De lo que hablamos ayer

Ante todo quiero reiterarte que logro rememorar cosas de mis años mozos o de mi pasado más lejanos en las conversaciones/recordatorios que mantenemos apoyados en nuestras comunes trayectorias, raíces y sentires aun latentes de cubanía y amor a nuestra Isla. Hoy con un dislate jocoso sobre anécdotas o sucesos singulares, mañana sobre un episodio o programa de referencia de la década del 50 de la radio o TV cubana, o más comúnmente recordando una melodía o una canción “famosa” de las principales voces que nos cautivaron, lo mismo en El Cabaret Regalías o en la Radio o en algunos de los Clubs de La Habana, o simplemente por hacer válido aquello de “recordar es volver a vivir” tirando de discotecas o del banco de grabaciones digitales de YouTube, donde Manzanero, Lucho Gatica o Benny Moré no pasan de moda.

Otros días, como ayer recorremos la literatura, apoyándonos en textos leídos y/o recordados de autores cubanos o extranjeros que cubren nuestra memorias con sellos de admiración y reconocimientos unos y no tanto otros. Es difícil el día que no revisemos con nuestros criterios en ristre textos más singulares o menos de la naciente literatura cubana del XIX o de la glamourosa etapa de los inicios de la República o de la etapa revolucionaria.

De todos estos intercambios, salimos gratificados ambos, y eso nos alienta. ¡GRACIAS!, por permitirnos esos momentos y reactivar la mente, el más efectivo de los tratamientos anti-Alzheimer.

libros 2Ayer, ya a punto de cerrar la conversación aparecieron tres libros, cada uno de ellos con diferentes tintes y marcos de referencias, que he cogido de base para esta Nota de recuerdo: El primero, “Informe contra mí mismo” de Eliseo Alberto de Diego García Marruz, “Lichi”, aunque a él solo le gustaba el apodo.  De sus 11 libros publicados en vida, este de Alfaguara, es el que más “sonó” en el mundillo cubano, tanto dentro como en el exilio, donde en algunos casos le tomaron, indebidamente, como bandera de descredito.

Aunque Lichi lo advertía en la presentación del libro: “No me propuse una memoria de la historia sino una primera historia de mi memoria. Preciso: la emocionante memoria de los míos. Sobre la experiencia de la Revolución cubana se ha debatido casi siempre en defensa de posiciones extremas. A quemarropa. La razón dicta. La pasión ciega”.

Para el lector nunca esto escapó de su apreciación y sensaciones… Y quizás en algunos momentos más que otros. Cosa a parte es el real objetivo, móvil o interés en escribir una pieza de este estilo y contenido, y darle ese sesgo de delación que encierra, desconozco cuales han sido los reales móviles o intereses, pero para mí no fue de buen agrado y menos aprecio. Su verdadero sentir lo desgrana en muchas páginas, que en su día (1997) conllevó mis subrayados y hubieran caído en MIS IMPRESIONES de escribirlas entonces de mis lecturas, pero no, quedaron ahí entre sus hojas hoy amarillentas, y las 11 páginas que dedica a relacionar el quién y el dónde están de la diáspora de artistas y escritores, comenzando por el coreógrafo Víctor Cuéllar y terminando por Rosario Suárez Eusa, Charín, para él la mejor bailarina del mundo.

Un libro que escribió desde su Colonia Los Reyes de Coyoacán de Ciudad México, D.F., quizás con una nostalgia que no siempre es buena compañera, que le hizo afirmar: “El regreso es un movimiento física y humanamente imposible”, que quizás sea tema para un debate nuestro, más.

El otro que ocupó nuestras diatribas literarias fue Paradiso de Lezama Lima, que tanto uno como el otro confesamos que nos fue casi imposible terminar de leer, por lo cansina, tediosa e incomprensible de su prosa, al menos esa fue mi valoración, que por cierto, coincide con muchas de otras más válidas del mundo artístico/cultural que recuerdo haber leído en la prensa con motivo de su muerte en 1996. Omito nombres, pero de “Paradiso confieso que sólo leí el famoso capítulo octavo -el erótico- que es genial. El resto me aburría” fue un comentario de un afamado escritor español. Otro dejó plasmado su opinión de esta forma: “Por lo que respecta a su obra, me parece personalísima. Quizá objetaría el exceso de gongorismo en su poesía. Paradiso me parece una obra muy importante. Cuando le vi estaba escribiendo una especie de autorréplica, Infierno”. Y reseñaba anecdóticamente, lo siguiente: “Lezama se quejaba muchísimo del trato que le habían dado las editoriales suramericanas. Nos comentaba que en Buenos Aires. una editorial le envió en concepto de derechos de autor por su novela un par de medias de nylon para su mujer. En Montevideo, otra editora publicó únicamente el capítulo octavo de Paradiso, anunciando el libro como si se tratara de toda la novela”.

El tercero, “En mi jardín pastan los héroes” de Heberto Padilla. Es tema de otro marco y momento, pero simplemente, encubre, como quizás muchos otros hechos posteriores, resentimiento, o quizás una autovaloración excesiva o desajustada. Es la obligada marginalidad que un proceso social profundo nos lleva, para dar protagonismo al caudal de masa humana que como lava de volcán, va transformando con su paso arrollador el curso de la historia. Es difícil distinguirlo en medio del ruido de la erupción, del calor abrazador y de las injustas condiciones que nos proporciona. Ahí queda para el debate o coloquio que face to face haremos de seguro.

Jorge A. Capote Abreu

Santander, 20 de abril de 2022

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Author: viajes24horas

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