Los gobiernos de Alemania y Reino Unido han extremado la vigilancia de sus despliegues militares en Oriente Próximo, principalmente en Irak, a raíz de la operación de Estados Unidos en la que ha muerto el general iraní Qasem Soleimani, tras la que el líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, ya ha prometido una «dura venganza».
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