconde detrás de todo exceso de lógica.
P.: Uno de los puntos fuertes de la novela son las reflexiones filosóficas de los protagonistas sobre el origen del anarquismo y el orden frente al caos. ¿Ha sido complicado traducirlo a viñetas?
R.: Creo que, en un plano filosófico, Chesterton defiende la voluntad como instrumento frente a la existencia del caos. Reivindica el valor de la lucha existencial para dar sentido a la vida humana, aceptando todas las posturas, aunque sean opuestas a la suya (“ Todo hombre que combate por el orden puede ser tan bueno como un dinamitero”).
Las posturas de los personajes son tan contrapuestas y exageradas que era fácil imaginárselos gesticulando mucho. Me parecía que sus palabras tenían que ir acompañadas de una teatralidad exagerada que diera expresividad a sus discursos. Eso lo vi claro desde la primera lectura y fue relativamente sencillo.
P.: El surrealismo y el humor dan al relato un tono singular. ¿Cómo has conseguido mantener ambos aspectos en la obra?
R.: Riéndome mucho, por un lado, y dejándome llevar por el texto, por otro.
P.: No es la primera adaptación de clásicos que realizas. Antes habías realizado también para Nordica Alicia en el País de las Maravillas y Doctor Jekyll y Mr. Hyde. ¿Qué factores determinan la elección de los títulos que eliges adaptar?
R.: La primera que hice, “Alicia en el País de las Maravillas”, fue una propuesta que me hizo Diego. Yo ya conocía a Alicia. Incluso había escrito un cuento, que también ilustré, en el que aparecía.
“Jekyll y Hyde” lo elegí porque siempre ha sido una de mis lecturas fundamentales y me apetecía mucho ilustrarlo.
No hay una motivación consciente que me incline a unos u otros textos para adaptar. Me dejo llevar por la apetencia de hacerlo. Quizás ahora, con estos trabajos ya hechos, puedo intentar encontrar las razones que me han llevado a hacerlas. Está claro que entre las tres obras hay conexiones. No sólo por ser inglesas de determinada época. Creo que en las tres se da una crítica a su sociedad desde prismas originales en los que la fantasía y la imaginación son ingredientes importantes.
P.: Cada título lo enfocas de un modo totalmente distinto. ¿Cómo te planteas cuál es el estilo que requiere la obra?
R.: No me lo planteo. Dejo que aparezca de un modo natural.
Intento ser lo más fiel posible al libro.
P.: Habitualmente compaginas la docencia con la pintura. ¿Qué te lleva al mundo de la ilustración?
R.: Realmente nunca he dejado de dibujar, aunque en mis épocas más pictóricas haya dibujado menos. Pero siempre ha habido dibujos propios e ilustraciones para obras de amigos poetas, aunque algunas no se hayan publicado.
Fue Diego quien me propuso ilustrar un primer libro en Nórdica. A partir de ahí, parece que se han ido encadenando las cosas para que siga en el mundo de la ilustración.
P.: A pesar de trabajar en tus cuadros un estilo figurativo el modo de abordar el dibujo es totalmente distinto cuándo te acercas a la ilustración. ¿Qué diferencias has encontrado en ambos medios?
Éste siempre ha sido un dilema para mí. Tengo dos cabezas totalmente diferentes para dibujar y para pintar. De hecho, no puedo estar en dos proyectos a la vez de dibujar y pintar. Primero una cosa, y luego otra. Me da la sensación de que esto tiene que ver con la preexistencia o no de objetivos concretos a la hora de empezar a trabajar. Cuando empiezo a pintar no sé qué va a salir, a no ser que sea un encargo concreto. Soy incapaz de verbalizar lo que estoy buscando. Normalmente, cuando empiezo a dibujar tengo muy claro qué quiero representar. Puedo tardar más o menos en conseguirlo pero siempre sé lo que busco.
P.: ¿Cómo te acercas a unos clásicos con un imaginario colectivo tan formado?. ¿Es complicado encontrar tu propia voz?
Me acerco sin miedo y con inconsciencia. Si pensara demasiado en ello creo que no me atrevería. Y tengo visto que el miedo paraliza, y no lo quiero.
Nunca me he preocupado de encontrar mi propia voz. Lo que me gusta es “hablar”.
P.: «El hombre que fue Jueves es tu primer acercamiento al cómic con una novela gráfica de casi 200 páginas. ¿Qué te lleva a asumir este reto?
R.: Reitero lo anterior: la inconsciencia. Quizás si hubiera sabido que me iba a llevar tanto tiempo no hubiera afrontado el reto. Pero veo que lo mejor es lanzarse a un proyecto que te gusta con entrega. Siempre sales fortalecido.
Y además: me encantan los retos.
P.: ¿Cómo ha sido tu acercamiento al mundo de las viñetas?
R.:Como lectora puedo decir que, en gran parte gracias a las estupendas colecciones de cómics de mis hermanos mayores, he tenido acceso a una gran variedad de publicaciones ( Totem, Blue Jeans, 1984, Hermano Lobo…) y autores ( Hugo Pratt, Guido Crepax, Satrapi…).
Tras la lectura de “Persépolis”, de Satrapi, tuve una especie de revelación y vi el enorme potencial expresivo del cómic. Me entraron unas enormes ganas de probar el medio y decidí lanzarme con la adaptación de tres relatos de gente cercana a mí.
P.: El cómic tiene unos recursos específicos que pareces disfrutar descubriendo. ¿Cómo te adecuas a su narración y composición de página?
Con intuición y sentido común, diría yo. Me gusta hacerle fácil al lector la comprensión de la historia… Que sea la propia historia la que luego le haga pensar.
En cuanto a la composición, el hecho de conocer previamente el tamaño del libro (relativamente pequeño) me llevó a optar por incluir pocas viñetas por página para no cargar demasiado al lector.
P.: Con el libro Nórdica apuesta fuerte por un medio con el que siempre había tenido tangencias pero en el que nunca había entrado de lleno.
R.: Parece que se han aliado los elementos para que yo pudiera estar en este proyecto, sí.
P.: El dibujo de «El hombre que fue Jueves» nos recuerda a las caricaturas clásicas inglesas. ¿Cuáles han sido tus referencias?
R.: No soy consciente de cuáles son mis referencias. He dejado que los personajes salgan como me los imaginaba.
P.: Destaca la cuidada edición del libro. ¿Hasta que punto te has implicado en este proceso?
R.: Toni Mascaró, el director de la colección, ha hecho un estupendo trabajo. Me ha sido muy fácil entenderme con él. Desde el primer momento he confiado en su criterio y he aceptado encantada sus propuestas.
P.: Después de la experiencia, ¿volverás al mundo del cómic?
R.: ¡Seguro que sí! Me ha encantado.
P.: ¿Proyectos?
R.: Aún es pronto para concretarlos, pero empiezan a bullir ideas. Tengo que tener muy claro que el proyecto me entusiasme, porque es mucho tiempo y mucho trabajo el que se invierte en ello.